
por Jorge Joury *
En el peor momento de la pandemia, con el sistema sanitario muy cerca de colapsar frente a la segunda ola de contagios y la escasez de vacunas, el Gobierno y la oposición están encerrados en la burbuja bélica, encarando una guerra sin cuartel que no deja bien parado a ninguno.
La trama incluye a un Presidente que sostiene que "media Argentina alienta el odio", cuando él mismo es el que trata de "imbéciles" a la oposición. Y luego, revive con un dibujo en twitter. la vieja antinomia del "gorilismo". Es el mismo Jefe de Estado el que toma la decisión de cerrar las escuelas, desautorizando a su propio ministro de Educación que pocas horas antes había sostenido que debían estar abiertas. Y en la otra vereda observamos a un jefe de Gobierno porteño que desacata la medida mediante artilugios judiciales, a una Corte Suprema que demora en forma exasperante su fallo determinante. Y los padres desesperados, caceroleando sin tregua para pedir que la polìtica se despierte. Es la foto más descarnada de dirigentes de ambas veredas que se acusan entre ellos de negligentes, dictadores o asesinos. También se observa a los gremios docentes, detenidos en el túnel del puente y jugando también su propio partido. Están más interesados en cautivar a sus afiliados, que en el futuro de los alumnos a los que deben educar.
La tensa situación que se vive fue graficada con una honestidad brutal y fiel a su estilo, por la titular de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, quien señaló en las últimas horas que :“estamos en una Nación sin conducción y sin racionalidad”.
Cuando fue consultada acerca de si ella no tenía miedo a que la sociedad se canse de la corrupción, a propósito del tema de la vacunación vip, o de las peleas entre diversos partidos, la dirigente respondió con una frase contundente: “Yo creo que se está cerca del "Que se vayan todos’”. Por eso pido respeto a la sociedad, serenidad y racionalidad. Porque imagínense en una casa en la que no se puede comer, y ven discusiones en televisión entre dos políticos que se pelean. La verdad que no es hora de eso. Por eso yo estoy callada”, agregó. Al respecto, señaló que en este contexto “lo principal es tener serenidad y no embarcarse en el barro de la política”.
Hasta al periodismo más racional, inexplicablemente se le ha saltado la cadena.
Marcelo Longobardi consideró por los micrófonos de Radio Mitre que "ciertos niveles estrafalarios de pobreza estructural hacen cortocircuito con una vida democrática plena". Y le echó más nafta al fuego al sostener que se va a "tener que formatear a la Argentina de un modo más autoritario. La democracia no es para cualquier país. La democracia requiere de estándares de bienestar económico, de igualdad económica, de oportunidades, de estabilidad y de falta de griterío", completó el periodista, que luego reflexionó y pidió perdón por el dislate. En este marco, la revista Noticias tituló: "Todos locos", mostrando la postal de una Argentina que está dinamitando todos los puentes de diálogo. Paradójicamente, esto ocurre a 19 años del “que se vayan todos”, un lema surgido espontáneamente en medio de los piquetes y cacerolazos que caracterizaron a la crisis del 2001. Por lo que se observa, muy poco cambió. La consigna, que exigía la renuncia masiva de los gobernantes para dar lugar a una nueva generación de políticos, sólo fue acatada por algunos pocos que decidieron “jubilarse” de la actividad política. Otros se quedaron y aún calientas sillones en despachos suntuosos con sueldos obscenos.
Por estas horas no hay dirigentes - los que votamos- que propongan cómo generar empleo para salir de la pobreza. Menos aún de como terminar con la inflación, mejorar las instituciones o incluso analizar cómo vamos a resurgir de las cenizas humeantes que deje la pandemia. Un país no se construye con cada vez más planes sociales. Darle un bono de $6.500 a los médicos y 15 mil a los piqueteros es un acto de injusticia.El populismo no es más que la tarea de crear ilusión en la gente, haciéndoles creer que mágicamente tendrán hoy lo que deberían obtener en el largo plazo, a base de esfuerzo, trabajo y dedicación, como nos enseñaron nuestros padres y abuelos. Y cuando esa ilusión termine, el mundo nos cerrará las puertas y terminaremos como Venezuela. Dios nos libre.
*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP.