18/04/2024 - Edición Nº2947

La Plata

La semana que pasó

La vida cotidiana: plata quemada en subsidios y una propuesta sustentable

16/01/2022 | Cambio climático, países pobres, altos subsidios al sistema energético, colapsos por demanda, incorrectas políticas públicas, poca imaginación en el cambio de paradigma mundial sobre energías, son algunos de los conceptos para analizar de una manera punzante. Estamos en un cambio de época. O lo entendemos y empezamos la transición, o fuerzas inmanejables, como por ejemplo los efectos del cambio climático, nos llevarán al abismo. Un anticipo lo estamos viviendo estos días en donde el sistema energético no tiene capacidad de respuestas y la política carece de imaginación. ¡Qué será del “punto azul pálido” y nuestro micropunto dentro de ese pixel en la foto del sistema solar!.


por Fabricio Moschettoni, editor de ImpulsoBaires Twitter @FMoschettoni


Hasta el año pasado recuerdo que en nuestro ciclo radial, “Decisión 96”, por Radio 96.7, los oyentes preguntaban a los economistas y a los periodistas que nos especializamos en algunos aspectos de la economía sobre qué podían hacer si tenían algunos excedentes en sus ingresos, y los entendidos en materia económica daban un marco general de inversiones, y quienes somos más prácticos decíamos: el abecé del buen ahorrista indica que primero llena la alacena y el refrigerador, y después de eso puede pensar un destino más floreciente para sus devaluados papeles pintados, y así hacerlos rendir un poco más.

Siempre es complicado recomendar sobre inversiones y hasta poco ético, porque puede haber algún marco tendencioso, y por eso lo mejor para un interesado es el cara a cara con un profesional especialista en la materia, por ejemplo, con su contador de confianza o algunos otros buenos profesionales de las ciencias económicas o empresariales. Pero el abecé no se discute: alacena y refrigerador.

En estos días pensaba en cuánto habrá lamentado un empleado que cobró su medio aguinaldo, no tenía pensado viajes ni renovación de su hogar y lo destinó a llenar el freezer y su refrigerador. Posiblemente haya comprado asado de tira, a razón de $ 1.000 el kilo, tapa de nalga de novillo, a $ 840 el kilo, vacío congelado, a $ 700 el kilo, algún peceto a $ 1.150 el kilo, algunos filetes de merluza a $ 720 el kilo, algún pejerrey a $ 860 el kilo, algún que otro pollo a $ 680, pastas, lácteos, quesos, algunas milanesas de soja o de espinaca, algunos postres o helados. Haciendo una gira por diversas cadenas de supermercados se puede establecer un promedio bastante arbitrario pero que podría ser de alrededor de $ 25.000 o algo más.

Y estos días con la ola de calor encima había una suerte de lotería en donde el tema no era tanto saber cuándo iba a tocar un corte, sino de que duración sería. En algunos lugares del Gran Buenos Aires, y también de La Plata hubo más de doce horas de corte. Imaginen ese refrigerador, imaginen ese freezer, e imaginen esos ahorros evaporados en ese tiempo.

A eso le sumamos los costos del comerciantes pequeños o medianos, que tienen algún local en el que producen o venden alimentos. El jueves, en medio de un corte fuerte en la zona de Parque Saavedra, en La Plata, una vecina que tiene un emprendimiento de fábrica de comidas me dijo: “pago $ 27.000 en el local y $ 7.000 en casa (de factura de luz). Tuve que tirar gran parte, y ahora ¿quién lo devuelve?”. La mujer, con esfuerzo, llamó a un electricista y colocó un grupo electrógeno, pero no alcanzó a torcer la voluntad destructora de casi 14 horas sin servicio.

No hubo presencia de los organismos que defienden a usuarios y consumidores como se debe, tampoco acompañaron las defensorías públicas. El ciudadano prácticamente solo. De todos modos, el bloque de concejales de Juntos sobre el fin de semana presentó un proyecto en donde se pide a ABSA y a EDELAP una indemnización a usuarios afectados. Más allá de eso, el problema es mucho más grave y debe ser enfrentado con una profundidad que convoque a distintos actores políticos, empresarios, y de asociaciones de usuarios.

Por su parte, el Partido GEN mediante el ex concejal Gastón Crespo volvió a pedir la intervención del Estado provincial para regularizar tanto el servicio de agua como mejorar la distribución energética: “tenemos un Estado provincial ausente”, dijeron y recordaron todas los pedidos que ese espacio viene haciendo desde hace varios años.

No hay que dejar de subrayar que a muchos políticos, no a todos por suerte, estas cuentas que obedecen a lo microeconómico o a la economía hogareña muy poco les importa. Tienen de sobra en sus ingresos mensuales como para ocuparse en pensar en lo que cuesta un kilo de carne, de pejerrey, o algún pollo, o pastas frescas o lácteos. Sin embargo, esto que vivimos es el primer impacto, en caliente, que nos sirve para entender por qué la situación del clima aplicado a nuestra vida cotidiana es irreversible, y cómo afecta a nuestros apretados bolsillos. 

El gobierno se jacta de subsidiar el consumo de energía eléctrica, sobre todo apunta al conglomerado de AMBA, en donde hay unos 2.988.056 usuarios para el área de concesión de EDENOR y 2.501.499 para EDESUR según el Ente Nacional de Regulación Eléctrica (ENRE), y a eso hay que agregar los más de 365.000 usuarios de EDELAP, empresa regulada por OCEBA.

Las políticas de subsidios al sector energético deben ser puntuales y con tiempos de comienzo y final. Por ejemplo, en una economía debilitada se puede inyectar subsidios a determinadas líneas de producción hasta recuperarlas y luego liberar el auxilio, y así rotar en diferentes segmentos. Pero no se puede subsidiar eternamente porque se produce un déficit en nuestro presupuesto público que termina en dos caminos a veces utilizados en conjunto u otras alternados: endeudamiento o emisión; y cualquiera de ambos concluye en la góndola representado por la inflación, o sea con el aumento del costo de vida.

Hasta el mismo ex ministro de Planificación de la era fuerte del kirchnerismo, Julio De Vido, entendió en un momento que los subsidios tenían que restringirse porque ya no se podían resolver, y porque los tiempos de la economía mundial arrastraban también a nuestras reservas. Sin reservas no hay bolsillo amplio del Estado. 

Sin embargo, para la política tradicional de Argentina quitar subsidios a la energía es perder elecciones y así siempre lo entendieron. Y nada más falsa que esa teoría porque este gobierno perdió las elecciones del 2021 en el año en el que más subsidios se aplicó a la energía.

Un trabajo publicado por el diario Río Negro que utilizó como fuentes a la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP) y a una recopilación de la consultora Economía y Energía mostró números aterradores.

Dice el artículo que en el año que finalizó los subsidios al sector energético alcanzaron los US$ 10.900 M, lo que representó un 2.5% del Producto Bruto Interno, y además un 74% más que 2020.

De ese paquete gigante US$ 7.300 M fueron a la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa).

La política de subsidio energético para la electricidad siempre mira más a los grandes conglomerados del AMBA, lo que además es muy injusto para el resto del país.

Es verdad que en 2022 la idea del Gobierno es reducir los subsidios y hacer que impacten en un 1.8% del PBI, pero sin embargo es un gráfico que todavía está en pañales, y además hay que contextualizar en un marco de incremento de precios internacionales que podría esfumar esa aparente reducción a partir de segmentación.

Ahora bien, nuestro país viene con una política de subsidios en la boleta de luz o gas desde larguísimos años, y solo con la presidencia de Mauricio Macri se trató de sincerar la situación a un costo político verdaderamente alto. Se hizo gran parte del saneamiento, aunque generó amplia resistencia de algunos sectores.

Lo cierto es que esta política de subsidios es ineficiente porque no representa mejor calidad de servicio, porque las empresas no pueden invertir como corresponde porque terminan gastando para solventar costos corrientes, porque no está adaptada al contexto de la economía global y sus cambios, y además porque termina impactando con virulencia en la inflación. Recordemos que 2021 cerramos con más de 50% de inflación y que diciembre fue de 3.8%, y que para el 2022 posiblemente estemos en porcentajes superiores, incluso algunos economistas hablan de bastante más que 60% anual.

El cambio climático está entre nosotros y la migración ambiental arruinará todo mucho más

Lo seguro que tenemos es que el Estado no puede subsidiar más, y que el cambio climático no se va a detener por lo que las estaciones tradicionales quedaron desdibujadas y además vamos a un camino de calentamiento global con consecuencias terribles para los países pobres. Hay que decir con todas las letras: el compromiso del COP26 de Glasgow no es lo suficientemente firme como para garantizar el objetivo de limitar el calentamiento planetario en 1.5 grados.

En esta columna venimos reiterando sobre los efectos dañinos del cambio climático como producto de las acciones del hombre. Los mares crecerán y podría terminar siendo su incremento de más de medio metro, o tal vez un metro, y eso gracias a la destrucción del temible “glaciar del Juicio Final”, en la Antártida; y con eso las poblaciones pobres de las costas sufrirán terribles consecuencias, habrá más ciclones y huracanes que invadirán el territorio y habrá una consecuente migración interna como efecto del clima.

El geólogo Nick Holschuh, del Amherst College, reconocía hace más de un año que si se observara el continente antártico desde arriba, verían que "la mancha roja más brillante está en el borde de la capa de hielo de la Antártida Occidental, que es donde Thwaites y Pine Island están disminuyendo como locos". (Recuperado de El País, España).

Un artículo de National Geographic es muy terminante: “es probable que antes de 2026, el glaciar Thwaites (el del Juicio Final) del tamaño del Reino Unido inicie su colapso, provocando un aumento de más de 60 centímetros del nivel del mar”. (Recuperado de NG en Español)

Ahora bien, imaginen lo que ocurrirá en nuestras costas de países pobres, y situemos nuestra mirada en el conurbano y Gran La Plata en donde se establece una enorme cantidad de habitantes, muchos de ellos en asentamientos sin el mínimo de los servicios, y la mayoría cerca de arroyos o el mismísimo Río de la plata.

Cuando el agua a nivel global empiece a crecer, cuando los fenómenos climáticos sean inesperados y devastadores los primeros afectados estarán en esa región, y por lo tanto se producirá una migración interna. Así como hace décadas legiones de ciudadanos del interior y países limítrofes se establecían en el conurbano con el sueño (frustrado) de un futuro mejor ahora el proceso será inverso. Enormes caravanas de pobladores de sitios vulnerables tomarán sus pocas pertenencias para establecerse en pueblos y ciudades del interior y generarán una crisis de graves consecuencias sociales. Las poblaciones tranquilas del interior van a perder su forma de vida, los servicios colapsarán, las fuentes de empleo van a escasear, la violencia crecerá y la inseguridad ciudadana será un fastidio total, y además crecerá el narcotráfico. 

La infraestructura de servicios en el interior también va a colapsar sobre todo en provisión de electricidad, y mucho más sucederá si reciben una avalancha de pobladores extras, como podrían ser los futuros migrantes ambientales. Ciudades del partido de Lincoln tuvieron varias horas sin luz, incluso el día 24 de diciembre; este sábado en la zona de Junín y Mercedes hubo cortes como producto de la salida de servicio de una línea de 500 Kw; en Pinamar en días previos también hubo interrupciones de servicios; en 25 de Mayo ocurrió exactamente lo mismo y el bloque del GEN – Evolución en el Concejo Deliberante, entre ellos el edil Ramiro Egüen, pidieron informes a la empresa EDEN S.A., a cargo del servicio por cortes los días 11, 12 y 13 de enero. Lo mismo ocurrió en la ciudad de Stroeder, partido de Carmen de Patagones durante la noche del jueves y el viernes, y así podemos hacer una extensa lista.

En ese marco están nuestra electricidad pero también nuestro gas, y nuestros servicios hoy subsidiados, que ya no podrán estar más subsidiados y crearán una crisis mayor porque no se tomaron previsiones, y por eso acá me atrevo a colocar un primer tema en debate: cambiar la matriz energética.

¿Y si vamos a la energía limpia?

Hoy en el AMBA hay una enorme cantidad de conexiones clandestinas, y eso cualquier distribuidora lo sabe porque lucha día a día, hay una masa enorme de subsidios y el servicio es malo y la desinversión es moneda corriente. Resultado: colapso.

Hoy una tarifa domiciliaria de energía eléctrica es más barata para el bolsillo de muchísimas personas que el combo cable, celulares e internet. Eso no puede seguir pasando. La energía tiene un costo, y se debe pagar lo que se consume a un precio de mercado. No se resuelve en cada verano amenazando con retiros de concesiones o anticuados estatismos, y la prueba está en la prima hermana de las energéticas, ABSA S.A., una compañía proveedora de agua y cloacas en donde más del 95% del paquete accionario es del estado provincial y su funcionamiento es de lo peor.

Subsidiar es plata quemada y además no se crea una educación ecológica o de cuidado de los recursos energéticos.


Si embargo no estamos del todo perdidos, porque hay una salida que no es de la noche a la mañana y que puede tardar unos años pero sin embargo es sustentable, y hablamos de cambiar la matriz energética gradualmente.
Si el Estado corta los subsidios y deja los mismos a individuos puntuales y vulnerables (jubilados que cobran una jubilación mínima o muy baja, por ejemplo), podría colocar en marcha una política de créditos a baja tasa para que los hogares adquieran paneles solares y empiecen a reemplazar la energía tradicional por una más limpia.

Hace un tiempo la política crediticia para estos emprendimientos fue puesta en práctica por Banco de Córdoba, Banco Ciudad, Banco de la Nación Argentina, algunos aspectos de la banca cooperativa, entre otras cuestiones. Pero falta una política de Estado corpulenta para llevarla adelante.

Y además desde noviembre de 2018 está en vigencia la ley 27.424 que da marco para que los usuarios puedan usar energías renovables para el autoconsumo de hogares, edificios, pymes e industrias. Se llama Generación Distribuida, y es la generación de energía en punto de consumo con el objetivo de reducir gastos en la factura de electricidad y el excedente se puede inyectar a la red para que otros la consuman y así se genera un crédito a favor del usuario generador.

Además de ser un respiro para la factura mensual de los usuarios de manera real y no subsidiada, este sistema generará enormes cantidades de puestos de trabajo calificados y una multiplicación de emprendimientos que se pueden sumar a los muy buenos que funcionan actualmente fabricando y armando paneles solares, baterías y otros insumos.

En estos días los medios de comunicación hicieron notas a fabricantes de paneles solares e instaladores para hablar del tema, y una interesante propuesta está en un artículo del portal IProfesional, llamado 
“Ola de consultas por kits anti cortes de luz: esto es lo que cuesta instalar paneles solares en una casa”, y allí se exponen algunos costos y factibilidades.

Lo cierto es que un sistema mínimo tendría un costo aproximado de u$S 2.800, o sea $ 302.000 al tipo de cambio del Banco Nación del pasado 11 de enero. Pero claramente los costos se van a ver reducidos enormemente si hay posibilidades de expandir el negocio con más ofertas y nuevos emprendimientos a partir de una demanda que crecerá movida por créditos blandos que el Estado podrá dar a usuarios interesados con lo que hasta ahora se utiliza para subsidiar.

Con los créditos del Estado, además, como se recuperan mes a mes mediante cancelación de cuotas se terminará sacando del sistema una enorme masa de pesos que luego de cumplir una función específica y puntual como es equipar a un hogar para que no necesite más subsidios y además generar un ahorro de 40% en su factura mensual de electricidad.

En menos de diez años es posible cambiar la matriz energética de este enorme AMBA, con casi seis millones de usuarios de electricidad, y con una masa de subsidios que pocos se animaron a tocar.

Los subsidios, mientras tantos, tendrán que enfocarse en parte de la industria, y buscar originalidad en las universidades públicas para que no impacte fuertemente en su presupuesto, en donde se deberá premiar a aquellas que empiecen con programas de conversión de la matriz energética hasta utilizar energía limpia de manera total en una década. Los clubes de barrio y similares tendrán ayudas únicas para adquirir equipos por parte de los Municipios y los estados provinciales, a cambio de ceder parte de sus instalaciones para programas educativos, y los establecimientos educativos primarios y secundarios empezarán a cambiar su matriz de electricidad en caso de Provincia de Buenos Aires con inyecciones de recursos del Banco Provincia.

En La Plata, por ejemplo, se está experimentando con la construcción de un jardín de infantes cien por ciento sustentable en Villa Elisa, a cargo del Fondo Educativo de la Municipalidad, y podría ser la llave para masificar las construcciones de nuevos edificios educativos con parámetros de sustentabilidad total.

La idea de la Secretaría de Cultura y Educación se basó para la construcción de ese piloto teniendo en cuenta un pilar ambiental: “en carácter de dar solución a las problemáticas ambientales, se propone una construcción de diseño ambientalmente consciente, que reduzca la demanda energética en climatización, mediante técnicas pasivas de control para racionalizar recursos energéticos climáticos: orientaciones, ventilaciones cruzadas, uso de materiales aislantes, inercia térmica con muros y altura de locales, extracción de aire caliente mediante dispositivos eólicos.; en combinación con nuevos recursos tecnológicos: en electricidad, con el aporte de paneles solares y la implementación de equipos led en iluminación y ++A en electrodomésticos; y la reducción del uso y de las instalaciones de gas, utilizando equipos Colectores solares para el calentamiento de agua”.

El cambio climático producto de la insensibilidad del hombre lo estamos padeciendo. Las economías pobres lo sufrirán más que las ricas. Los desmontes del Amazona, los incendios de bosques en nuestro país y otros puntos del planeta, la intransigencia de los países hiper industrializados por contribuir a una desaceleración, el estilo de consumo alimenticio basado en mega granjas de animales, nuestro gran consumismo desenfrenado son todas malas noticias.

Para tomar más conciencia les propongo una fantástica intervención de Carlos Briones, doctor en Ciencias Químicas e investigador en España del Centro de Astrobiología, organismo dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial, INTA, asociado al Programa de Astrobiología de la NASA. El científico, uno de los divulgadores más didácticos del momento, lanzó en “BBVA Aprendamos Juntos” un contundente mensaje medio ambiental: "No hay un planeta B para la humanidad. Tenemos que cuidarlo porque si no el clima acabará llegando a extremos insoportables para la biodiversidad".  

Dijo: "un calentamiento progresivo puede generar una crisis de biodiversidad", tanto de animales como de microorganismos que ya se observa, y alterar para siempre la dinámica ecológica del planeta. 

Y además, el investigador tomó una caracterización de nuestro planeta mirado desde el espacio que había hecho su colega Carl Sagan con una famosa foto del Voyager 1 de hace más de 30 años y desde una distancia de aproximadamente 6.000 millones de kilómetros de la tierra: el “punto azul pálido” (así llamó Sagan a la visión planetaria desde esa distancia) en el que vivimos ha sufrido algunos cambios climáticos irreversibles y otros de los cuales todavía no conocemos sus consecuencias.

Lo peor está llegando, pero todavía no llegó, aunque falta poco tiempo. Posiblemente muchos de ustedes, o tal vez yo mismo, lo experimentemos antes de dejar nuestras vidas. Si no producimos cambios sustentables estaremos todos perdidos. La energía y en particular la matriz de electricidad no se pude cambiar en dos días, sino que es un proceso de al menos una década para nuestro ámbito. Es momento de empezar con optimismo, acabando con medidas populistas y enfrentando el problema como es.

Estos días de extremo calor y poca respuesta del sistema energético nos sirvieron para darnos cuenta lo frágiles que somos, y cómo depende nuestro bienestar de la vida cotidiana en función de la fuente energética que usemos.

Les dejo mi participación de este sábado en el programa Impulso Ciudadano, por Radio La Red de Mar del Plata.

Hasta el próximo domingo.