
por Redacción
El analista político añadió que: "la figura de la vicepresidenta a los ojos de todos, aparece hoy como una política cada vez más débil, impotente de influir decisivamente en el Gobierno que creó o, sobre todo, de lograr una conquista importante en su proyecto fundamental, que consiste en escapar del radio de la justicia. Luego de un largo período donde resultaba barato, o incluso redituable, pegarle al presidente de la Nación, ahora algunos dirigentes del oficialismo empiezan a entender que hacerle sentir el rigor de su propia medicina a CFK, también puede ser redituable en el año electoral. Tomar distancia del fracaso K, más aún, en las provincias en donde ya quedó claro que las boletas bendecidas por Cristina Kirchner, si es que le permiten usar la lapicera, caminarán con el viento en contra, es un escudo protector para garantizar los votos. Hasta en el propio frente gremial están convencidos que la relación con el kirchnerismo no tiene regreso y que hay que buscar otro atajo con un candidato propio del peronismo y no dejarle más espacio a La Cámpora. Hablan de hasta el siempre "servicial" todo terreno, Daniel Scioli que hizo una buena gestión en Brasil y saldrá a pelearle el título anti grieta a Larreta . La diáspora en el nicho K comenzó la semana pasada, cuando cuatro senadores nacionales pegaron el portazo. Se dieron cuenta de que había llegado la hora de que el interés le ganara al miedo, o, si alguien quisiera ponerlo en términos más agradables, de que el pragmatismo sepultara las convicciones y se abrieran las puertas de la traición.
La fuga fue prolijamente urdida con la intención de que Cristina Kirchner quedara sin posibilidad de reacción. El miércoles, la vicepresidenta se enteró de la fractura cuando ya la conocían los periodistas parlamentarios y varios días después de que fueran informados los senadores de Juntos por el Cambio. Antes de negar su salida a sus colegas kirchneristas, el jujeño Guillermo Snopek, por ejemplo, ya había hablado del tema con el radical Alfredo Cornejo y con Humberto Schiavoni, del PRO.
La vicepresidenta quedó nocaut y en su desconcierto no tuvo otro camino que difundir una carta que le mandó Snopek para convencerla de que se iba del bloque de Cristina porque estaba enojado con Alberto Fernández.
El mismo miércoles, en el entorno de Cristina tenían otra explicación para el quiebre. Decían que Snopek, el correntino Carlos Camau Espínola, la puntana Eugenia Catalfamo y el entrerriano Edgardo Kueider se habían escapado para revalorizar su peso en las provincias que representan. Lo consideraban un movimiento inevitable en un contexto preelectoral donde se paladea un sabor amargo de una derrota nacional.
Ahora la pregunta que le eriza la piel al Instituto Patria es si este principio de rebelión que unió a personajes distintos como Schiaretti y Alberto Rodríguez Saá podría multiplicarse y convertirse en una sangría más importante para el Frente de Todos.
En el oficialismo empezaron a germinar los candidatos y ahora se postulan, Daniel Scioli y Juan Grabois
También se anotó el ex director del Banco Nación, Claudio Lozano por Unidad Popular.
Lo que queda claro de la movida, es que con una Cristina peligrosa y dueña de los fierros, nadie se habría animado a dar un salto de estas características.
Otro dato a tener en cuenta es la decadencia del brazo movilizador y motivador de La Cámpora. Lo que se nota hoy es el progresivo envejecimiento de sus cuadros y el fracaso del trasvasamiento generacional. Es una crisis existencial. Nacieron como una agrupación juvenil y hoy todos los líderes, con los bolsillos llenos y sueldos grandilocuentes en el Estado, tienen 45 o 50 años y no hay recambio. Intentaron ser una organización al estilo de los años 70, revolucionarios y con cuadros territoriales, estructurada verticalmente y pensada desde la ocupación del Estado, y hoy terminaron apoyando un capitalismo con buena onda como el que propone Sergio Massa. Está claro que el corrimiento de Cristina afectó políticamente al Frente de Todos en su conjunto, pero para La Cámpora representó además una interpelación a su naturaleza ideológica y a su lógica de construcción de poder.Tan movilizador resultó el desafío planteado, y tan insuficientes fueron las alternativas, que la respuesta que se resolvió dar quedó otra vez en el terreno de la construcción del relato: hay que rescatar a Cristina de las garras de la Justicia, “desproscribirla” y que vuelva a ejercer de líder y candidata. En el fondo, hoy prima la frustración y ni siquiera Máximo tiene la chapa de conductor. El riesgo de licuación del kirchnerismo, cada vez es más notorio.
Después de 5 meses sin hablarse, Cristina y Alberto van a volverse a ver las caras en el Congreso. Será cuando el Presidente brinde su informe ante la Asamblea Legislativa sobre lo que piensa hacer este año. Habrá que observar la gestualidad de una Cristina irritada cuando el Jefe de Estado señale que gobernó bien e intentará ir por la reelección", finalizó el analista.