29/04/2024 - Edición Nº2958

Politica

La mirada de Jorge Joury

El plan para rescatar al Presidente de la devaluación de la confianza

04/10/2020 | Cuando el dólar está en la tapa de los diarios y el peso se arrastra por el piso, la Argentina está en serias dificultades. Y cuando la imagen del Presidente viene en picada, significa que la gestión hace agua. La proclamada intención de Alberto Fernández de administrar las tensiones internas, tanto ideológicas como de intereses personales que traccionan en el Frente de Todos, no solo no le está resultando posible sino que el permanente ruido interno se traduce en confusión, desconfianza y parálisis.


por Jorge Joury *


Será por eso, que el sector sindical ideó un plan para empoderar a Alberto Fernández. Este 17 de octubre. Día de la Lealtad peronista, la CGT ha organizado un acto virtual para ser transmitido a millones de personas, para entronizar. al jefe de Estado como líder partidario del justicialismo. El operativo rescate de Alberto Fernández cobró fuerza y se acordó en las últimas horas con las nuevas gestiones impartidas desde la Casa Rosada, los gobernadores y la cúpula sindical.

Alberto Fernández deslizó a sus allegados que estaría dispuesto a aceptar el desafío de presidir el PJ “si es la voluntad mayoritaria del partido”, según destacaron los que estuvieron con el Presidente en estos días.

El presidente actual del PJ, José Luis Gioja, mantuvo esta semana una charla con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, para darle forma al acto del 17 de octubre en la CGT y ratificar la idea de que allí se anuncie que Alberto Fernández será el próximo presidente del PJ.  

Lo que se programa es una versión tecno y quienes quieran participar podrán hacerlo desde una aplicación para manifestaciones virtuales. Será a través de Virtualmov.com, que fue creada por Javier Grosman, organizador de eventos como los festejos del Bicentenario durante el gobierno de Cristina Kirchner.

Aquel Presidente al que la mayoría de los argentinos votaron por su mensaje de la moderación para resolver las cuestiones de Estado, hoy aparece con su imagen casi licuada tras 10 meses de gestión. Poco tiempo para gastar el crédito que le otorgó la ciudadanía. Alberto F. debería, en vez de intentar una inverosímil adaptación de los hechos, reflexionar acerca de cómo gestionar desde un protagonismo diferente. Sin embargo, hasta el presente ha resultado muy confuso en la conducción que quiere transmitir. Semejante confusión explica su vertical derrumbe en las encuestas, proporcional a su vertical ascenso en el inicio de la pandemia. El mal que aqueja al oficialismo por estas horas es la falta de confianza.

Cuatro de cada 10 ciudadanos califican como "mala" la gestión de la pandemia por parte del Gobierno, según la encuesta realizada por el Centro de Opinión Pública (COPUB) de la Universidad de Belgrano. Sin embargo, el cansancio a las medidas restrictivas llega al 86%.

En los últimos tiempos, la agenda de la Casa Rosada tiende a profundizar la confrontación en casi todos los terrenos. La estrategia en el equipo de Alberto Fernández marca a todas luces que "la mejor defensa es el ataque". De esta manera, el jefe del Estado lo que está haciendo, es darle más argumentos a quienes perciben que está acentuando su mimetización con la vicepresidenta Cristina Kirchner. Ambos parecen cada vez más unidos tanto por la defensa de los intereses particulares de CFK como por su estilo.

Esto no hace otra cosa que poner sobre el tablero de ajedrez que si el Frente de Todos fue exitoso como herramienta electoral, ahora está demostrando que es ineficiente para gobernar.

La pregunta de fondo es si este frente multi peronista que agrupa por primera vez en un mismo gobierno a socialdemócratas, setentistas, liberales y conservadores y no tiene un liderazgo hegemónico, es capaz de lograr una síntesis novedosa para un momento único gracias a que le aporta más riqueza ideológica, diversidad, matices, llamémoslo así. O si al revés, la suma de contradicciones y debates internos le agrega alguna dificultad adicional e insalvable a la ya difícil tarea de gobernar la Argentina. Por lo que se ve, en la alquimia hay sectores que se entremezclan, pulsean y se desconfían. Es gente que responde al Presidente, a Cristina, a Massa, a La Cámpora, a gobernadores, a intendentes del GBA, a movimientos sociales, a gremios… Ese rompecabezas le sirvió, y cómo, al peronismo para volver al poder. Pero una cosa es ganar elecciones y otra gobernar sin que la formula explote.

La Casa Rosada eligió confrontar con Mauricio Macri casi como una metonimia de todos los sectores que acompañaron la gestión de Cambiemos.Pero la disputa parece estar tapando el desafío inmediato de la gestión de Alberto Fernández de retomar la senda del consenso de los sectores económicos que deben impulsar la recuperación y a quienes el Estado le tiende la mano.  El plan integral de 62 medidas para salir de la crisis provocada por la pandemia sigue apareciendo en cuotas. La radicalización solo provoca mayor desconfianza en los actores económicos y hasta en un porcentaje no menor de votantes de Alberto Fernández que hoy se muestran desencantados y empiezan a alejarse velozmente del oficialismo.

En tal sentido,  se observó claramente en la última encuesta nacional de la consultora Synopsis (1674 consultados entre el 10 y el 14 de septiembre). En esa dirección, el 16,9% de quienes votaron en las elecciones presidenciales de octubre de 2019 al Frente de Todos hoy admite que lo haría por otra fuerza política. Y dentro de este particular segmento de desencantados con el oficialismo, nueve de cada diez personas tienen una imagen negativa de Cristina Kirchner. Este es un dato crucial, que le plantea a la coalición gobernante un problema de cara al próximo año electoral, al margen de los problemas económicos y sanitarios que ya enfrenta.

La oposición ha encontrado en la verborragia del Presidente un motivo para desgastarlo. Algunas expresiones del diputado nacional Luis Juez, sirven como ejemplo. El legislador le recomendó a Fernández:"Si no tiene nada ingenioso ni motivador para decir, no diga nada. Porque para todo lo que dice se le encuentra un archivo de contradicciones en media hora. Todo político puede tener un cadáver en el armario, pero Alberto tiene una morgue. Es una máquina de hablar al pedo".

En los últimos días, a partir de las divergencias que dentro del Gobierno desataron los problemas cambiarios derivados de la demanda de dólares por el público, arreciaron rumores de cambios en el gabinete presidencial. Los operadores financieros de buen olfato, comienzan a descontar algún tipo de renovación ministerial. La duda radica en el sentido que tomarían esos eventuales cambios. ¿Irán en la dirección que aguardan los potenciales inversores o en la que esperaría el Instituto Patria?

Para los observadores, es la última oportunidad del equipo económico del Presidente. Si la respuesta de los agentes económicos es negativa, él ya no tendrá otra posibilidad que remover a algunos funcionarios, cambiar su gabinete, posibilidad a la que viene resistiéndose desde hace meses.

La pandemia puso en evidencia la baja calidad de los hombres que acompañan a AF. En el caso de la economía, el cuestionamiento es cotidiano. En el caso del ministro Martín Guzmán, ocurrió pese al acuerdo con los acreedores financieros en dólares. El Presidente no es consciente de esta situación, es una coincidencia de los agentes económicos.

Y para peor, apareció en escena Domingo Cavallo para señalar que "si no se producen cambios importantes en la conformación y funcionamiento del gobierno, la crisis se agravará y la tensión social adquirirá una dimensión incluso mayor que la que se vivió en las épocas del Rodrigazo de 1975, la hiperinflación del 89 y 90 y la crisis del abandono de la convertibilidad en 2001-2002”.

Los discursos del Presidente en las últimas semanas no ofrecen mayores expectativas. Hablan de igualar para abajo, desacreditan la meritocracia y les echan la culpa de muchos males a los porteños y su aparente opulencia.
Alberto Fernández mostró nuevamente su bronca al aludir a las informaciones que dan cuenta de argentinos que cruzan la orilla para radicarse en Uruguay o que planean irse del país. Terminó pidiendo a los compatriotas "que no se vayan" y se "arremanguen" porque "hay un país que construir". Lo que no hizo el Presdiente, es mostrar las herramientas que ofrece el Gobierno para torcer esa voluntad de gente que no ve un futuro próspero en la Nación.

Más aún con una retórica anticapitalista, la falta de voluntad para detener la toma de tierras y defender la propiedad privada, ni la cada vez mayor presión impositiva, ni los ataques a la Justicia lo ayudarán a crear el clima esperanzador para persuadir a tantos argentinos de quedarse y a tantos inversores extranjeros de que arriesguen sus capitales en este suelo.

Se viene la campaña electoral 2021 y las primeras espadas del gobierno templan sus aceros, defienden el tono confrontativo de Alberto Fernández y acusan de "doble cara" a la oposición 

Como si no hubieran sido suficientemente impactantes los datos sobre la caída del PBI en el segundo trimestre (-19,1 %) y el aumento de la desocupación (llegó al 13,1%), los indicadores de pobreza estremecieron a todos. A fin de año tendremos medio país pobre y con una Mesa del Hambre impotente que funciona paradójicamente en Puerto Madero.  

Las cifras de pobreza del INDEC para el primer semestre del año que rondan en el 40%. Sin embargo, los números del segundo trimestre serán dramáticos: alrededor del 47%. Con todo el impacto de la pandemia, pero casi nada del IFE, promete ser el peor dato del año. Es una cifra que debería alertar al sistema a generar acuerdos para no jibarizar la poca confianza que le queda a la sociedad en los ordenadores de la vida diaria.

A pesar de las malas noticias, que involucran a millones de argentinos de carne y hueso afectados, el Gobierno se propone dar una fuerte batalla dialéctica. Si ya no se hubiera gastado, el espíritu de la ofensiva podría resumirse en la célebre frase "lo peor ya pasó".

Eso es lo que quedó de los encuentros que el jefe de gabinete, Santiago Cafiero, tuvo con los ministros la semana pasada y lo que se terminó de fraguar anteayer con el equipo económico en Olivos.

La inusual reunión sabatina, que se mantuvo en reserva, fue presidida por Fernández y participaron Cafiero y los ministros Matías Kulfas, Felipe Solá y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce.

Allí, al margen de los mensajes casi optimistas filtrados al exterior, primó la necesidad de hacer alineación y balanceo en el equipo económico después de los desajustes expuestos en los días convulsos que precedieron y sucedieron a la instalación del supercepo. Impostergable tarea. La confianza en el combinado oficialista no abunda ni siquiera entre su parcialidad. 

La campaña restituyente tendrá como ejes discursivos destacar "el ordenamiento de la economía" (con énfasis en la reestructuración de la deuda pública), la reducción de la inflación respecto del último año macrista (y a pesar de que se advierte un descongelamiento de los precios), la asistencia estatal para paliar los efectos de la crisis y el comienzo de una recuperación de la actividad económica, después de la parálisis inicial que impuso la cuarentena. Será una labor ardua. Los escenarios retóricos competirán con estadísticas y vivencias personales menos agradables.

"Salimos a pelear la agenda pública para defender al Gobierno", admite uno de los colaboradores más cercanos del Presidente para explicar la instalación mediática tanto de Fernández como la que se le acaba de exigir a los integrantes del Gabinete. No es la primera vez que lo intentan, pero ahora confían en algunas mejoras parciales que aparecerían en el tablero de control. De nuevo, si la frase no hubiera sido usada, podría decirse que están visualizando algunos "brotes verdes". La discrepancia de una mayoría de economistas y empresarios con esa imagen ecobotánica es adjudicada a intereses espurios. Tampoco es la primera vez que aparecen.

El Gobierno tomó decisiones desesperadas por la falta de dólares. A su vez, el Presidente conversa con  el empresariado para generar respaldo a las medidas y confianza. Al mismo tiempo, apunta a la Corte y profundiza el quiebre con la oposición. Son temas que no se agotan y crecen peligrosamente. ¿Alcanzará el intento de la CGT para rescatar la imagen presidencial?. ¿No sería mejor convocar a los economistas más prestigiosos que hay en el país y entre todos elaborar un plan de salvataje?. El país exige más que nunca de gestos patrióticos de unidad nacional. Por el camino de las mezquindades políticas no hay salida.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP y analista político. Para consultar su blogs, dirigirse al sitio: Jorge Joury De Tapas.