
por Jorge Joury *
Incertidumbre es la palabra que sobrevuela. Quiere decir exactamente eso: in-certus, en latín. Nadie. Nada. A eso le pone precio el mercado financiero. Dólar, acciones, bonos, futuros, todo da vuelta buscando un lugar de anclaje, aunque el día después del comicio emprenda un camino de retorno. Todo es cortoplacismo en estas horas.
La posibilidad de un cisne negro, es decir una sorpresa mayúscula, también pone su sello en la bitácora de todos los politólogos. La decisión está en manos de votantes que tienen objetivos diferentes: castigar a la dirigencia, volver a la racionalidad económica o seguir recibiendo del estado lo que sea, aunque se trate de miserables migajas. Si este panorama no se aclara, la crisis adquirirá una velocidad vertiginosa.
Ha sido una campaña muy desgastante para los candidatos y para la ciudadanía, confundida por el uso de carpetazos y denuncias de corrupción que involucran a algunos candidatos, pesos pesados del oficialismo. La conclusión entre los analistas es que la gente está desencantada. No estamos frente a una campaña que genere esperanza. La situación del país tampoco genera ninguna expectativa. Después de los debates, la sensación generalizada era que la mayoría de la gente estaba bastante desahuciada diciendo “¿estos son nuestros representantes, no tenemos nada mejor como sociedad que estas opciones?.
En los manuales electorales se lee que la gente que no fue a votar es más opositora que oficialista, pero no sabemos qué porcentaje de ese 30% que no concurrió al cuarto oscuro va a ir este domingo. Si va un 20%, lo cual sería un nivel de participación récord es un escenario, si va un 5% más es otro.
Dentro de las hipótesis que se manejan en esta verdadera ruleta, es muy probable que el domingo no se termine de despejar la incógnita sobre quién será el próximo presidente de la Nación. Tal vez haya que esperar al segundo round del 19 de noviembre. Sin embargo, lo que ocurra, ayudará a descifrar otros enigmas. Por ejemplo, en la eventualidad de que haya que concurrir a un ballottage, estará definido qué fuerza quedó fuera de juego.
La carga más pesada para el país es sobrellevar lo que se viene. Cualquiera sea el vencedor, pero muchísimo peor, si las expectativas de cambio naufragan, se vendrá inexorablemente la larga noche polar de los ajustes para equilibrar la economía. Dentro de poco tendremos en la Casa Rosada una gestión tempranamente envejecida, acosada por sus errores e imprevisiones, y encima ya no habrá la posibilidad de elegir a otra.
Para que no haya ballotage, cualquiera de los tres postulantes debería sumar un mínimo de dos millones de votos adicionales a los que obtuvo en las PASO y sus rivales no recibir casi ninguno más.
Los cargos que se eligen son: presidente, vicepresidente, 130 diputados, 24 senadores y 43 parlamentarios del Parlasur. Además, hay jurisdicciones que tendrán elecciones locales y votarán gobernador como la provincia de Buenos Aires, Catamarca y Entre Ríos. En tanto, CABA elegirá jefe de Gobierno y Santa Cruz tendrá elecciones municipales.
En este contexto, también la economía se ubica en el centro de la escena y pone su cuota de suspenso para el día después. La principal duda que hoy quita el sueño a los empresarios y a los inversores por igual es si habrá o no ballotage. Una segunda vuelta obligaría al Gobierno a mantener un mes más una situación ya muy crítica porque la mecha de la bomba ya es muy corta. Para el caso de que Sergio Massa sea uno de los que llega se descuenta que mantendrá la fuerte intervención del Banco Central para que no se sigan disparando los dólares financieros y al mismo tiempo dejaría congelado el oficial en $350.
Desde el propio ministerio de Economía reconocen que la intención es que no haya ningún tipo de ajuste del dólar oficial hasta “mediados de noviembre”. Pero está claro que la intención es que no haya novedades hasta que finalice todo el proceso electoral.
Para calmar las aguas, el candidato presidencial de Unión por la Patria, Sergio Massa, confirmó que la Argentina adelantará este lunes el pago de la cuota al Fondo Monetario Internacional (FMI), luego de que se activara el segundo tramo del swap con China por US$6500 millones, y garantizó que no habrá una nueva devaluación post elecciones.
Este domingo,cinco fórmulas lograron el porcentaje necesario para participar de los comicios definitivos. Los candidatos que competirán para suceder a Alberto Fernández, a partir del 10 de diciembre, serán: el diputado nacional de La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei; la ex ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich por Juntos por el Cambio; el ministro de Economía, Sergio Massa, de Unión por la Patria; el gobernador y candidato de Hacemos Unidos por Córdoba, Juan Schiaretti; y la abogada de derechos humanos, Myriam Bregman (PTS), por el Frente de Izquierda-Unidad.
Para repasar un poco el escenario, el escrutinio definitivo de la PASO, el único conteo válido considerado por la Justicia para determinar qué candidatos competirán en las elecciones generales, determinó que La Libertad Avanza, el partido que llevó a Javier Milei como precandidato presidencial, obtuvo el 29,865% (7.352.244 votos).
Juntos por el Cambio, en cuya interna se impuso Patricia Bullrich, sumó entre sus dos postulantes 28% (6.895.941 votos).
Y Unión por la Patria, la coalición oficialista que tiene a Sergio Massa como aspirante al sillón de Rivadavia, sumó 27,28% (6.719.042 votos).
El resto de los partidos que presentaron candidatos en las PASO quedaron muy lejos. Solo lograron pasar el umbral necesario de votos para competir en octubre las fuerzas Hacemos por Nuestro País, que tiene a Juan Schiaretti como referente principal (sumó 3,71 por ciento) y el Frente de Izquierda (2,61 por ciento).
En este contexto, en la provincia de Buenos Aires se librará la madre de todas las batallas. Es el mayor distrito electoral del país, como casi todas las provincias no tiene balotaje. Es decir, se convierte en gobernador el candidato que saca un voto más que el resto de los candidatos.
En las PASO, Kicillof -acompañado en la boleta de UxP por Sergio Massa- logró 3.062.190 de votos; con las fórmulas de Néstor Grindetti -por Patricia Bullrich- y Diego Santilli -por Horacio Rodríguez Larreta-, JxC, reunió 2.721.922. Aproximadamente 3 puntos y medio de diferencia. Carolina Píparo, como única candidata de La Libertad Avanza de Javier Milei, obtuvo 1.985.216 de votos.
La diferencia de 340.000 votos que hubo entre JxC y UxP fue usada por la coalición opositora en un discurso de campaña orientado en parte a apelar de cara al 22 de octubre al voto útil y a los ausentes.
En Buenos Aires, destacan habitualmente dirigentes tanto del oficialismo como de la oposición, la suerte del candidato a gobernador suele estar muy ligada a la elección nacional, incluso más que en otros distritos, y, en cierta medida, al papel de los intendentes y los candidatos a intendente en cada municipio.
Pero más allá de las extensas tiras de papel que miden más de 90 centímetros, la novedad es que aparecerán en los cuartos oscuros de la Provincia boletas en soledad. Se trata de candidatos que ponen presencia con la esmirriada papeleta única, para pelearle a los gigantes que van con todo el arsenal. Entre ellos, los partidos vecinales y algunos representantes locales que hicieron en sus distritos mejores performances que sus espacios políticos a nivel nacional o provincial, como por ejemplo candidatos a intendente de Libres del Sur o del Partido Autonomista.
Otro dato a tener en cuenta es si en estas elecciones nacionales ninguno de los candidatos consigue el porcentaje definido por la Constitución, se realiza una segunda vuelta o un “mano a mano” entre las 2 fórmulas más votadas para definir al presidente.
Habrá segunda vuelta en Argentina en caso de que ningún candidato presidencial obtenga el 45% de los votos afirmativos válidamente emitidos, o en caso de que ningún candidato obtenga el 40% de los votos válidos con una diferencia de al menos 10 puntos del segundo.
Según lo establece el calendario de la Cámara Nacional Electoral (CNE), una posible segunda vuelta electoral está programada para el domingo 19 de noviembre. Esto se debe a que, en caso de que sea necesario, el balotaje se llevará a cabo entre las dos fórmulas de candidatos más votadas, dentro de los 30 días posteriores a la celebración de la elección previa, tal como lo indica el artículo 96 de la Constitución Nacional.
El candidato que obtenga el 45% de los votos afirmativos válidamente emitidos, o en caso de que un candidato llegue al 40% de los votos válidos con una diferencia de al menos 10 puntos del segundo, se proclamará ganador de las elecciones generales.
Una regla de tres simple permite especular un escenario. De repetirse la participación de las PASO y la cantidad de votos afirmativos, el ganador de las elecciones necesitaría alrededor de 10.470.000 votos para llegar al 45% del total.
En el mismo escenario, para llegar al 40% de los votos se necesitan 9.307.717 votos. El 30% (10 puntos menos) serían 6.980.000 sufragios.
Los números aumentan en caso de que la participación sea mayor (en agosto hubo 23.269.294 votos afirmativos).
En una segunda vuelta o balotaje, deberán participar en esta instancia las 2 fórmulas a presidente y vicepresidente más votadas en una primera elección general y resultará electa aquella que obtenga la mayor cantidad de votos afirmativos válidamente emitidos (artículo 151 de la Ley 24.444).
La moraleja del escenario electoral no puede ser peor, cargado de desazón y desesperanza. Ningún candidato aparece como el Mesías, capaz de multiplicar el pan en la mesa de los argentinos. Parece mentira, que transcurridos 40 años de aquel despertar a la democracia, donde se votó con esperanza y fervor, las urnas hoy parecen cubiertas por el manto oscuro del pesimismo y la posibilidad latente de un salto al vacío. Si eso ocurre, será difícil volver.
*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información y analista político. El 22 de noviembre de 2017, el Concejo Deliberante de La Plata lo declaró "personalidad destacada en el periodismo".