25/04/2024 - Edición Nº2954

Politica

Contrapoder

Massa entre Shimon Péres o la silla eléctrica

13/08/2022 | Con el dato de la inflación de julio, 7,4%, la más alta en 20 años, Sergio Massa empieza a paladear la amarga sensación que tiene por delante un camino sinuoso que lo puede llevar hacia la silla eléctrica. Conoce el remedio que hay que aplicar, pero sabe que Cristina no se lo dejará. Devaluar sertía sumar más millones de pobres, con un costo social demasiado grande. Y además, significaría rifar todas las posibilidades del FdT para el 2023. Massa no tiene un plan económico sustentable. Tendrá que utilizar solo analgésicos para calmar provisoriamente el dolor.


por Jorge Joury *


Sus anuncios aparecen como un catálogo de buenas intenciones.  Pero ya ni siquiera se observa un fuerte giro económico como el que el mercado financiero experimentó de manera incipiente cuando se conoció su designación como nuevo ministro de Economía. 

Si Massa realmente quiere corregir el rumbo, tiene que mirarse en el espejo del milagro israelí, que pulverizó en un año el 500% de inflación. Pero para ello, hay que tener el coraje y la voluntad política que mostró el ex primer ministro Shimon Péres. Sería bueno que mirara el documental de Netflix para inspirarse.

Hoy los empresarios no miran al tigrense con el mismo optimismo de los primeros días de su desembarco. En lo que va de su gestión, ya se perdieron 1.300 millones de dólares de las reservas y se corre el riesgo de quedarnos sin Banco Central. Hay quienes dicen que a este ritmo, las reservas podrían agotarse en 15 días. y en este contexto, son muchos los que aseguran que los días de Miguel Pesce a cargo de la entidad, están contados.

Tampoco se conoce el paradero de los 7 mil millones de dólares, cuyo préstamo -según Massa- prometieron algunos bancos privados. Y encima, no llega la plata del BID. Por ahora todas son fantasías que pululan en medio de una nube de humo. Si esto continúa así, la  figura del  "superministro" se va a terminar diluyendo o podría sucumbir en la fábrica de demoliciones de Cristina. Massa hoy está tan endeble, que ni siquiera puede encontrar al economista que le oficie de viceministro para encender la luz en la macro.

Argentina se parece más a un avión con el tanque de combustible pinchado, que va perdiendo altura, con el riesgo  seguro de estrellarse. Lo que se está observando, es que no estamos en el buen camino, sino frente a un mero conjunto de medidas aisladas y ya conocidas. Una prueba de ello, es el fuerte tarifazo que pagará la clase media, la más castigada por este modelo populista. En esta dirección, la baja en los dólares y el riesgo país que también decreció en el desembarco de Massa, por estas horas corren el riesgo de quedar como una cáscara vacía, en el marco de una situación que se encamina a profundizar los desequilibrios macroeconómicos.

Massa le vendió a Cristina que había que aplicar el ajuste ahora. Y si duele, que duela, para dejar las buenas noticias para el año electoral que viene.

El tigrense por ahora cuenta con el crédito que tienen los recién asumidos. Pero debe apurarse, porque esta sensación puede licuarse rápidamente, frente a una sociedad impaciente que empezó a manifestarse con escraches y repudios callejeros la impotencia de sus dirigentes para resolver los problemas.Lo que más urge, es conocer las medidas antiinflacionarias que son las que más impactan en el bolsillo.

Reducir subsidios a la energía por unos 110 millones de pesos de acá a fin de año y más de 500 mil millones en 2023, recortar el gasto en casi todos los ministerios, frenar la emisión monetaria y hacer crecer las reservas a como dé lugar echando mano de anticipos de los exportadores y hacer frente a las expectativas devaluatorias de los agentes económicos, son parte de ese esquema, pero que no termine en humo.

Massa convocó a referentes de todos los ministerios para ajustar el gasto en el Estado.Pero no alcanza, la gente está esperando un gesto  patriótico casi una utopía: que los funcionarios se  bajen un porcentaje del sueldo, que en la mayoría de los casos son cifras obscenas, que superan con holgura a las del sector privado.

En la misma línea ya se encuentra en marcha una auditoría a gran escala sobre los planes. En el país hay 182 programas sociales a cargo de distintos ministerios que se llevaron el año pasado 7 billones de pesos de las arcas estatales y para este 2022 tiene presupuestado poco más de esa cifra. Pero tal como viene la ejecución presupuestaria se terminará gastando aún más, y las organizaciones piqueteras presionan por aumentar esa cifra con el argumento cierto de la inflación descontrolada que les derrite la ayuda.

Con la foto del ajuste en marcha, Massa viajará a fin de mes a Washington, Nueva York, París y Qatar. Desde el país árabe podría traerse un crédito ofrecido por un fondo soberano. Habrá que ver qué garantías se le exigen a cambio.

A diferencia de Guzmán y Batakis, Massa espera mostrar ante los centros financieros internacionales el ordenamiento de las cuentas públicas, para que en el corto plazo posible se haga realidad el sueño de que Argentina recupere el crédito a tasas bajas, como cuando era confiable.

El verdadero objetivo de Massa es que casi después de una década en la que se preparó, ganó experiencia y sedujo al círculo rojo, su paso por el Palacio de Hacienda se convierta en el trampolín para sentarse en el sillón de Rivadavia a partir de diciembre del año próximo.

Es considerado un "facilitador de negocios" y son muchos los intereses locales e internacionales que se mueven detrás de él, especialmente el litio y las obras del gasoducto Néstor Kirchner, que pueden llevar alivio a un mundo sediento de energía, dispuesto a poner miles de millones de dólares con tal de lograr una cuota.

En este contexto de vacilaciones, durante un acto en Lomas de Zamora, Alberto Fernández  no tuvo mejor idea que sacar de la galera una vieja fórmula que registra una cadena de fracasos en el pasado. Para recuperar la iniciativa, adelantó que convocará a empresarios y sindicalistas para negociar un acuerdo de precios y salarios por 60 días. El anuncio del Presidente, parece como una tomada de pelo para ganar tiempo y lo que generó fue una enorme sorpresa entre las segundas líneas de la cartera económica, quienes no estaban trabajando en esta línea por el momento. Encima, la CGT contestó que no levantará la movilización del 17.

Massa se mueve en un mar de intrigas internas. Cristina toma distancia del ajuste de hecho y se concentra en sus propias preocupaciones, que tienen que ver más con el delicado frente judicial que tiene por delante. Y Alberto Fernández busca darle una impronta al irrelevante lugar que le dejaron en el manejo en el poder. Esa mezcla vuelve a poner en primer plano la nueva postal de una interna que no cicatriza, después del sacudón por la renuncia de Martín Guzmán.

Para encontrar un camino, tal vez Massa debería mirar el documental de Netflix, donde está estampado a fuego el coraje de Shimon Péres. Allí se da cuenta que el premier  se encerró 36 horas con su gabinete hasta que cerró un ajuste brutal con una frase inolvidable: "Aceptan o los echo a todos". Precisamente ese fue el inicio del resurgimiento israelí. 

Aquel escenario,  tiene semejanzas con la situación de Argentina y marca que el gradualismo y los parches no funcionan cuando se trata de extirpar el cáncer y evitar que se extienda hasta provocar amputaciones como las que se están observando en el tejido social.

 

La escoba nueva de Massa no está barriendo bien. El ministro está malgastando la primera cuota de oxígeno que se le dio, repartiendo sarasa como su antecesor Martín Guzmán. Si está dispuesto a aplicar un plan de austeridad, hay que dejarlo claro y estamparlo en los números. El mercado esperaba al menos una devaluación disfrazada, pero una devaluación al fin. El desdoblamiento cambiario, para  algunos  especialistas, podría ser el camino para una solución de fondo, que es algo muy distinto a tomar deuda con intereses leoninos, para predicar falsamente que se están sumando reservas. 

Con una inflación anualizada que seguramente pisará el 100%, la pobreza en el 50%, indigencia de casi  20%, desempleo en el 30%, salarios y jubilaciones comparables con un país bananero, Massa tiene por delante la obligación de llevar alivio a una sociedad agotada que exige soluciones con medidas concretas ya. Pero el tiempo se acaba. Es necesario dejar atrás las nubes de humo, antes de que se avive el fuego y la silla eléctrica termine sumando un ministro más en su largo catálogo.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la Universidad Nacional de La Plata. El 22 de noviembre de 2017, el Concejo Deliberante de La Plata lo declaró "personalidad destacada en el periodismo".