18/04/2024 - Edición Nº2947

Economía

Entramado social

Estudio demuestra que en La Plata las madres jefas de hogar son las más castigadas por la pobreza

06/08/2020 | Combinar la maternidad con el acceso al trabajo y su permanencia supone una problemática en la actualidad de nuestro país, y nuestra ciudad de La Plata no escapa a esa realidad. Actualmente, un informe de la Fundación FundPlata, revela que las madres jefas de hogar pertenecientes a los barrios de la periferia platense encargadas de llevar adelante la economía del hogar, presentan los índices más elevados de pobreza. Según datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) 2018, las mujeres jefas de familias, de entre 14 y 49 años, representan el 85,9% de la población, mientras los jefes (varones) representan el 14,1%.


por Redacción


Si bien las mujeres que poseen un tipo de familia biparental también trabajan, este informe pone de relieve la problemática de las mujeres jefas de hogar que no pueden elegir entre trabajar o cuidar de sus hijos. Porque en estos casos el ingreso es sólo uno y la mujer debe esforzarse el doble para poder alcanzar a cubrir las necesidades básicas del hogar, evalúa FundPlata.  De acuerdo un informe de la organización Save The Children, “Más de la mitad de las familias monoparentales tiene riesgos de caer en pobreza y la situación se complica aún más cuando se trata de madres que crían solas a sus hijos”. 

Relevamiento en territorio

Ahora bien, según consta en el informe de Fundación FundPlata, sobre 100 madres jefas de hogar de los barrios Villa Elvira, Melchor Romero, Hernández, Abasto, Los Hornos y Altos de San Lorenzo, de la ciudad de La Plata, el 57% dice estar separadas de hecho o divorciadas; el 14% sufrieron abandono por parte de sus parejas; y el 3% son viudas.  Asimismo, en la mayoría de los casos, estas madres llevan el mayor porcentaje de ingreso al hogar. De los 100 casos, 43 mujeres aportan el 100% del ingreso; 17 de ellas comparten los gastos con el otro progenitor; 10 reciben ayuda de sus propios padres -de los abuelos maternos de los hijos- ; 32 reciben una cuota alimentaria por parte de los padres de los niños -en su gran mayoría gestionadas vía judicial-; y en los 8 casos restantes, las cuotas alimentarias han podido conseguirlas solicitándolas a los abuelos paternos de los niños.  En ese sentido, Griselda Deluca Scanferla, especialista en Derecho de Familia, explicó que “el principal problema de la familia monoparental no elegida, es que por lo general se trata de mujeres madres jefas de hogar a las que sus ex parejas no les pasan cuota alimentaria y atento al trabajo informal, son inejecutables. Sumado a eso, no cumplen con el régimen de contacto”.  

La carga horaria 

En otro orden, respecto a la cantidad de horas que éstas jefas de hogar necesitan trabajar para satisfacer las necesidades básicas, se pudo establecer que las que se aportan la totalidad del ingreso trabajan entre 8 y 12 horas; mientras que aquellas que reciben ayuda externa, lo hacen al menos 6 horas diarias.  Una de las entrevistadas, al ser consultada sobre la mayor dificultad de integrar una familia monoparental, expresó que “básicamente es poder ir a trabajar. Conseguir trabajo está muy difícil, pero cuando lo conseguís, hay que ver con quien dejar a los nenes, porque con lo que me pagan es imposible contratar una niñera. Así que por lo general me ayuda algún integrante de mi familia, pero están en la misma situación que yo. A veces mis patrones me permiten llevarlos conmigo, pero se torna muy dificultoso trabajar con ellos y no rindo lo que debería”.  Y agregó que “otra de las complicaciones es la entrada y salida del colegio de los nenes, cosa que se transforma en un caos porque todos los días me voy organizando como puedo, viendo cómo hago para llevarlos. Todo esto es una tarea que me enloquece todos los días y no me deja organizarme tranquila.  Ahora bien, sobre el tipo de trabajo que llevan adelante, las 100 jefas de hogar encuestadas por FundPlata revelaron que si bien la oferta laboral ha sufrido una merma -sea un trabajo con necesidad de calificación o no; formal o informal-, sólo el 32% de ellas trabaja de lo que quiere o para lo que se capacitó, y el 63% lo hace de manera informal.

“Lejos quedó el sueño de estudiar y recibirme para estar mejor. Ahora todo mi tiempo se lo lleva el ver como pongo un plato en la mesa para mis hijos”, se lamenta una de las entrevistadas. 

La trama habitacional

En tanto, respecto del acceso al hábitat, sólo el 27% de las madres posee vivienda propia -en muchos de los casos debido a un préstamo momentáneo, compra marginal o compra de posesión-; mientras que el 43% alquila; el 17% vive con sus padres; y el 13% posee un terreno con una construcción no convencional.  “Una vez que encuentro trabajo, resulta que no llego ni al 10 del mes, porque encima tengo que pagar un alquiler. El papá de los nenes trabaja en negro así que no pude tramitar la cuota alimentaria y tampoco me ayuda a cuidarlos”, dice una jefa de hogar monoparental. 

Una conclusión preocupate

En síntesis, se puede decir que del estudio realizado -en base a 100 testimonios de mujeres madres jefas de hogar en los barrios de Villa Elvira, Melchor Romero, Hernández, Abasto, Los Hornos y Altos de San Lorenzo-, surge que más de la mitad está separada y aporta el 100% del ingreso con un trabajo, en su mayoría informal, de entre 8 y 12 horas al día. Sólo un tercio trabaja de lo que prefiere; más de la mitad no llega a cubrir las necesidades básicas y la mayoría no tiene casa propia.  “Llega la noche y estoy más agotada, sin ganas de nada. Pero todavía queda atender la casa, los nenes, bañarlos, hacer la tarea con ellos, cocinar, etc. Es muy agotador y muy injusto porque el papá también debería cargar con las obligaciones, pero bueno. Así son las cosas para nosotras”.  Este testimonio revela que el desgaste y agotamiento de la madre jefa de hogar monoparental es absoluto.  

Mujer, hogar y cuarentena

Párrafo aparte merece la mención la situación que atraviesan las mujeres jefas de hogar en tiempos de cuarentena. Si bien las tareas correspondientes al hogar y al cuidado y crianza de los hijos recae casi exclusivamente en ellas, el tiempo de dedicación se multiplica exponencialmente ya que a la crianza exclusiva, ahora se le suma el acompañamiento de educativo de los niños y niñas; los cuidados que implican una emergencia sanitaria de estas características; la violencia económica de los progenitores; la violencia de los comercios; y la mirada crítica de la sociedad. Todo ello sin contar que la mayoría de las madres que conservan su empleo, lo hacen desde su casa a través de tecnología. Poder realizar todas estas actividades y de manera eficiente, implican un desgaste físico y psicológico agotador para las mamás, ni hablar si ya se encontraban en circunstancias de vulnerabilidad económica, que hicieron que muchas de las que poseían trabajo de manera informal, tuvieran que perderlo, por no ser un trabajo esencial o por no poder realizarlo por estar a cargo de sus hijos y no poder contar con quien los cuide para ir a sus puestos de trabajo a raíz de la cuarentena.