
por Fabricio Moschettoni, editor de Impulso Baires. Twitter @FMoschettoni
Hoy estamos ante un mundo en donde las democracias occidentales están sufriendo de falta de representación porque primeramente no están encontrando respuestas a los problemas más elementales de la población. Eso ocurre en prácticamente todo el mundo occidental. Vemos a la vieja Europa en donde la llama de los nacionalismos extremos siempre termina estando viva en países centrales, las democracias liberales son débiles; en América, Estados Unidos perdió definitivamente la batalla por el liderazgo mundial unipolar, y ni siquiera ahora hay dos polos sino que el poder está diseminado entre diversas potencias; y desde México hacia el sur la inestabilidad es la moneda corriente en prácticamente todos los países, sobre todo en los más importantes como Colombia, Brasil y Argentina.
El Estado real pulseando con corporaciones ilegales. El Estado formal siendo absolutamente determinista. El narcotráfico, que se confunde con el Estado en varias naciones en especial de nuestro continente; el terrorismo internacional que maneja sus propios códigos y hace apariciones o retiradas con un paso adelante del orden mundial; y el crecimiento económico de oriente que empieza a mostrar más nitidez en sus pasos estratégicos.
El orden mundial conocido hasta ahora en materia económica está teniendo fisuras importantes, y una de ellas es la economía digital que avanza a paso agigantado. Vemos las monedas virtuales no reguladas cómo se mueven en un mundo de extrema volatilidad desafiando a la economía tradicional. Son un hecho y no van a desaparecer, sino por el contrario, en un futuro próximo van a desarticular a la banca convencional. Por un lado, es positivo porque rompe con los sistemas financieros convencionales que nunca terminaron siendo la herramienta necesaria para políticas de desarrollo real, sino que operan con beneficios extraordinarios, fueron los responsables directos del crash de 1929 y ahora por estos días vemos los salvatajes que los gobiernos hacen sobre esas entidades para evitar que sean piezas de un dominó que terminan arrasando todo un armado.
En ese marco se asomó un nuevo poder que crea temor, y es la Inteligencia Artificial, que terminará siendo el gobierno de todos los gobiernos, el poder de todos los poderes, incluso más absoluto que el bíblico Leviatán tomado por Hobbes para representar ese estado absolutista necesario para cobijar la supervivencia y garantizar un orden que no se hubiese imaginado jamás. La diferencia con el Leviatán de hace siglos es que este no es producto de un acuerdo social.
Yuval Noah Harari, historiador y filósofo israelí, es uno de los que solicita la interrupción del avance de la I.A., y ahora advierte sobre los peligros que dicha tecnología causará a la humanidad.
Mediante una charla con el diario británico The Telegraph, el historiador hizo hincapié en que no estaba seguro de que la humanidad pudiera sobrevivir a la inteligencia artificial.
Harari explicó que inteligencias artificiales como el ChatGPT "son la primera tecnología de la historia que crea historias".
La I.A. no solo difunde contenidos, sino que además puede producir realidades, y además directamente puede convertirse en la nueva máquina de destrucción masivas, mucho más que pesadillas atómicas, biológicas, e incluso dejando atrás a todas las matanzas que vivió la humanidad en el corto pero terrorífico siglo XX.
Los gobiernos de las democracias occidentales son débiles. La I.A. avanza como un poder absoluto. Por eso es momento de actuar en bloques, y es preciso que en nuestro caso el Parlasur empiece a dar su debate para que los países del bloque se manifiesten ante esta cuestión en donde está en juego la humanidad.
El Parlasur no puede seguir ausente de los grandes problemas que afectan a todas las regiones del mundo.
Mercosur, la Comunidad Andina, el Parlamento Centroamericano, lazos hacia el Parlamento Europeo. Toda la comunidad mundial debe tomar a la Inteligencia Artificial como la gran amenaza de la humanidad.
No es una pregunta a un chat magnífico, no es resolver un examen mediante un programa super avanzado que ordena datos y los presenta ante una pregunta, no es un reportaje imaginario como el publicado por una revista hace algunas semanas sobre uno de los mayores referentes del automovilismo lo que está representando el problema, sino que esa es la muestra de lo que el nuevo Leviatán es capaz de hacer: fijar las propias normas de convivencia de la humanidad, pero no con la humanidad como centro sino como objetos de descarte.
Ni el dueño de Twitter ni el de Facebook son elegidos por la gente. Tienen poder, pueden decidir sobre nosotros cuando quieran y de la forma que quieran, pero no representan a países ni naciones.
El nuevo pacto social no puede ser con el emergente de un nuevo Leviatán, sino que tiene que ser con devolver la credibilidad a las democracias que, aún con sus defectos, constituye el único sistema posible para llevar adelante la complejidad de nuestra humanidad y las complicaciones que los hombres y mujeres en posición dirigencial suelen ocasionar.
Este año se eligen representantes al Parlasur, y es una buena oportunidad con este tema para pedir que sea incluido en sus agendas de trabajo cotidiano.
El Parlasur debe ser un ámbito para debatir políticas regionales con proyección global, y de encontrar denominadores comunes entre bloques regionales para reordenar una agenda internacional que hoy no tiene grandes liderazgos convencionales.