
por Alicia Aparicio
En este contexto, queda clara la importancia de tener un Estado presente que regule y administre recursos, que ponga el foco en acondicionar el sistema sanitario, que le devuelva el rango (que nunca debió perder) de Ministerio a la salud, en donde la prioridad sea evitar y contener a los contagios y en donde se puedan garantizar, con medidas económicas, que ningún argentino pase hambre.
La pandemia permitió que muchos ojos pudieran ver a esos esos hombres y mujeres que diariamente están al servicio del otro: los trabajadores de la salud que están al frente de la batalla pero también a aquellos que permiten que “la vida siga” brindando servicios esenciales como el que barre la calle, el que junta nuestros residuos, el que arma bolsones de comida o el que distribuye alimentos en la escuela para que esas familias tengan el plato de comida, por nombrar a algunos. Allí está el Estado, en cada uno de ellos y ellas.
Los municipios, por ser el gobierno de más proximidad al vecino, se convierten en la primera puerta a golpear. En un escenario de pandemia, la regla se ha sostenido.
Fueron y son los gobiernos locales quienes debieron administrar recursos, afectados por la recaudación, y la cuarentena. Desplegaron trabajadores en la calle para garantizar las medidas de aislamiento, otorgaron beneficios fiscales a aquellos comercios que debieron cerrar sus puertas, realizaron operativos barriales para detectar casos de COVID-19, acondicionaron instalaciones para recibir pacientes, entre otras cuestiones. Todo ello articulado con el gobierno provincial y nacional.
Sin duda, al igual que durante la pandemia, la denominada nueva normalidad tendrá una vez más a los municipios como protagonistas centrales para el bienestar de las personas.
* Alicia Aparicio. Diputada de la Nación. Frente de Todos