27/07/2024 - Edición Nº3047

Sociedad

Por Rivadavia

Rodolfo Ranni: "Hoy es un momento muy difícil para los actores. Aplaudo a Pablo Alarcón, sus ganas de actuar y hacerlo a la gorra"

11/11/2023 | El emblemático actor que en la década del ‘80 llegó a aparecer en cinco películas en un solo año, trabajó en innumerables obras de teatro y participó en más de 50 éxitos televisivos y películas, conversó en Íntimamente con Alejandra Rubio de su vida, su infancia, su carrera artística, la época de oro de nuestro espectáculo y el difícil momento que viven los actores ante la falta de ficción.


por Redacción


Recomendable entrevista completa. Invitamos a escucharla en la web de Radio Rivadavia

Rodolfo Ranni fue entrevistado en "Intimamente" por Alejandra Rubio, en Radio Rivadavia: “Este momento está dificilísimo para los actores. Yo siempre digo que, si un canal decide hacer ficción, yo creo que se arma una cola de 30 cuadras de actores, primerísimas figuras, que trabajarían por el sueldo mínimo. Lo de Pablito Alarcón y trabajar a la gorra me parece muy bien, es súper valido. El hace un texto del siglo XVI, que remite a esta situación que estamos viviendo, el público le dijo si y “la gorra" es el génesis del teatro. Aplaudo su impronta”, reflexionó.

Rodolfo Ranni es un resiliente, vivió una dura infancia en medio de la segunda guerra mundial y se sobrepuso a vivencias e imágenes, que pocos podrían hacerlo: “Crecí en el medio de la guerra. Con mi hermano, cuando había bombardeo, salíamos a la vereda y mirábamos cómo caían las bombas. A la mañana me levantaba y desde la ventana de mi cuarto veíamos el mar y los cadáveres flotando. Íbamos y mirábamos. Si tenían las manos atadas con alambre de púa, sabíamos que eran partillanos fusilados por los alemanes y si no estaban atados, eran alemanes fusilados por los partillanos. Veíamos cadáveres como una cosa cotidiana. Uno se acostumbra. Imagínate, yo nací en el 37 y en el 39 empezó la guerra, yo soy un hijo de la guerra”. Recordó el actor que en su infancia sus juegos favoritos eran pescar en el mar, las carreras en bicicleta hasta el campo de su abuelo y buscar granadas en las zanjas para arrojarlas al fuego, sin comprender el peligro, hasta que un día a uno de sus amigos le estalló una en sus manos y murió.

Ranni nació en Italia el 31 de octubre de 1937 y así lo recuerda: “Nací en un pueblo llamado Arcia, en Italia. Pueblo que no conocí porque me fui de allí cuando solo tenía 6 meses y me crie en un pueblo que se llamaba Fasana, frente al mar y en el campo de mi abuelo que estaba a 8km. Ahí pasé mi infancia en plena guerra. Aunque parezca mentira, uno se acostumbra a la guerra. Se acostumbra a la cosa cotidiana de los bombardeos, las sirenas… Te puedo decir que tuve una infancia muy feliz a pesar de todo eso y de lo que veía todos los días. Me levantaba a las cinco de la mañana para tocar las campanas que llamaban a misa, no me perdía ninguna celebración y cantaba en el coro, era tenorio. Yo en realidad quería ser cantante, pero se me dio lo de actor. La teatralidad de las celebraciones religiosas me marcó mucho”.

Fue monaguillo en Italia, su tierra natal. Jugó entre granadas y armas. A los 10 años llegó a la Argentina profugándose con su familia del mariscal Tito. Primero estuvieron 10 meses en Bari, luego en Génova y después su padre decidió venir a la Argentina donde estaban dos de sus hermanos. Su padre falleció al año de llegar a este país y , desde muy chico, Salió a trabajar para ayudar en la casa. Soñaba con ser cantante, pero se volcó a la actuación. Con 15 años, fue uno de los fundadores y hacedores del teatro Payró, de donde su madre lo sacó de la oreja castigado y prohibiéndole regresar. Cuando con una gran actuación convenció a su madre de levantarle el castigo, descubrió que su profesión: “Tenía 15 años, llevaba tres días de penitencia encerrado en mi cuarto y no sabía cómo hacer para que mi madre me levantara el castigo. La llamé a mi pieza y le dije Mamá, quiero salir, por favor. Te quiero pedir perdón. Mi vieja me escuchaba, me senté en su regazo y llorando le di la razón, le reconocí que me había portado mal... Me mandé una escena tan grande, tan conmovedora, tan verosímil, que se le cayeron las lágrimas, me levantó la pena y me dejó salir. Fue una verdadera puesta en escena. No estaba para nada arrepentido... pero ella se lo creyó. Ese día me di cuenta de que iba a ser actor. No tuve dudas”.