
por Jorge Joury
Antes era diferente. Conocí a Alberto Balestrini, uno de los hombres emblemáticos de la política, cuando era intendente de ese distrito y remaba con fuerza para su comunidad, mientras el Gran Buenos Aires explotaba de ollas populares.Todavía tengo el recuerdo de la fragancia del humo del tabaco de sus habanos. Me llega además con nostalgia su voz ronca.
Por aquel entonces, solíamos reunirnos casi una vez por mes, para charlar sobre la realidad de aquellos años duros. "Quisiera verla a Elisa Carrió aunque sea un día sentada sobre este volcán. Aquí hay que gestionar y atender los reclamos de la gente. Es fácil criticar desde afuera", me decía con cierta indignación.
Me pregunto hoy cómo Balestrini definiría a su sucesor, Fernando Espinoza, el hombre que nunca encanece y vive en Puerto Madero. Espinoza se sentó en el mismo sillón de Balestrini años después de haber sido su chofer.
Si bien es cierto que el derrotero de este personaje polémico acumula lealtad, también suma servilismo dentro del peronismo matancero. Heredó el distrito de su jefe político y superó rispideces con Néstor Kirchner, se acomodó a la ausencia de su líder y ganó elecciones, hasta con el 60,5% de los votos.
Espinoza prefiere contratar números artísticos para distraer a la población y pagar sumas cuantiosas para ese circo, mientras la calidad de vida en su distrito es de las peores. Allí brillan por su ausencia, el agua potable y las cloacas en la mayoría de los barrios.
Además, ha inaugurado hasta dos y tres veces, hospitales que no funcionan. En la mirada de la oposición, las deficiencias de gestión en salud, vivienda y falta de infraestructura básica convierten a La Matanza en uno de los territorios más carenciados y abandonados en la geografía bonaerense. Espinoza tampoco se salva de las denuncias por violencia política, clientelismo y hasta de acoso sexual por una ex secretaria.
En su foja se lee que fue secretario general de la Juventud Peronista, pero su verdadera carrera política comenzó cuando ofició de chofer de Balestrini. Caminó de su lado desde los 80 y enseguida comenzó su ascenso: fue concejal en 1999 y, en su segundo mandato, presidió el Concejo Deliberante.
Cuando para la mayoría de los vecinos era un desconocido, Espinoza asumió como intendente en 2005. Balestrini, clave para el kirchnerismo en la provincia, se había ganado la presidencia de la Cámara de Diputados y La Matanza, el bastión peronista que lo había hecho referente, quedaba en manos de su hombre de confianza.
Muchos se preguntan: ¿Por qué fue Espinoza el sucesor? Los adeptos a Balestrini destacan la lealtad que mantuvo el actual intendente con el caudillo. Desde la oposición peronista, en cambio, señalan: "Es un dirigente pícaro y sin demasiadas aspiraciones. Balestrini le entregó el municipio porque Fernando es un tipo dominable". Si bien Balestrini delegó su poder, no lo dejó vigilar de cerca porque desconfiaba. "Puso a un puñado de funcionarios de su confianza en lugares clave y pasaba una vez por semana para ordenar las cosas", reveló un caudillo del PJ matancero.
Dos años después, en 2009, las elecciones legislativas fueron una pesadilla para el kirchnerismo en la provincia, pero el flamante intendente hizo los deberes: fue candidato testimonial y ganó el municipio. Pese al triunfo, su poder en el Concejo Deliberante quedó menguado.
Y como si fuera poco, Espinoza acumula una denuncia de Melody Rakauskas, su ex secretaria, quien asegura que fue abusada sexualmente por el funcionario en abril de 2021.
La denuncia contra el dirigente kirchnerista está radicada en la fiscalía N°8 en lo Criminal y Correccional de Capital Federal. Espinoza hace campaña con el slogan "La Matanza avanza", algo que va en contra de la realidad.
Lo que puedo asegurar hoy, es que a Balestrini no se le escapaba la liebre. Le podían asesinar un chofer de micros en su territorio asolado por la insegurtidad, pero hubiera sido el primero en ir a dar la cara. No es el caso de Espinoza que se escondió, apelando al mejor manual del kirchnerismo de mirar hacia otro lado. Balestrini era un político con actitud y pergaminos. A tal punto que fue además diputado nacional entre 1989 y 1995, fue senador provincial desde 1995 hasta 1992 e intendente matancero por los períodos 1999-2003 y 2003-2005. En 2005 fue elegido diputado nacional por la provincia de Buenos Aires, y asumió como presidente de la cámara baja porque Néstor Kirchner advirtió su cintura política. Fue vicegobernador de Buenos Aires desde el 10 de diciembre de 2007 hasta el 7 de abril de 2010, fecha en que tuvo un accidente cerebrovascular que lo sacó de la primera plana de la política.
Recuerdo que una vez, me confió sin pelos en la lengua la operatoria oscura del piquetero Luis D'Elia quien le hacía un corte de ruta por día en su territorio. Balestrini por aquel entonces puteaba contra el piquetero y me confió: "es un hombre sin escrúpulos. La historia se encargará de juzgarlo".
Cuando observo hoy lo que es La Matanza, creo que si Balestrini se levantase de la tumba, los mataría a todos por haber transgredido los principios básicos del peronismo.
Si bien es cierto que define una elección por la densidad poblacional, La Matanza hoy está cargada de desgracias que hacen dudar dónde poner el voto a su sufrido electorado. Ese territorio imita a Rosario, por el fuerte avance del narcotráfico, está plagado de homicidios y ajustes de cuentas con connivencia policial y la mitad de su economía es trucha, lo que se dice un caldo de cultivo ideal para que un fósforo encendido haga volar el polvorín.
*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la Universidad Nacional de La Plata. El 22 de noviembre de 2017, el Concejo Deliberante de La Plata lo declaró "personalidad destacada en el periodismo".