
por Fabricio Moschettoni, editor de ImpulsoBaires / Twitter @FMoschettoni
La justicia determinará los sucesos de los que fue protagonista la diputada de Juntos por el Cambio Carolina Píparo desde la 1.40 del primer día del año. Pero la dramática situación en la que estuvo envuelta mostró la miseria de la politización de una parte de la sociedad al posicionar de nuevo a la víctima como victimaria, al hacer un apresurado juzgamiento en redes sociales sin siquiera tener en la mesa la totalidad de argumentos para emitir un juicio de valor.
Es difícil ser víctima en Argentina. Si una persona es víctima desconocida tiene el desamparo del sistema y es sumamente cruel, y si, por el contrario, es ampliamente conocida automáticamente opera una grieta de las tantas que tenemos. Hay piquetes mentales que no nos dejan avanzar, y salen a la luz todo el tiempo.
Durante el primer día del año vimos como los juicios super exprés están a la orden del día. Cómo se evalúa un hecho, de qué forma se lo juzga y condena de una manera atroz, intempestiva, sin entender que por más conocida que sea una persona tiene sensibilidad, sentimientos, una familia, un grupo de amigos. Fue criminal el trato que se dio al tema de Píparo. Hubo odio y violencia en las redes proveniente de un sector hiperpolitizado, pero también una acción irresponsable de una parte de la comunicación o comunicadores que no tuvieron ningún reparo en publicar en sus cuentas de Twitter, por ejemplo, la denuncia completa que hacen dos personas que conducían una motocicleta que fue atropellada por el automóvil en el que iba Píparo como acompañante y manejaba su esposo. Las dos personas expuestas también son víctimas, desconocidas en este caso y débiles ante el sistema, qe encima terminan sacrificadas al publicarse su identidad de manera íntegra.
Odio, rencor, irresponsabilidad, politización y sobre todo mala fe son algunas consideraciones básicas de la seguidilla de confusos sucesos.
Si con detenimiento hacemos un análisis de la tonelada de mensajes en diferentes redes sociales que estuvieron dando vuelta se puede encontrar con que la gran mayoría de ellos tienen una vinculación política claramente. Solo alcanza con hacer una trazabilidad.
Decía al principio que es la justicia quien tiene que aclarar todo. Se lo merecen las distintas víctimas de una madrugada para el olvido, y también lo necesita la sociedad.
El suceso que recién empieza a tratarse promete extenderse todo el verano y sin dudas la situación entrará en un terreno exclusivamente política e ideológico en donde no hay medias tintas, no hay grises, se piensa de una manera o de la otra.
Píparo pagará para alguna parte del microclima político su apego a métodos duros de resolución de la inseguridad, mientras que consolidará su base de adhesiones en el otro extremo.
Esta nota también será bombardeada por un sector, y elogiada por otro. Pasa siempre en la Argentina de estos tiempos. Estamos condenados a un Boca – River eterno. Una vez más vemos cómo el piquete mental no nos deja avanzar.
El lunes el Frente de Todos en la Legislatura va a motorizar alguna iniciativa en donde se aborde el tema, y en eso estuvieron trabajando varios legisladores, entre ellos quien parece llevar adelante el posicionamiento de la cuestión, como es el diputado del peronismo platense, Guillermo Escudero, ex secretario de Seguridad durante el segundo mandato del ex intendente Pablo Bruera.
Si bien me pareció cruel la fuerte embestida política en contra de Píparo, creo al mismo tiempo que su rol de funcionaria pública la tendría que haber hecho reflexionar mucho más antes de actuar, o sea que quiero decir con esto que en determinados niveles de responsabilidad las emociones deben ser controladas por completo. No debió seguir a presuntos delincuentes ni un metro. Eso es un enorme error.
Honestamente no sé cómo puedo reaccionar si soy víctima de un feroz hecho delictivo. Hoy y acá digo que sería reflexivo y sereno, pero la verdad es que nunca me tocó. Hago esfuerzo en controlar mis emociones, es lo que además pregono y sugiero e introduzco en los diferentes análisis semanales y en estudios que vengo realizando sobre nuevas organizaciones, pero hay un punto en donde nuestra mente se transforma, sobre todo en momentos de tensión, y opera de diferente modo que cuando reina la calma. Somos humanos, nos desequilibramos cada tanto y eso no es malo, ya que un organismo en completo equilibrio va camino a la muerte. El tema es que los desequilibrios hay que controlarlos, los impulsos hay que manejarlos, sino una pequeña turbulencia inicial puede terminar en un desastre.
Ayer sábado, a las 20.30 en mi barrio del Parque Saavedra, tres motochorros atacaron armados a un joven vecino que iba en su bicicleta hacia su domicilio. Le robaron una mochila con sus documentos y un celular. El hecho se desarrolló en presencia de algunos vecinos que rápidamente dieron aviso a la policía, la que llegó minutos después pero obviamente no tuvo mucho efecto. Ese episodio se repite frecuentemente. Hace diez días también tres motociclistas (¿serán los mismos?) abordaron armados a una joven a las 11 de la mañana.
Los motochorros son un verdadero problema, los robos de esa naturaleza se vienen multiplicando en los últimos tiempos también porque hay un mensaje de impunidad que baja desde cierto sector del poder. Dejar libre a delincuentes, soltarlos de las cárceles con el argumento del coronavirus, no tener un trato digno en las cárceles para los reclusos, no cumplir con los preceptos constitucionales sobre los reos y las prisiones, tener institutos como el Patronato de Liberados algo desfinanciado, hacer cada vez más difícil a las víctimas que puedan denunciar, complicar todo, llevar al ciudadano corriente a un estrés infinito durante el suceso del que es víctima pero también luego al tener que ir a declarar quedando expuesto y sin justicia.
Con el tema de Píparo se va a encender un debate interesante en donde hablaremos por un largo tiempo de seguridad, libertad, decadencia de valores, necesidad de hacer cumplir las leyes, más rigurosidad, y será una buena oportunidad para que quienes pensemos de una manera más asociada al orden público nos podamos expresar esperado esta vez hacerlo con libertad y no recibiendo todo tipo de calificativo de las usinas de la politización constante.
Más libertad se logra con más orden, y ese orden debe ser parte de una cultura, o sea de un proyecto en común con valores compartidos. Una sociedad desordenada firma un pacto con la decadencia moral.
El otro suceso que me preocupó demasiado durante estos días tiene que ver con los enormes descuidos en la vía pública. En plena pandemia debemos, como ciudadanos, hacer nuestro aporte para la prevención, y no podemos dejarle al Estado la carga de toda la responsabilidad.
Los días previos al 31, y la tardecita del último día del año, varios muñecos o momos, y en especial los de avenida 72, ofrecían un espectáculo de irresponsabilidad absoluta. Se veía gente sin cuidados mínimos, sin barbijo, sin mantener la distancia lógica, dándose abrazos y hasta compartiendo el mismo mate u otra bebida. La culpa es un poco de todos, del Estado porque este año no era para habilitarlos, del ciudadano común porque en lugar de tener un rato de distracción responsable fue directo a contagiarse, y también de los constructores de muñecos que obraron de muy buena fe y se prepararon como nunca pero esta vez era para hacer algo testimonial solamente.
En La Plata cerramos el año con más de doscientos casos de coronavirus y se estima que en los próximos días se quintupliquen esos números, pero sin embargo actuamos como si nada pasara.
En la madrugada del primer día del 2021 la Municipalidad hizo mega operativos en conjunto con la Policía de la Provincia y la Policía Federal en donde desarticularon 28 fiestas clandestinas, y en más de la mitad las fuerzas de seguridad debieron imponer su autoridad ante la resistencia de los participantes.
La mañana de ese primer día no fue diferente. En los espacios públicos se veía demasiada gente, sobre todo jóvenes, que regresaban de reuniones y seguían tomando y compartiendo del mismo recipiente algún tipo de bebida. Esa situación alarmantemente se agravó con la inusual apertura de algunos octogonales verdes que aún subsisten en algunas plazas y paseos. Una locura.
Estos tiempos no son para ver arder momos, ni para dejar tanta facilidad para las aglomeraciones, pero la verdad que tampoco era momento para que se permita un velorio como el del futbolista Diego Maradona, ni se alienten marchas a favor o en contra de la legalización del aborto. Si desde la máxima jerarquía de conducción del país se deja hacer, es obvio que en la base misma de una sociedad democrática, como es un municipio, es muy poco el margen que queda parar actuar.
Unos días antes de fin de año se conoció la noticia publicada en el diario El Día acerca de que el Municipio debió intervenir en el predio a cargo del Sindicato Municipal para prohibir la actuación de una reconocida banda de cumbia y así evitar aglomeración de gente. Otra locura en donde los valores culturales de las sociedades se observaban nuevamente confusos.
Las cosas que hacemos o dejamos de hacer siempre tienen consecuencias. A veces en el momento, pero en la mayoría de las oportunidades las mismas se observan tiempo después.
Por eso ambos sucesos parece que no se relacionan, pero en verdad sí tienen que ver, porque en todo están en juego nuestros valores como sociedad, y la forma en la que nos paramos ante los hechos que ocurren.
Un apresurado comienzo del año político
El suceso que protagonizó Píparo abrió el año político en la Ciudad. A partir de ahora la carrera y los factores de poder se van a empezar a encolumnar en lo que asoman como dos posiciones consolidadas, o sea Juntos por el Cambio y el Frente de Todos.
Se vienen debates con concepciones ideológicas bien diferenciadas, y uno de ellos es ver qué se hace con la seguridad, y desde donde se enfocan los problemas.
Este tema tiene que ver con el país que también queremos. O buscamos un país que progrese sobre la base de valores relacionados con el orden y la libertad o bien, por el contrario, dejamos que el desorden y el “motochorrismo” nos sigan guiando.
Desde los Noventa nuestra sociedad empezó a tener una fragmentación única producto de modelos socioeconómicos que se empezaron a profundizar con la llegada del ex presidente Carlos Menem al poder en donde una aparente fiesta no permitía ver cómo lo subyacente formateaba la sociedad por venir, más proclive al individualismo o al sálvese quien pueda.
En ese marco la seguridad ciudadana empezó a ganar terreno como elemento central en nuestras vidas. Los sectores medios empezaban a tomar medidas para proteger sus bienes materiales y hasta la vida de los integrantes de una familia. Más rejas, más alarmas, más perros de seguridad, y hasta más armas. Actualmente se agregan púas, cercos perimetrales y una novedosa forma de “autodefensas” vecinales con las alarmas comunitarias, una cuestión que hace un tiempo me tocó entrevistar justamente al diputado del PJ Guillermo Escudero, quien no está de acuerdo con las mismas.
La sociedad civil, el vecino, se organiza cada vez más desde su cuadra, desde su inmediatez, por lo que me parece que impedir una alarma comunitaria también es otro mensaje a favor de la delincuencia.
Este tema en el año político que se inicia también será digno del debate. En la cuestión de seguridad es bueno hacer una radiografía de cada uno y ver bien que intereses se representa y defiende. Y hay dos polos, o se está a favor del orden o se prefiere el dejar hacer a los marginales sociales con la hipocresía de una supuesta inclusión. En la política argentina, lamentablemente, muchas veces se confunde inclusión con clientelismo.
Guía política
¿Presos políticos o políticos presos?: El pasado miércoles 30 de diciembre la Juventud Peronista realizó un debate zoom para cerrar su ciclo de formación política, y para eso invitaron como panelistas al dirigente local y ex funcionario municipal, Mariano Bruera, y al ex ministro de Planificación, Julio De Vido. La situación de los políticos con causas judiciales en Argentina, y sobre todo aquellos que estuvieron presos o deben volver a las cárceles es todo un debate importante que también marca el ángulo de la mirada de cada uno.
¿Se debe hablar de políticos presos o de presos políticos?.
El Frente de Todos se prepara y dice que le gana a Garro
Los referentes del Frente de Todos están trabajando la unidad local porque creen que mediante ella pueden ganar la elección legislativa de este año. Sostienen que “no es imposible ganar a JxC, y en las legislativas el intendente Julio Garro no será candidato. Hay que ver cómo arman las listas y cómo llegan a la elección, pero si nosotros estamos unidos no vamos a bajar de 45% de los votos”.
Reunión de verano: La Fundación Ciencia + Democracia, presidida por el abogado Sergio Palacios inició el año con un asado entre sus miembros, entre los que está el fiscal Marcelo Romero, el escribano Mariano Penas, el empresario Diego Píncipe, el abogado Guillermo Cano, y el ex funcionario comunal Juan Osaba: “empezamos un año con mucho trabajo y compromiso con la República”, fue el mensaje. ¿En qué andan?.
Internas socialistas: El mes próximo el socialismo nacional tendrá elecciones internas en la que participarán varias listas. Una de ellas la encabeza el diputado porteño Roy Cortina, la otra el veterano dirigente Héctor Polino, y hay otras formaciones vinculadas con el partido en el distrito de Santa Fe. Dicen que la contienda será clave porque además configurará el marco de alianzas del histórico partido de cara al año electoral.
El GEN de Stolbizer: Primos de socialistas y radicales (con estos últimos algo más distantes últimamente) el GEN de Margarita Stolbizer también podrá ser protagonista este año electoral. En el tablero de la lógica se los ubica cerca del ala centristas de Juntos por el Cambio, pero hasta ahora no articularon seriamente. Hay quienes dicen que marzo será el mes clave, e incluso el límite para saber si confluyen en un armado o va cada uno por su lado. “Faltan gestos”, dicen en el GEN, y desde JxC responden “van a estar, solo falta un poquito de tiempo”.
Radicales a las urnas: Marzo está a la vuelta de la esquina. Las dos formaciones provinciales, la que encabeza el diputado Maxi Abad y la que lidera el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, preparan sus motores para la gran contienda. En La Plata, Abad posicionó al diputado Diego Rovella, mientras que Posse hizo lo propio con el abogado Pablo Nicoletti, presidente del Comité de la Sección Primera.
A fin del año pasado subió el voltaje local cuando Rovella recibió el apoyo del intendente Julio Garro y Nicoletti un llamado del senador Martín Lousteau para organizar actividades.
En tanto, los de Rovella recorrieron casi todos los comités y en la Sección Séptima el concejal Raúl Abraham fue apuntado por algunos de su equipo por dejar escapar a punteros valiosos de la zona que terminaron en el bando rival. “¿Por qué se fueron?”, se preguntaron, y parece que el motivo estuvo en la celebración de un cumpleaños de 15. Raro todo.
Por su parte a Posse se lo sospecha de recibir favores del kirchnerismo para tratar de ganar la elección, e incluso se apunta a una relación de años que tiene con el diputado ex radical Leopoldo Moreau e incluso con algunos intendentes peronistas aspirantes a “nuevos barones” del conurbano.
Para pensar, los modelos mentales en las organizaciones
Al final queda la parte que me gusta más desarrollar en estos tiempos y tiene que ver con las nuevas organizaciones en el marco de un mundo volátil, ambiguo, complejo e incierto.
Hace unos días repasaba una conferencia sobre líderes de alto desempeño brindada en 2016 por el presidente del Instituto Mettaliderazgos, Roberto Mourey, un mexicano que asesoró en la temática a los ex presidentes Vicente Fox, Felipe Calderón, y que además fue asesor de Pepsi, Televisa y vicepresidente para Latinoamérica de Monsanto, en donde exaltaba como central el valor de la cultura en las organizaciones, al punto de sostener que cuanto mayor sea la misma mejores resultados se podrá obtener. (Mettaliderazgo, creando líderes de alto desempeño | Roberto Mourey | TEDxBarriodelEncino . Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=PZuSrV0hsnA&list=PLdsvgzgYrw97WptqsoLjWDN7PAS_Cvse9 )
Este tema de analizar la cultura organizacional es relativamente nuevo, pero se inscribe en el mundo que comenzó a asomar hace pocos años en donde ya tenemos que hablar de un modelo mental holístico (dinámico y no lineal) en las organizaciones, algo así como el reemplazo del modelo mental abierto que imperaba hasta hace algún tiempo pero que era lineal y más asociado a lo tradicional.
Las organizaciones, para estas nuevas corrientes de pensamiento, tienen vida, son asimilables a una persona, a un organismo vivo. Sus órganos se relacionan, falla uno y complica al conjunto, se deteriora el todo y afecta a las partes. Se trata de utilizar nuevas ciencias en el manejo organizacional, por ejemplo la física cuántica que en este caso desplaza a la física clásica con la que se inspiró Frederik Taylor en la administración industrial, hace muchos años pero que sigue vigente en el 85% de las organizaciones actuales. El manejo organizacional, sobre todo el empresarial, se basa en tomar conceptos de biología y física para comprenderlos y a su vez formatear lo que queremos lograr.
Google, Amazon, Mercado Libre, Globant, Whole Foods Market, Disney, Netflix se inscriben en este nuevo modelo, pero también hay gobiernos que así lo han entendido como por ejemplo Alemania de Angela Merkel (casualmente ella es física doctorada en química cuántica con un sobresaliente como nota final), también Uruguay con la llegada de Luis Lacalle Pou a la presidencia, o en nuestra provincia tenemos el caso incipiente de Pinamar, gobernada por Martín Yeza.
Este nuevo modelo mental que utilizamos en el estudio de administración con las perspectivas de nuevas ciencias empresariales considera que la cultura organizacional es la columna vertebral, o como Mourey la define, es asimilable al carácter de una persona, que además es diferente al clima de una organización que mide de alguna manera un momento de humor en la línea del tiempo. La cultura en una organización es todo a la vez que es abstracta y de un poder infinito, y en la mayoría de las ocasiones no la percibe quienes viven en esa organización, pero actúan con las directrices de esa cultura que comienza con los fundadores y se transmite a cada miembro. Además es difícil que la perciban las organizaciones similares o competidoras, aunque sí la localizan algunos especialistas que pueden estudiarlas y sugerir determinadas modificaciones para mejorar la salud de la organización.
Peter Drucker es considerado el mayor filósofo de la administración (management) en el Siglo XX, y decía: “la cultura se come en el desayuno a la estrategia”, y con eso quería significar que una organización puede tener la mejor estrategia del mundo pero si la cultura falla la termina pulverizando. Por el contrario, con una estrategia más o menos digna y una cultura organizacional fuerte se pueden hacer maravillas, porque hay un equipo que responde.
Dejo un ejemplo que tomo de otra disciplina y lo intervengo un poco para usarlo con la intención de describir lo que quiero decir. Imagine tener en frente suyo un televisor LED de 75 pulgadas, usted está solo concentrado en una imagen que es el fondo de un océano y cuarenta peces de colores muy llamativos que tienen un movimiento coordinado y armonioso. En un momento cierre los ojos y después de unos segundos los vuelve a abrir y solo observa un pez con movimientos alocados, ya que imaginariamente se borraron los otros 39. ¿Qué pasó?, ¿cambió la conducta del pez?. El pez hace los mismos movimientos que antes con sus pares, pero en soledad no se entiende la reacción. La cultura que necesitamos para una mejor organización está en logros conjuntos, o sea todos vinculándose en sus movimientos de manera armoniosa, esa condición se impone a cada uno de los miembros. Un solo miembro cuando se lo ve como al pez puede ser incomprensible lo que hace, pero hace lo que debe hacer de manera efectiva cuando se observa el conjunto. Si ese pez mirado individualmente hiciera movimientos ilógicos para el conjunto, el mismo entorno lo expulsa porque daña la cultura.
Usando ese ejemplo anterior, nosotros, -usted y yo-, seguro que tenemos conocidos, amigos, o allegados que ingresaron en algún momento a la función pública con determinados ideales, y luego, al tiempo que están ocupando el cargo los volvemos a encontrar y los notamos diferentes, hablando desde otro punto de vista ante temas que coincidíamos antiguamente. Nuestro amigo no se dio cuenta que cambió, pero cambió. Lo cambió la cultura de la organización. En el Estado (argentino en casi todos los niveles) lamentablemente los cambian para mal. Muchas buenas personas, capaces y entusiastas ingresan a la administración, se hacen cargo de un área con la idea de hacerla más dinámica, de posicionarla mejor de cara al contribuyente o a la gestión en general y a los dos o tres meses la organización les ganó, y el personal que venía de antes impuso sus criterios, sus movimientos, sus horarios, su burocracia. Nuestro amigo o conocido llegó para cambiar diez cosas y solo pudo cambiar una, o dos y por la mitad. Sin embargo es difícil que tome conocimiento, y por lo general actúa normal y le parece que todo está encaminado con su ritmo, aunque en realidad él incorporó el ritmo de la cultura reinante. Las organizaciones tienen cultura para bien o para mal y son muy poderosas al punto de transformar la mente de sus nuevos miembros. Nuestro amigo o conocido no pasó a ser una mala persona ni dejó de tener ideales, solo que ahora tiene un molde mental diferente, posiblemente involucionado. El problema será cuando algún día deje la función pública y quiera ingresar en una organización privada con modelo mental holístico o evolutivo.
Seguimos pensando.
Hasta el próximo domingo