02/05/2025 - Edición Nº3326

La Plata

La semana que pasó

La vida cotidiana: el año que debemos evitar vivir en peligro

31/12/2022 | Apenas, en esta ocasión, serán unos párrafos para despedir el año que se va y estar expectantes por el que está llegando en algunas horas. Pero en este sábado se adelanta de nuevo la tradicional columna que con sus 18 años de vigencia tiene mayoría de edad, con derechos y obligaciones en plenitud, y solo la intención es compartir algunas reflexiones para pensar en lo que está por venir y en lo importante que somos.


por Fabricio Moschettoni, editor de Impulso Baires. Twitter @FMoschettoni


Del editor en primera persona

Un ejercicio que hago hace mucho tiempo es releer todos los 31 de diciembre El Principito, la fantástica obra de Antoine De Saint-Exupéry (1900-1944), aquel aviador de los momentos difíciles de la aviación que supo dejar un legado invalorable con su obra dedicada a un tal León Werth “cuando era niño”, y ya desde esas breves líneas de la dedicatoria nos desnuda en vida y nos lleva a ese niño que alguna vez fuimos.

Para mí leer El Principito es emocionarme, es reírme y es llorar, es penetrar una vez al año hasta lo más profundo de mi alma, es reencontrarme, es de alguna forma purificarme, y además me sirve para clasificar a las personas, y cuando escucho que lo leyeron alguna vez enseguida busco saber qué sintieron: si se emocionaron son buenas personas, y si no tuvieron alguna emoción es una señal suficiente para no creerles. Y a los que no lo leyeron se los recomiendo encarecidamente, aunque ya no sean niños.

El fin de semana pasado escribí esta columna empezando con la “teoría del eterno retorno” de Friedrich Nietzsche, y prometo el año próximo profundizar porque entiendo que coincidía con la Navidad y posiblemente no era el momento más indicado para leer una columna tan pesada. Por eso hoy apenas dejo estas palabras con párrafos desordenados solo para compartir disparadores de ocasión.

Del lado del camino en que te encuentres seguramente vas a entender que el año entrante será clave para nuestras vidas, y para las generaciones que vienen. Seguro que a la frase “clave para nuestras vidas” la leíste muchas veces, y a los de mi generación nos acompaña desde que fuimos chicos con el alfonsinismo y después siguió. Entiendo que pueden ser promesas de cambio de nuestras vidas seguidas luego por una decepción mayúscula.

Pero estoy seguro que esta vez será una bisagra lo que ocurra el próximo año para nuestra institucionalidad. Vamos a valorar la república o a ver como triunfa un modelo absolutista, y esa cuestión es posible que hasta sea transversal.

En el 2023 se juega nuestro contrato social, nuestra verificación de saber si estamos aceptando una determinada cantidad de valores y ordenadores para nuestras vidas o queremos otra cosa.

Cada uno de nosotros será protagonista al momento de votar, de elegir, de decidir el camino que queremos transitar.

Pero es que en un momento debemos dejar de mirar para el costado. Nuestros gobernantes son el reflejo de nuestras decisiones, de nuestras votaciones, de nuestras elecciones. 

Por eso a la hora de ejercer nuestro derecho y de cumplir con nuestra obligación debemos ser exigentes con nosotros mismos y saber que tenemos que utilizar la cabeza, debemos ser fríos y calculadores.

No podemos más seguir diciendo que toda la culpa es de la política, porque la política somos nosotros, y podemos ser más protagonistas si nos animamos a entrar a la estructura que más nos guste y participar, de faltarle el respeto al poder, de despreciarlo, de alzar la voz cuando no estemos de acuerdo con algo e intentar ser nosotros los que encabecemos una propuesta. La mejor forma de tener poder es maltratarlo, despreciarlo, hacerle sentir que no nos interesa, por eso digo que hay que faltarle el respeto. El poder se siente un Leviatán, aquel monstruo bíblico que utilizó Thomás Hobbes para su obra en 1651, entre el absolutismo y la apertura a la discusión del contrato social. Pero los hombres y mujeres no somos todos malos, sino que hay apenas excepciones que están al margen de las buenas prácticas, por eso ese Leviatán no es necesario.

Tenemos inflación y debemos soportar que nos mientan en la cara diciendo que la emisión monetaria no es la que la genera. ¿Pero a dónde hemos llegado?. Lo peor es escuchar a economistas que defienden esa teoría. La inflación es simple de entenderla: imaginemos un mercado con determinada cantidad de productos y en donde el valor de los mismos se establece en base a demanda y oferta, y hay una determinada base monetaria, y luego imaginemos que de golpe llueven billetes y la gente por un momento tiene más disponibilidad pero la oferta es igual o menor, y allí se produce el aumento escalonado de precios. El populismo para sostenerse nunca buscó cambios verdaderos en la estructura socio económica, sino que generó esa fantasía de regalar dinero sobre la base de emitir de manera descontrolada, o aumentar el endeudamiento para seguir regalando, o hasta aumentar los impuestos para conseguir esa fidelización de una buena parte del electorado.

Estas son las cosas que debemos discutir el año que viene, y en función de eso tenemos que motivar nuestro voto. Nada será simpático, absolutamente nada.

Ningún camino para el desarrollo será fácil. Seguramente el esfuerzo que debemos hacer será inmenso y hasta nos va a generar mucho dolor, sacrificios y nos va a desangrar. Pero si lo hacemos bien nos transformaremos en héroes y dejaremos para los años que vienen un país ordenado, con riquezas, con una buena educación y con la cultura del trabajo en ascenso sobre la base del mérito.

Para finalizar dejo un video protagonizado por el Coro de Niños del Teatro Colón que, tal como El Principito, podrá emocionarte. Refleja a esos niños que tenemos seguramente en nuestro interior y también a los niños de ahora buscando un futuro mejor, y además refleja el orden con el que trabajó nuestra selección nacional de fútbol para lograr el éxito y alcanzar la tercera estrella mundial.

Orden, disciplina, perfil bajo, armonía, compañerismo, solidaridad, equilibrio, abrazos, libertad, trabajo, creatividad, esfuerzo y mérito: eso es lo que deseo para el 2023.

Desde la semana próxima retornamos al análisis habitual.