
por Jorge Joury *
Hay quienes aseguran que la híper está a la vuelta de la esquina y que el Banco Central tendría solo US $1.500 millones para afrontar la corrida hasta el domingo 22.
En este contexto, la inflación de septiembre fue de 12,7% y acumuló 138% en los últimos doce meses.En la sumatoria de los primeros nueve meses del año la suba de precios escaló a 103,2%.
También a pocos días de las elecciones, crece la preocupación en el oficialismo por la manera de que la suba del dólar blue se está trasladando a los precios.En el Gobierno reconocen que la crisis cambiaria golpea la campaña de Sergio Massa y erosiona su intención de voto en la recta final.
Para los banqueros, el dilema no sólo es llegar al 22. El gran problema se plantea el día después. El mayor peligro es que hay “una olla a presión” que puede explotar y también porque nadie sabe qué puede hacer un eventual ganador.
La gente teme una nueva devaluación tras las elecciones porque el tipo de cambio oficial volvió a retrasarse, y todos buscan protegerse. Por lo pronto, se presume que habrá un verano 2024 muy picante.
Dentro de este contexto, hay una perspectiva que alimenta la disparada del dólar, que es la idea de que, a la larga, va a haber una devaluación. Si nos fijamos en los contratos futuros del dólar, se están realizando transacciones para diciembre de 2023 con un dólar oficial a 729 pesos. Para enero del 2024, lo ponen a 920 al oficial. Febrero queda en 1065 y marzo en 1050. Esto es lo que está mirando el mercado y por eso hay un repudio al peso. Se supone una devaluación que afecta a los ingresos de todos aquellos que cobran en pesos.
En medio de este panorama tan preocupante, Javier Milei se puso el traje de pirómano.
El dólar blue subió $65 en un día, luego de que el libertario lanzara la advertencia de no hacer depósitos en plazos fijos o renovarlos porque el peso "no puede valer ni excremento".
Obviamente, cuando Milei dice que no hay que renovar plazos fijos en pesos, irresponsablemente aceleró la corrida y su bidón de nafta avivó más el incendio.
A todo esto, Melconian le preparó un informe para Bullrich donde dice que Wall Street no prestará dinero hasta ver funcionar el futuro plan. Melco además contó: “A los emisarios de Milei les fue mal y además dicen que Massa se volvió loco”.
Los especialistas coinciden en que los pronósticos sobre la economía empeoran día a día. Bancos de inversión, economistas, operadores y también calificadoras de riesgo ven un camino cada vez más espinoso hacia 2024, período para el que la agencia de calificaciones crediticias Moody's acaba de dar a conocer un preocupante pronóstico.
Según proyectó la calificadora de riesgo estadounidense, la aceleración en la suba de precios, al punto de alcanzar un indicador de 350% anual el próximo año, tiene posibilidades de constatarse independientemente del ganador de las próximas elecciones. Es decir, sea quien sea que se haga cargo de la Presidencia a partir del próximo 10 de diciembre, el nivel de inflación sería más que alarmante.
En un contexto de contracción económica, que proyectan de 3,5% en 2023 y un 2,5% adicional en 2024, los analistas de la evaluadora de ratings de crédito prevén que la suba de precios se acelerará hasta situarse en torno al 200% en 2023 y al 350% en 2024.
En la cuenta regresiva de las elecciones, el Plan Platita que Sergio Massa puso en marcha horas después de quedar en tercer lugar en las elecciones PASO del 13 de agosto, ya implica un gasto para el Estado de 2,2 billones de pesos, un monto equivalente a 1,3% del PBI. Esto enciende la peor de las alarmas para el futuro gobierno y marca la perspectiva de un fin de año explosivo.
La visión desde el exterior que se tiene de la Argentina es tan grave, que el Banco Barclay’s, una de las entidades más importantes de Wall Street acaba de sacar un reporte lapidario sobre la situación del país. El informe -titulado "Argentina, peor antes que mejorar"- le recomienda a sus clientes desarmar sus inversiones en papeles de la deuda, por la incertidumbre frente a las próximas elecciones generales.
La base de la recomendación negativa se basa en que el triunfo de Javier Milei en las PASO dejó a la dolarización como una posibilidad "real". Y que en ese contexto, sin dólares suficientes en el Banco Central para llevar a cabo esa operación, lo mejor para los inversores es pasar a una posición menos expuesta.
Es decir, desprenderse de tenencias de bonos de la deuda ante la posibilidad cierta de que esos papeles bajen de precios, todavía más.
Entre las presunciones de la mayoría de los economistas, se espera un salto devaluatorio para noviembre y otro para diciembre, mientras el Banco Central está sin reservas.
La desconfianza en el gobierno se puede resumir en que se sabe que los argentinos tienen más de USD 360.000 millones en el exterior, de acuerdo con estimaciones oficiales difundidas por el Indec. Están en billetes o invertidos en fondos y monedas extranjeras, que por la vía de la salida de capitales se fueron acumulando a lo largo de los años fuera del sistema financiero local.
Los datos surgen de movimientos de la compraventa de moneda extranjera del sistema bancario y financiero, de la entrada y salida de fondos y capitales que se cursan a través del Banco Central, y de datos suministrados de bancos y entidades del exterior acerca de activos que tienen los argentinos en sus países.
Una parte de esos fondos está en bancos del exterior, alejada del radar del Fisco argentino, o fuera del sistema bancario local. Otra buena parte está en billetes, la mayoría en cajas de seguridad, en propiedades o inversiones financieras en el exterior, y en acciones o títulos de deuda de gobiernos o empresas extranjeras.
A todo esto, el índice de Confianza en el Gobierno (ICG), elaborado por la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella, llegó en septiembre a 1,03 puntos, lo que representa una caída del 18,5% respecto de agosto.
La marca también muestra una caída de 16,1% en relación al mismo mes del año pasado y es 47,5% inferior al de la última medición del gobierno de Mauricio Macri (diciembre de 2019). También es 61% más baja que el promedio de las mediciones del primer semestre de 2020, cuando iniciaba la gestión de Alberto Fernández.
Mientras tanto, el Plan Platita ya abarca medidas que van desde bonos para jubilados, trabajadores y desocupados a la devolución del 21% en las compras con tarjeta de débito
Tras las elecciones se anunció que 7,8 millones de jubilados reciben un refuerzo mensual de $ 37.000, lo que implica un costo fiscal de $ 234.000 millones.
A esto hay que agregarle la suma fija para empleados en dos cuotas de $ 30.000. Son 5,5 millones de trabajadores del sector privado donde los empleadores asumen el costo, por $270.000 millones.
Si ponemos la lupa en el sector público, son 390.000 beneficiarios, con un costo para el Estado de $23.400 millones.
Además, se dio un refuerzo por única vez por $25.000 en dos cuotas, con 424.000 beneficiarios para empleados de casas particulares, a un costo de $3.180 millones.
Entre otras cosas, hay un refuerzo de $20.000 para quienes cobran el seguro de desempleo y de otros $94.000 en dos pagos para quienes no tienen ningún ingreso ni reciben ninguna prestación de parte del Estado. Este nuevo IFE demandará $180.000 millones y se financiará con un anticipo de Ganancias que pagarán unas 100 empresas.
En el plan de dádivas, habrá un refuerzo alimentario de $45.000 que se abonará en tres cuotas para todos los jubilados y pensionados que cobren menos de un haber y medio mensual. En este caso se trata de tres millones de personas con un costo de $ 90.0000 millones
Y como si fuera poco, se aplicó un refuerzo en la Tarjeta Alimentar con un aumento del 30% en el monto, con 2,4 millones de beneficiarios y un costo de $82.000 millones.
Hay que tener en cuenta además un refuerzo en el plan Potenciar Trabajo de $20.000 en dos cuotas, que abarca a 1,3 millones de personas por $26.000 millones.
Entre otras cosas, el programa Compre Sin IVA reintegra el 21% de las compras que se abonen con tarjeta de débito. En un comienzo la medida abarcaba a jubilados, pero se hizo extensiva a los empleados y monotributistas que tengan un ingreso mensual inferior a $720.000 brutos.
El tope de la devolución son $18.800 por mes. El costo fiscal estimado es de $800.000 millones y le llega a 7 millones de jubilados, 9 millones de asalariados formales, 2,7 millones de monotributistas y 440.000 trabajadores de casas particulares.
En cuanto al Impuesto a las Ganancias, solo pagarán el tributo los gerentes y directores que cobren más de $1.770.000. Abarca 800.000 empleados con un costo de $592.000 millones.
Además de las cocinas, heladeras y demás de electrodomésticos que están regalando los intendentes del conurbano, la quinta edición de PreViaje incluyó reintegros de hasta el 70% y tope máximo de 100.000 pesos para quienes viajen por el país del 29 de septiembre al 17 de octubre. El beneficio alcanzó a 500.000 personas, con un costo de $50.000 millones.
Y como si fuera poco, para los monotributistas se dispuso el diferimiento en el pago del componente impositivo del monotributo por seis meses. Alcanza a 1,4 millones de monotributistas con un costo de $5.300 millones.
Muchos se preguntan cómo se financia y quienes pagarán esta fiesta. Es sencillo, la emisión monetaria pone su sello. No alcanza con todos lo que dijo Massa del anticipo extraordinario del pago de Ganancias. La emisión en lo que va del año ya suma 8 puntos del PBI y terminará en 12 puntos, contra 6 puntos del año pasado.
Todos los economistas coinciden en que todo "va a quedar licuado por la inflación". Y no va a cambiar el humor social de cara a las elecciones".
Hoy las presunciones del mercado son sombrías. Ya no teme sólo a lo que suceda después de las elecciones, sino después de diciembre y mucho más en enero. Y en esto casi no hay diferencias si el ganador es Milei, Bullrich o Massa.
La distorsión de precios, el volumen de la deuda en pesos en el Banco Central y el Tesoro y la aceleración inflacionaria que en septiembre volverá a tener una escala incendiaria, son una piedra que tiene delante cualquier plan económico que se analice; con o sin dolarización, con o sin bimonetarismo.
Por estas horas, muchos economistas reconocen solo en privado la cercanía de un fogonazo inflacionario, es decir una híper de corto alcance, podría no solo ser inevitable sino necesaria para hacer tabla rasa y poder aplicar luego un plan de estabilización. En el medio se menciona también, sin sonrojarse, la escala previa en algún tipo de Plan Bonex para limpiar los pasivos del Central. Son todos relatos que ponen la piel de gallina
Pero convengamos que una hiper, que barre la economía y pone el velocímetro en cero, deja siempre una estela de pobreza y degradación social. La moraleja, es que el mercado se está incendiando con disparos monetarios irracionales que son traducidos como felices anuncios de mejora en los bolsillos, pero que los propios beneficiarios ven cómo se diluyen en el cortísimo plazo y hoy la epopeya de llegar a fin de mes se acortó hasta el 15.
*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información y analista político. El 22 de noviembre de 2017, el Concejo Deliberante de La Plata lo declaró "personalidad destacada en el periodismo".