
por Redacción
El analista añadió que: " los candidatos se olvidaron del metro cuadrado de la gente y respondieron más a las pautas que les dieron sus asesores, que a la impronta personal para dejar una señal fuerte que les sume en el electorado La gente estaba esperando respuestas concretas para salir de la crisis económica y eso faltó.
Sergio Massa tuvo espacio para explicar su plan con muchos detalles, luego de pedir disculpas por lo que no pudo hacer. Bullrich encontró en su planteo contra el ministro que duplicó la inflación y la suba del dólar su punto de mayor diferenciación, aunque tuvo más dificultades para explicar su proyecto.
Por su parte, Milei respondió sereno las ironías de sus adversarios, dejó las iras de lado y hasta le pidió perdón al Papa. Y vimos un Juan Schiaretti más tibio que tuvo poco peso. Habrá que esperar una semana para ver si hay algo más jugoso en el intercambio. La que tenía menos que perder fue Myriam Bregman, quien se movió con mayor soltura pero aportando poco.
Los candidatos de la oposición se perdieron la oportunidad de meter el cuchillo más profundo con el escándalo de Martín Insaurralde y la modelo en un yate por el Mediterráneo y el caso de Chocolate Rigau en la provincia, los temas que salpican a la campaña de Kicillof. Ambos casos comparables con el cajón de Heminio Iglesias.
Bullrich ténuemente arrinconó a Massa con su propuesta de ley penal tributaria para quienes eluden al fisco. “¿Vos querés meter presos a los evasores? Ahí lo tenés a Insaurralde, llevateló…”. Parecía que la noche del debate sería una tortura para el ministro de Economía y candidato de Unión por la Patria. Pero no. Tuvo que responder sobre la inflación, el dólar y los desequilibrios de una economía en caída libre, pero el tema de Insaurralde para su fortuna no volvió a mencionarse.
Por alguna razón, que habrá decidido la candidata junto a su equipo de asesores de campaña, Bullrich no volvió a insistir con las preguntas sobre Insaurralde. Resultó extraño, porque era una cuestión extremadamente incómoda para Massa y que le podría haber otorgado una mayor ventaja en la evaluación inmediata del debate presidencial. También resultó sorprendente que Milei ni siquiera mencionara una vez la polémica en torno al ahora ex jefe de gabinete bonaerense. Los dos candidatos más fuertes de la oposición parecieron respetar los ejes de sus estrategias, preparadas en los días anteriores al estallido de la bomba Insaurralde. La prudencia excesiva les impidió sacar una ventaja decisiva.
También estuvo ausente el tema corrupción y no se mencionó a Cristina.El nombre de Alberto Fernández y su pobre gestión, también estuvo ausente.
Massa trató de mostrarse como el Massa del 2015, como si fuera Kirchnerista, aunque nadie se traga que no forme parte de este gobierno.
A Patricia Bullrich le faltó el golpe final para diferenciarse, aunque hay que decir que nadie pegó lo suficiente y todos se cuidaron de no caer en un dislate.
Como show televisivo defraudó. Faltó más picante. Todos parecían que recitaban y se mostraron cautos y muy a la defensiva. Nadie quiso cometer un error por tratarse de una elección muy finita donde están parejos. Los candidatos quedaron encerrados más en su mundo de preparación previa y en el segundo debate en la ciudad de Buenos Aires tendrán que afinar la puntería.
Como conclusión final hay que decir que ninguno sacó ventaja. No existen diferencias capaces de alterar el orden con el que llegaron al debate.
Cada uno de los candidatos se hizo fuerte en algunos temas y “sufrió” otros, la coincidencia general es que Milei y Massa concentraron la atención, sobre todo por la elección que uno hizo del otro para polarizar. Bullrich tuvo menos contundencia a la hora de hablar de economía, y Bregman y Schiaretti buscaron diferenciarse con sus fortalezas, en un caso la agenda “progresista” y de lucha social, mientras que el gobernador se asentó en el “modelo Córdoba” como activo frente a sus competidores. Un dato a destacar es que el último debate tuvo 29 puntos de rating. Si suma televisión y plataformas, el de este puede llegar hasta los 47. En sus momentos más altos hubo casi 700.000 personas que vieron el debate por YouTube en vivo. Es un dato muy revelador del suspenso que tiene esta elección. Se vive como un thriller y era obvio que iba a haber más interés y que todos estábamos buscando si Milei trastabillaba o se sacaba. Pero eso no pasó.
Esa atención de parte del electorado ocurre en un contexto de “cisnes negros que aterrizan en esta Argentina” de manera consecutiva. “Lo que hemos visto la semana pasada con el caso de Silvina Batakis en el Banco Nación, el de ‘Chocolate’ Rigau en la Legislatura bonaerense y después la obscenidad del yate de Martín Insaurralde con la modelo, nos anuncia un movimiento exponencial hacía cada vez mayores sorpresas o malas sorpresas”.
En conclusión, no existen elementos para pensar que el debate haya alterado la escena con la que llegaron los candidatos. Una posibilidad a tener en cuenta es que los equipos de campaña de los candidatos hayan preparado los debates en dos tiempos y que la “batalla final” sea el domingo próximo, cuando se realiza el segundo y último debate obligatorio en la Facultad de Derecho de la UBA", finalizó el analista.