
por Redacción
Marcelo Montero agregó que “Alfonsín siempre actuó con profundo sentimiento humanista, trabajó intensamente por la defensa de los derechos humanos y consideró que el país tenía que tener personalidad y hacerse respetar ante los más poderosos”.
“Él se ganó un respecto enorme por parte de todos los sectores políticos democráticos, y tuvo en los últimos años de su vida un reconocimiento merecido por parte de la enorme mayoría de la sociedad”, sostuvo y agregó: “nos dejó enseñanzas increíbles por su desempeño ético en la función pública, por su calidad humanitaria, por haber sentado en el banquillo de los acusados a los genocidas de las Juntas Militares, y por haber bregado por la integración latinoamericana y trabajar incansablemente por el bloque regional que se dio en llamar MERCOSUR”.
“El mejor homenaje está en respetar su pensamiento y obrar, y en tener bien altas las banderas de un Estado que abrace a sus ciudadanos, de creer que el mercado no construye hospitales ni escuelas y que no se le puede hacer un altar en cada esquina como solía repetir. Alfonsín fue eso, un político a la medida de su pueblo”, concluyó.