28/03/2024 - Edición Nº2926

Politica

Punto de vista: El triunfo de Lacalle Pou y una mirada histórica sobre la política rioplatense

29/11/2019 | El historiador, periodista y abogado Diego Barovero, presidente del Instituto Nacional Yrigoyeneano, escribe con precisión única acerca del nuevo presidente uruguayo, el referente del Partido Nacional, Luis Lacalle Pou, y su pertenencia a una familia de tradiciones políticas profundas en el Río de La Plata. Don Luis Alberto de Herrera, los federales, Hipólito Yrigoyen, el peronismo, las relaciones entre ´blancos y colorados´ de antes, y el reflejo de la alianza actual que selló la vuelta al poder de la política más tradicional de la ROU, desplazando después de varios años al izquierdismo populista, Frente Amplio.


por Diego Barovero * / Para ImpulsoBaires.com.ar


La noticia confirmatoria del triunfo electoral -en ajustada contienda- del candidato presidencial del Partido Nacional (Blanco) en la ROU, Luis Lacalle Pou que lo convierte en el próximo presidente de dicho país hermano, nos trae a la memoria colectiva rioplatense su vínculo parental con una familia política de gran estirpe. 

Muchos recordarán a su padre el también expresidente Luis Alberto Lacalle de Herrera. Pero no, queremos referirnos a esta última rama familiar que nutre el tronco filial del novel Presidente oriental: la de don Luis Alberto de Herrera, su bisabuelo, notable político y gobernante uruguayo, ligado profundamente a Argentina por lazos familiares y sobre todo por su indeclinable labor como político y dirigente de la Divisa Blanca, una de las fundacionales de aquella Banda, íntimamente vinculada a las luchas civiles y constitucionales de esta otra orilla occidental del Río de La Plata.

Los blancos fueron históricamente aliados de los federales argentinos y no pocas veces se vieron ambos invoclucrados en contiendas bélicas internas de una y otra margen.

Herrera luchó al lado del Caudillo oriental rural -Aparicio Saravia, figura romántica y controvertida, exponente de otra época, que don José Batlle y Ordóñez vino a civilizar en aquel país y a dotarlo de instituciones fuertes y permanentes, descartando Caudillismos y faccionalismos.

Herrera heredó de alguna manera el liderazgo de la facción popular blanca y eso lo acercó desde muy joven a los radicales argentinos, sintiendo particular simpatía por el fogoso tribuno porteño Leandro N. Alem a quien tributó y organizó homenajes y reconocimientos en nombre de la juventud uruguaya por su consagración a La Causa democrática.

Más tarde Herrera se hizo amigo leal de don Hipólito Yrigoyen, en quien reconocía un liderazgo continental y emancipador. En una de las escasísimas veces que Yrigoyen abandonó el país por motivos revolucionarios o de salud, viajó a Montevideo alojándose en la casona de Herrera ubicada en una avenida que hoy lleva su nombre.

Su amistad y la de su histórico aliado y ladero Eduardo Victor Haedo, se mantuvo a través del tiempo y las cambiantes circunstancias latinoamericanas.

Con el golpe de Estado del Presidente Terra en Uruguay, las lealtades cambiaron en ambas orillas. Los radicales, más republicanos se unieron a los colorados batllistas iniciando una larga confraternidad política que los llevó a enfrentar juntos al peronismo autoritario al que veían como adversario recíproco. Herrera y los herreristas veían con buenos ojos a Peron y sus políticas , así como se habían alineado con el franquismo en la Guerra Civil Española, lo que le causó no pocos problemas políticos en su propio país a don Luis Alberto. Político pragmático, si bien enemigo del colegiado (Poder ejecutivo colectivo y con representación de minorías , toda una novedad introducida en América por Batlle y Ordóñez para atenuar el presidencialismo y el caudillismo), cansado de perder elecciones presidenciales durante décadas, Herrera vio en el regreso de la tendencia colegialista uruguaya la posibilidad de compartir siquiera parcialmente el gobierno con sus tradicionales adversarios colorados y entre los años ‘50 y ‘60 apoyó el regreso del colegiado en las primeras elecciones en que los blancos triunfaron en el Siglo XX.

Pero, ya anciano, falleció y apenas pudo verlo en funciones. Años más tarde y luego de dictaduras y gobiernos autoritarios semiilegales. Su nieto Luis Alberto Lacalle reivindicaría su nombre y su estirpe a fines del Siglo XX y su bisnieto Luis Lacalle Pou haría lo propio en pleno Siglo XXI construyendo una coalición Blanco-Colorado que hubiera sorprendido al propio don Luis, para desplazar del poder tras 3 lustros de hegemonía al Frente Amplio, coalición populista de izquierdas que cambió el panorama político charrúa desde su debut electoral en 1971.

Al recordar a Herrera, lo hacemos como a un “oriental de todo el Plata”, al decir del historiador, político y diplomático argentino Miguel Unamuno.

 

* Diego Barovero, presidente del Instituto Nacional Yrigoyeneano