16/04/2024 - Edición Nº2945

Economía

Contrapoder

Sin dólares y con un ajuste maquillado, el plan plurianual para seducir al FMI calienta motores

08/12/2021 | Hay diferentes síntomas sociales que ponen a cielo abierto un ajuste encubierto. Y una de ellas, según marcan las estadísticas, tiene que ver con que actualmente una de cada tres personas de clase media descendieron un escalón y viajan inexorablemente hacia el nicho de la pobreza. O que el salario cada mes tenga menor poder adquisitivo. O que tengamos como regalo de fin de año impuestos más distorsivos. Y en este contexto de arenas movedizas, el Banco Central vive una agonía diaria con la aguja que marca tanque vacío en las reservas y rogando al cielo que no se dispare una corrida.


por Jorge Joury


El orígen de casi todos los males es que el país con cepo se encuentra  sin una de las dos monedas que necesita para vivir con tranquilidad. Carece de dólares, los que necesita para pagar sus deudas o para que su industria pueda producir. Para que el campo pueda comprar sus insumos. O para que su sociedad ahorre en la moneda que ahorra y para que viaje, como lo hacen los ciudadanos del mundo civilizado, donde quieran y cuando quieran. 

Según los expertos, actualmente apenas hay reservas para un mes de importaciones. Y con cepo, es imposible que lleguen inversiones porque el país es riesgoso. El deterioro de las variables económicas añade una presión insoportable a la ya de por sí delicada tarea de negociar con el Fondo Monetario Internacional (FMI) un ajuste disfrazado de “plan plurianual para el desarrollo sustentable”. 

Alberto Fernández planea que el acuerdo con el FMI sea una suerte de un relanzamiento de su gobierno. Un reseteo refrescante que le permita desplegar su hasta ahora frustrada promesa de poner en marcha un gobierno de orientación socialdemócrata, en su versión uruguaya. Lo que se quiere dar es una señal  de responsabilidad fiscal y macroeconómica con sentido social.

Existe un amplio consenso en la clase política de que el acuerdo es indispensable para el futuro de la Argentina y que sin este el caos económico sería aún mayor.

Los industriales y la CGT juegan a favor de la Casa Rosada. Coinciden en que el Gobierno debe apurar las negociaciones con Washington y mostrar convicción para marcar el rumbo. Saben que una explosión cambiaria llevaría al país a un escenario de boicot, con una llamarada inflacionaria en la cual ningún salario podrá salir indemne.

El Gobierno aún no quiere decirlo, pero todo indica que las tarifas congeladas para la energía ya están en tiempos de descuento, probablemente sean segmentadas y pasarán también por el tamiz de Cristina. Además está en las gateras el aumento de la nafta. 

Se cae de maduro que el Fondo también requerirá las reformas laboral, monetaria e impositiva, además de ajustar el sistema previsional, Son recetas caras para el peronismo, ya que seguramente los gremios pondrán el grito en el cielo. 

El Estado, aunque no le guste, tendrá que achicar su barriga ancha, detener la generosa maquinita de imprimir billetes y sepultar definitivamente el denigrante "Plan Platita" . Otro de los desafíos será reducir sustancialmente los planes sociales. El Gobierno reparte $21 millones diarios entre los piqueteros favoritos de Alberto Fernández, cooperativas y grupos mapuches

Hay otro dato inquietante de la economía: este Gobierno lleva 720 días devaluando, no es que dice va a devaluar o no, devalúa diariamente. El economista Carlos Melconián lo compara con el reloj de un taxi.“El precio del dólar es inviable”, afirmó. Y evaluó: “Lo que estamos es en un proceso de demanda permanente. La Argentina es una economía que tranza en pesos y ahorra en dólares y en los momentos conflictivos pide más dólares. Lo único que calmó todo eso fue la convertibilidad, hasta que el exceso terminó mal, eso es historia antigua. Más que una corrida, estamos en un exceso de demanda permanente que solamente se cubre cuando en la primera parte del año viene la oferta de dólares de la cosecha gruesa que supera a la demanda de dólares que no cesa, y ahí tenés seis meses de tranquilidad. Hace dos años mínimo que siempre la demanda es un taxi mensual, la controla el super cepo pero es un taxi, 12 meses de un taxi”, dijo Melconián.

Frente a este escenario,otro economista y diputado nacional electo por Avanza Libertad, José Luis Espert, alertó que se debe encarar un recorte en las erogaciones y que no hacerlo ante el temor a una reacción social negativa sería peor que no realizarlo.

Espert opinó que la baja del déficit “tiene que ser muy abrupta” y que debe darse principalmente a través de un recorte del gasto público. En ese sentido, apuntó contra la estructura del Estado: “Tenés 21 ministerios, volvamos a 8. Hay 1800 empleados en la Biblioteca del Congreso, con 200 se arregla, echemos el resto”.

Además, afirmó que debe haber “cero pesos para las organizaciones sociales ” y retirar la asistencia estatal a los “piqueteros” que tengan “mal dado” el subsidio.

Tras enumerar los recortes en el gasto público, con despidos en el Estado y quita de planes sociales a las organizaciones sociales, Espert se refirió a posibles reacciones negativas: “Se prende fuego el país aunque no lo hagas”.
Pero el kirchnerismo empezó a buscar un culpable para las decisiones que afectan a los sectores medios. “La clase media no podrá viajar al exterior si hay acuerdo con el Fondo”, dijo Oscar Parrilli, el vocero más duro de Cristina Kirchner. El Fondo Monetario es el culpable, entonces. Y también el acuerdo, si es que esto ocurre. Resalta a todas luces la contradicción de la coalición gobernante. Mientras el Presidente y su cambiante ministro de Economía, Martín Guzmán, trabajan por un acuerdo rápido con el organismo multilateral, el kirchnerismo toma distancia prudente del FMI y del acuerdo. Se reserva el derecho a veto, pero tampoco quiere colocar sobre sus espaldas un eventual estallido que termine con un país en llamas.

Parrilli es un hábil manipulador de la realidad. Se maneja de acuerdo con los dictados de CFK. “O se le paga al Fondo o la clase media viaja al exterior”, señaló como quien da a elegir entre el suicidio y la muerte voluntaria. 

Con un ojo puesto en la dinámica inflacionaria y en plena discusión con el FMI, el Gobierno empieza a pensar en mover las fichas de dos variables clave: el tipo de cambio y la tasa de interés. Ninguna de ambas va a seguir un sendero reconocible y predecible por el mercado, sino que se van a ir ajustando de acuerdo a lo que ocurra con la inflación, en base al aprendizaje que dejó lo ocurrido en el cierre del 2020, cuando se empezaron a espiralizar al activarlas. 
Mientras tanto, en un marco de gran hermetismo, la comitiva del Ministerio de Economía y el Banco Central negocian a contrarreloj en Washington con la plana mayor del FMI. El Gobierno espera poder presentar la próxima semana el plan plurianual que incluirá los entendimientos alcanzados con el organismo. Para ello, los enviados buscan acercar posiciones con la burocracia del organismo en los puntos más tensos de las metas macroeconómicas de cara al cierre del acuerdo técnico, que se convertirá en la brújula de nuestra economía. Pero nada es gratis para el Fondo. El organismo internacional pone como condición acortar la brecha cambiaria. Significa una devaluación, que sumaría de manera inmediata millones de pobres. Sobre esa sangría llegaría un ajuste de tarifas para achicar el déficit vía reducción de subsidios. El Gobierno quiere ir poniéndolo en contexto, pero con anestesia. Hay que tener en claro que la idea de un acuerdo con el FMI sin un ajuste, pertenece al mundo de la fantasía.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la Universidad Nacional de La Plata. El 22 de noviembre de 2017, el Concejo Deliberante de La Plata lo declaró "personalidad destacada en el periodismo".

 

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