
por Jorge Joury
Esta gestión atrasa. Nuestro país históricamente cuidó la diplomacia. Por poner algunos ejemplos, el Gobierno de Alfonsín tenía a Dante Caputo y Carlos Menem a Guido Di Tella, dos hombres de prestigio y con historia en las relaciones con el primer mundo. Hoy nos parecemos a un país bananero, que prioriza más la histeria ideológica que el cuidado de la armonía regional.
Lo que hay que decir frente a este escándalo con Chile, un país hermano al que deberíamos imitar en sus políticas de desarrollo, es que Rafael Bielsa y Alberto Fernández tienen el mismo pensamiento sobre José Kast, el candidato a Presidente que puede transformarse en sucesor de Sebastián Piñera, si vence a Gabriel Boric en el balotaje convocado para el próximo 19 de diciembre.
A Bielsa no se le saltó la cadena. Todo lo contrario. Ejecutó una estrategia coherente con la política exterior del gobierno que representa, que lo único que le importa son los modelos populistas y autoritarios. Para el kirchnerismo es de manual que a las autocracias y a las dictaduras amigas se les perdona todo. Por ejemplo, las violaciones a los derechos humanos y los crímenes de lesa humanidad.
Lo que hizo Bielsa fue fusilar por anti argentino al candidato de derecha Jose Antonio Kast . Significa repetir la misma partitura como cuando se puso del lado en la defensa del líder terrorista de la RAM Jones Huala acusado por un ataque incendiario en el vecino país y de encender la mecha en el sur de nuestro territorio con brigadas armadas al servicio de uns facción de depredadores y usurpadores de tierras.
Bielsa no actúa como Embajador de Argentina sino como representante de una sector político que se está alineado con las peores naciones del continente, condenadas por las democracias del mundo entero. La historia desafortunadamente tiene otros antecedentes de escándalos diplomáticos, como cuando Carlos Raimundi, embajador ante la OEA nos puso a la luz del mundo como cómplices de las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua, absteniéndose de cualquier condena hacia ellas.
En la lectura final de los hechos, Bielsa y Raimundi no actúan como embajadores de un país democrático. Más bien sólo ejecutan con precisión los dictados de Cristina Kirchner, la mujer más influyente del gobierno. La misma que permanentemente con sus prédicas se abraza al régimen cubano y que si pudiera le entregaría en bandeja los recursos del país a China. La que no dudó en bloquear vacunas con tal de priorizar las soviéticas de Putin, que encima no llegaron en tiempo y forma.
Que la cancillería haya aclarado que Bielsa habla a título personal, es una estrategia de pobre alcance. Una manera de sacarse el peso de encima oficialmente y dejar al canciller en orsay. Se llama pegar y esconder el brazo. El comunicado oficial de la cancillería señaló que “La Argentina no opina en medio de un proceso electoral y vamos a seguir trabajando con el gobierno que resulte electo”. Otra mentira encubierta para mostrar una mesura que no existe. Del otro lado de la cordillera no comen vidrio y lo consideran una “intromisión inaceptable”.
*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la Universidad Nacional de La Plata. El 22 de noviembre de 2017, el Concejo Deliberante de La Plata lo declaró "personalidad destacada en el periodismo".