
por Jorge Joury *
Con esta señal, los ex presidentes opacan de manera deliberada a los tres dirigentes que disputan el futuro gobierno. Tanto Sergio Massa, como Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, son los principales afectados por la decisión de ambos ex mandatarios de no ceder protagonismo. Los dos ex presidentes, que se enfrascaron en un cruce público por las redes sociales, volvieron a proyectar una sombra sobre los dirigentes políticos que pelean por conducir los destinos del país.
La foto que se sacó Horacio Rodríguez Larreta en el convento en el que José López revoleó los bolsos con dólares hizo enfurecer al peronismo, que decidió dar por terminada la paz armada con el candidato del PRO.
"Está desesperado y lo hacen equivocarse", dicen en el peronismo, en relación a la supuesta caída en las encuestas del jefe de Gobierno en desmedro de su rival en la interna, Patricia Bullrich, que llevó a Larreta a endurecer su habitual discurso moderado.
Sergio Massa devolvió gentilezas y le pegó a Larreta de la manera más baja. Lo hizo con la muerte del cardiólogo René Favaloro, confirmando de esta manera, el fin de la campaña light entre los dos candidatos a presidente que son amigos desde hace décadas.
Massa le apuntó a Rodríguez Larreta, a quien chicaneó de la peor forma por su paso por el PAMI en el gobierno de De la Rúa. El ministro sugirió un vínculo de Larreta con el suicidio de Favaloro, que hubiese cumplido 100 años en estos días.
Favaloro se mató después de fracasar en los intentos por conseguir ayuda oficial para su fundación, quebrada. Uno de los principales deudores era el PAMI, en ese momento conducido por Larreta. Massa recurrió a la misma chicana de Alberto Fernández cuando dijo: “No le entreguemos el poder a los que manejaban el PAMI cuando Favaloro se suicidó”.
En esa marcha para llegar a ser presidente como sea, Massa visita los programas más ultra K donde reparte porciones especiales de agradecimiento a Cristina que lo ha puesto de candidato. Está haciendo lo mismo que Alberto Fernández cuando fue elegido por ella.
Por su parte, Patricia Bullrich denunció que Sergio Massa volvió con sus ataques "esta vez a través del ministro de Justicia, en lugar de ocuparse de la inflación galopante y del estado calamitoso de la economía".
"Quiero compartir con la gente que estemos fuertes, porque los ataques seguirán en las próximas semanas", advirtió Bullrich en Twitter a raíz de la intervención por 180 días del instituto que preside y aseguró: "Buscan correr la atención de su gestión desastrosa y de la miseria que genera el kirchnerismo".
Se trata del Instituto de Estudios Estratégicos en Seguridad Asociación Civil (IEES) Lo que se investiga es una posible violación de la Ley 26215 que reglamente la financiación de los partidos políticos. Se argumentó que el IEES lleva adelante un “sistema de ingresos y egresos destinado a financiar acciones de proselitismo político” y que eso contradice “el objeto social autorizado y los fines de creación de la persona jurídica de que se trata”.
El Ministerio de Justicia explicó que detectó “un crecimiento exponencial de los ingresos y egresos del IEES”. “Pasaron en pocos meses de no tener fondos para solventar los gastos corrientes a recaudar más de 90 millones de pesos”, detallaron.
También hay que decir que Patricia Bullrich, recaudó $290 millones para su campaña en una cena que organizó en el palacio San Miguel a la que asistieron 700 representantes del mundo empresarial. En ese contexto, la titular del PRO en uso de licencia prometió “orden económico” en el caso de llegar a la Casa Rosada.
En este contexto de denuncias y agravios, que más se parece a una película de terror, el gobernador Axel Kicillof también ha elegido la ruta del miedo. Lo hace a toda velocidad, para atemorizar sobre una derecha que si gana "trae el ajuste bajo el brazo" y hasta "la represión con sangre".
En el kilómetro cero de su itinerario, el gobernador entendió que el camino negativo o sucio de la campaña es la fórmula para meterle miedo a la gente, señalando que la oposición viene con una bolsa de proyectos que contienen todos los males. Por eso, dice que Juntos por el Cambio si llega a ser gobierno recurrirá como único camino al ajuste para hacerle peor la vida a los argentinos, hasta con “asesinatos” y “derramamiento de sangre”.
Lilita Carrió fue la que le dio de comer, cuando ya había anunciado algo muy similar hace exactamente un mes para abortar un acercamiento de Mauricio Macri y Patricia Bullrich a Javier Milei. Allí había dicho que eso llevaría a un programa de “ajuste muy brutal sobre las clases medias” y a imponer “un orden en el que hay que reprimir hasta matar si es necesario, violando los derechos humanos”.
A juzgar por los resultados, Carrió parece haber sido mucho más escuchada por los kirchneristas que por sus adversarios de JXC, a los que les dirigió el desafortunado anatema.
Kicillof tomó el guante y se referenció en que “la derecha viene a amenazar al pueblo”. Sostiene que “vemos que tienen muchos candidatos y un sólo proyecto: el del ajuste. Y para llevarlo a cabo tienen que reprimir, asesinar y violar los derechos humanos. Así como dijo Carrió. Ahora la derecha no viene con marketing, no tienen ni propuestas para el pueblo, tienen amenazas para los trabajadores y para los pueblos originarios. Vienen a amenazar”.
El mandatario bonaerense apuntó contra los candidatos opositores: “Son todos los mismos que estuvieron con Macri. Santilli, Grindetti que lo acompaña desde la empresa del papá. Quieren convencer de que traen propuestas distintas pero son lo mismo. Formaron parte del Gobierno de De la Rúa. Somos abiertos pero que no me vengan a decir que los que dos veces fundieron el país ahora vienen a rescatarlo. Que los mismos que reprimieron en Plaza de Mayo en 2001, que asesinaron hoy le traen cosas nuevas al pueblo. Los conocemos. Patricia es Bullrich, Mauricio es Macri y María Eugenia es Vidal”.
La línea discursiva que propala Kicillof es “la derecha o los derechos”, como lo que se pone en juego en estas elecciones y es parte de lo que significa la marca “Derecho al Futuro”. Una de las personas que está detrás de esta estrategia, es el sociólogo Ignacio Ramírez, director del posgrado de Opinión Pública y Comunicación Política de FLACSO. Ramírez bajó línea a los intendentes peronistas en la reunión que mantuvieron con Kicillof la semana pasada. Funciona como un asesor externo. También asesoró a algunos ministros provinciales.
Otra voz femenina que se subió al escenario de la polémica, sin ninguna clase de refinamiento, fue Malena Galmarini, la esposa de Sergio Massa. La titular de Aysa, que va por la recuperación de la intendencia de Tigre, disparó que a Macri “el gasoducto Néstor Kirchner le importó un carajo”.La réplica que recibió de Laura Alonso, la dirigente del PRO, ex titular de la Oficina Anticorrupción, tampoco fue edificante: la tildó de “ordinaria, ignorante y vulgar”.
"Malena es como un autito chocador y va representar un soporte crucial en la campaña de Massa", sostuvo un dirigente que la conoce mucho. El informante recordó que lo fue en cada instancia en que el ministro se topó en duelo con alguien de peso.Puso como ejemplo, cuando insultó a Daniel Scioli y lo calificó de “forro”, durante la campaña para las legislativas del 2013, enfrentando a Cristina, cuando su domicilio particular fue violentado y robado. En ese tiempo también sospechó del kirchnerismo. Al igual que su marido, se maneja con una admirable plasticidad de pensamiento y capacidad de adaptación a sus intereses de grupo.
El ministro de Economía necesita imperiosamente el refuerzo de su mujer porque está obligado a atender muchos frentes de manera simultánea y necesita un escudo.
Massa acaba de anunciar el aumento del monto del crédito a tasas irrisorias a los jubilados porque sabe que el inminente índice de inflación pegará nuevamente en los bolsillos de la sociedad. Algo que se ocupó de recordarle Patricia Bullrich después que el ministro candidato hurgó el pasado montonero de la precandidata presidencial de Juntos por el Cambio.
Nadie sabe si respondió a una coincidencia, pero aquel recuerdo de Massa se tradujo en el empapelamiento de muros en la Ciudad con el perfil borroso de una persona. Y un nombre: Carolina Serrano, el seudónimo detrás del cual ocultaba sus actividades juveniles clandestinas la hoy precandidata a presidenta. Quizás el ministro, sin querer, haya pisado algún callo. Los Montoneros seguirían siendo la referencia épica de La Cámpora en su imaginario revolucionario. Máximo Kirchner y Eduardo De Pedro, el ministro del Interior, son los dos grandes anclajes de Massa en ese universo, según su propia confesión.
Otro de los que se metió en el barro, fue Miguel Pichetto, el referente de Encuentro Republicano Federal (ERF) quien criticó a la Patricia Bullrich al considerar que el concepto de su campaña “no es apropiado para el sistema democrático” y al alegar que le queda el “ADN originario” de su militancia en los 70, en la Juventud Peronista (JP).
“‘Todo o nada’ me parece un concepto no apropiado para el sistema democrático. Si estuviéramos en Sierra Maestra o en el levantamiento en Nicaragua, que mirá cómo termina el presidente Daniel Ortega… No creo en eso. Hay que tener cuidado con las palabras”, sostuvo Pichetto, disconforme con el tono que Bullrich le imprime a su carrera a Balcarce 50.
En la mayoría de los casos, estas acciones deberían ser leídas como pelotazos en contra, porque no hacen otra cosa que la gente desconfíe de todos. Más allá de la pérdida del recato, lo que estamos observando, es el cuadro general de indigencia en materia de ideas en que se encuentra la Argentina. Hay una avalancha de spots, eslóganes, frases hechas y bravuconadas que poco tendrían que ver con la sustancia de la política. Lo único que están haciendo, es alejar a los dirigentes de la ciudadanía que espera soluciones concretas, no agravios.
*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información y analista político. El 22 de noviembre de 2017, el Concejo Deliberante de La Plata lo declaró "personalidad destacada en el periodismo".