25/04/2024 - Edición Nº2954

Politica

Contrapoder

Teléfono para Cavallo y suena el plan chau peso

30/04/2022 | Un joven argentino de 21 años que se fue a vivir a Toronto, por falta de oportunidades en el país, dijo hace unos días en una entrevista televisiva que prefiere vivir en medio del frío temible de Canadá y no tener que ahorrar en pesos. Es otra prueba irrebatible, de que los argentinos no tenemos moneda. Esta preocupación mayoritaria, ha llevado a Juntos Por el Cambio a poner manos a la obra en un plan económico. En él trabajan muchos especialistas, pero lo novedoso, es la participación de Domingo Cavallo, el padre de la convertibilidad (FOTO). La idea es que el país tenga una nueva moneda, con menos ceros, si el año próximo llega al poder esa alternativa política.


por Jorge Joury *


En este contexto, no se puede dejar de observar que con el paso de los años nos hemos visto sacudidos por los efectos de cinco monedas. La pérdida de su valor obligó a quitarles ceros. La primera, y la más longeva, fue el peso moneda nacional, que nació en 1881. Duró hasta 1969 y cayó en manos de una inflación acumulada de 50.230%. Luego vino el peso ley 18.188, que le restó dos ceros al anterior, entró en vigor el primer día de 1970 y fue reemplazado por el peso argentino, en 1983. Allí quedaron otros cuatro ceros en el camino.El austral aterrizó en 1985 y le sacó otros tres ceros a su antecesor. Se desgastó con una inflación superior a cinco millones por ciento y nació el peso, que les tachó otros cuatro ceros a los papeles. 

Mientras tanto, el oficialismo está quemando infructuosamente las últimas balas que le quedan en la cartuchera. En el desenfreno por la cosecha adeptos por dinero bajo la forma de planes, bonos, subsidios al transporte y la energía, jubilaciones sin aportes, las reservas y luego el crédito, ahora están demoliendo lo que queda de la moneda. El despilfarro se complementa con una presión impositiva creciente y una emisión fuera de toda racionalidad que pone en riesgo el futuro.

Esta estrategia ha estancado la economía y aumentado la pobreza, pero le permitió al kirchnerismo ganar cuatro elecciones presidenciales en 20 años. Una, con el 54% de los votos. Perdió en 2015, pero volvió al poder en 2019 prometiendo mantener el modelo populista deficitario ¿por qué, entonces, habría de cambiarlo? El problema es que hoy para el oficialismo la situación es insostenible porque ya no le quedan activos para quemar. Pero como está a la vista, el Gobierno no tiene otro plan. Su operatoria le podría costar una Inflación anual del 70% y atraso del dólar. Ese es el combo que proyectan los economistas para este año a pesar del acuerdo con el FMI.

Frente a este escenario, hay datos que favorecen a la oposición: el 74% de los argentinos esperan del próximo gobierno un plan económico. Así lo señala el encuestador Jorge Giacobbe & Asociados.
Hoy las discusiones en la oposición proponen quitarle al menos un cero al próximo billete, en caso de que haya coincidencia por el plan.

Hace tiempo que vengo señalando en mis artículos que se necesita un plan económico para dar previsibilidad y fortalecer nuestra moneda. Pero frente a un presidente visiblemente erosionado desde su propio espacio, es imposible sembrar ilusiones. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los fogonazos inflacionarios/devaluatorios de nuestra historia tuvieron como protagonista principal a una presidencia débil como la de Alberto Fernández.

Por el momento la demanda de pesos no muestra señales de que estemos en el camino hacia una hiper. Pero cuidado, ya sabemos que sin un programa antiinflacionario serio y con dudas sobre la gobernabilidad, cualquier noticia o evento negativo (político o económico) puede servir de gatillo para que la inflación se desborde irremediablemente. Muchos cruzan los dedos para que esto suceda cuando irremediablemente se apliquen las nuevas tarifas de luz y gas.

Contra las cuerdas y bajo fuerte y persistente presión de La Cámpora, Martín Guzmán anunció los bonos por $ 220.000 millones y al mismo tiempo un proyecto para gravar la “renta inesperada”. Fue la excusa que necesitaba el dólar para salir de la siesta y volver a los primeros planos de la atención ciudadana.

Frente a este escenario y sabiendo que lo que está por venir será extremadamente difícil para quien sea elegido como el nuevo inquilino de la Casa Rosada, en Juntos por el  Cambio se están dando los primeros trazos para salir lo antes que se pueda del pozo si les toca gobernar a partir del 2023. Hay quienes sugieren que en los primeros tres meses de gestión, con todas las primeras mieles del poder, debe aplicarse una política de shock.

Los que están abocados de lleno  al plan económico son el ex ministros de Economía, Hernán Lacunza, cercano a Larreta y María Eugenia Vidal; el diputado Luciano Laspina, asesor clave de Patricia Bullrich y Carlos Melconian, que dialoga con todos los signos políticos desde su lugar en la Fundación Mediterránea. Allí está redactando un plan económico para el próximo presidente, cualquiera sea su extracción partidaria.

Detrás de estos especialistas trabaja una segunda línea de funcionarios históricos ahora revalorizados por llamadas telefónicas, mensajes de WhatsApp y pedidos de reunión. El más importante es Domingo Cavallo, quien se reunió dos veces con Mauricio Macri en su casa de Acassuso y la otra en un restaurante en Palermo. Cavallo dialoga con todos y consulta con Horacio Liendo, colaborador del ex ministro en los años 90 y redactor del plan de convertibilidad a partir de las ideas de Carlos Pellegrini. Hoy el escenario es otro al que le tocó con Carlos Menem, por lo tanto hay que implementar otros resortes.
El plan cuenta con el apoyo de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, Horacio Rodríguez Larreta y algunos radicales que también se entusiasman.

No hay que olvidar, que Domingo Cavallo fue el rostro económico de los noventa que logró 10 años de estabilidad en el país. Fue además el ministro que concentró más poder desde la vuelta de la democracia. Durante su gestión impulsó reformas audaces que trastocaron las bases de la economía argentina. Su nombre quedó asociado para siempre con la convertibilidad que terminó con la hiperinflación, pero también con la crisis de 2001, que marcó el fin de su carrera política. Pero ahora vuelve a emerger ante la falta de ideas para encontrar otra ruta.

Por lo que se sabe, existe consenso para implementar un cambio en el régimen monetario en el marco de un programa de estabilización y crecimiento. Además de los economistas del PRO, hay que señalar que esta es una línea de trabajo que también siguen el libertario Javier Milei y el diputado radical Alejandro Cacace, por poner ejemplos extremos.

Este nuevo rumbo tiene que ver con eliminar impuestos, hacer reformas estructurales y profundas, como agilizar las regulaciones del Estado, eliminar la distorsión de precios relativos (subas de luz y gas) y clausurar rápidamente el déficit fiscal para ganar confianza. Pero también otras medidas que incluso cambiarían la manera en que se compran y venden las cosas en la Argentina.

Esta no es la primera oferta que evalúa la oposición. Roberto Cachanosky se reunió el año pasado con Mauricio Macri. Entre las cinco ideas que le llevó, figuraba la posibilidad de ir hacia un sistema bimonetario. Es decir, que la gente pueda pagar con pesos, pero también con dólares, lo que compra. Patricia Bullrich piensa algo similar, inspirada por Laspina. El diputado, junto a sus compañeros Ricardo López Murphy (Republicanos), Martín Tetaz (Evolución Radical), José Luis Espert (Avanza Libertad) y Waldo Wolff (PRO), presentó esta semana un proyecto de ley que es requisito para cualquier reforma monetaria.

Lacunza, que maneja los equipos de la Fundación Pensar, lo planteó en reuniones reservadas en la sede del Gobierno porteño. Lo escucharon distintos socios de Juntos por el Cambio.

Segundas y terceras líneas del Pro, también están abocadas a estudiar un caso aún más irreverente. Buscan determinar cómo ocurrió “el milagro” venezolano y qué podría ocurrir en la Argentina, salvando distancias estructurales importantes, si la receta que usa Nicolás Maduro se aplica en el país. Hay que señalar que con la  soga al cuello de una inflación altísima, el régimen bolivariano aplicó un fuerte ajuste y autorizó la dolarización de hecho, al hacer la vista gorda a las operaciones que se hacen con la moneda norteamericana. El efecto hasta ahora es esperanzador. Se logró bajar la inflación y el país que era récord, ahora tiene mejores perspectivas que la Argentina.

El supuesto detrás de esa idea es que la convivencia con el dólar hará mejor al peso, porque si la moneda local no está a la altura, nadie querrá utilizarla. Para que el peso, o su sucesor, empiece a rendir, el Banco Central tendría que ser autónomo para manejarse con prudencia.

Para Juntos por el Cambio hoy el shock ocupa el lugar que antes tenía el gradualismo. El equipo de Bullrich le encargó al de Orlando Ferreres que hiciera ejercicios econométricos para anticipar cómo podrían reaccionar en el futuro los hilos de la Argentina frente a ciertos cambios. Por ejemplo, si se bajan impuestos que se consideran improductivos (en la mira están Ingresos Brutos y el del cheque), así como cuál es la reducción necesaria del déficit para generar un golpe de confianza.

Los borradores de la oposición avanzan y apuntan a reducir drásticamente la emisión, principal motivo de la inflación. Por ahora el proyecto es una aspiración de deseos, pero en economía se necesita mucho más que esto para ganar una elección. Hace pila de años que los argentinos no conocemos una plataforma electoral. Es hora de ofrecerle un plan sólido a la gente. Caso contrario, los laureles se los va a terminar llevando Milei, el cuco de todos, que viene capitalizando la bronca contra la actual dirigencia.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la Universidad Nacional de La Plata. El 22 de noviembre de 2017, el Concejo Deliberante de La Plata lo declaró "personalidad destacada en el periodismo"

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