
por Fabricio Moschettoni, editor de Impulso Baires. Twitter @FMoschettoni
La región tuvo influencias liberales. En la década de 1820 la “feliz experiencia” del ministro bonaerense Bernardino Rivadavia introdujo para Buenos Aires una batería de reformas de inspiración liberal; pero más adelante la nación Argentina contó con la Constitución Nacional de 1853 y la influencia de Juan Bautista Alberdi. Luego, la República liberal del ciclo 1880 a 1916.
En épocas democráticas, en el siglo XX el liberalismo se encarnó en algunas acciones del ex presidente Carlos Menem aunque ese pensamiento compartió espacio con el populismo.
Finalmente, en este siglo, algunas ideas del ex presidente Mauricio Macri en su gobierno también fueron creando una base liberal, aunque en cierta medida estuvo condicionado por haber compartido su plataforma de construcción de poder con la socialdemocracia radical y la incorporación de algunos radicales y peronistas de extracción populista.
De todos modos, el planteo del presidente electo Javier Milei es aún más atrevido. Si bien toma como referencia la base filosófica de Alberdi, incorpora otros componentes en donde buscará también la fórmula de un crecimiento económico mirando tres décadas por delante para encarrillar al país como una potencia. Es decir, en ese aspecto se asimila al pensamiento roquista que se impuso en los Ochenta del siglo XIX. Paréntesis aquí, porque si bien esos años fueron de gran crecimiento económico también mostraron puntos oscuros en la construcción política sobre todo en materia electoral.
Pero fundamentalmente el plan Milei parece estar atado a un pragmatismo absoluto, y a una visión que le permitió derrumbar un viejo régimen político con metodologías agotadas para interpretar la realidad de una manera absolutamente disruptiva. Y con el diario del lunes se observa a la perfección cómo el presidente Macri fue una clave indispensable que interpretó esa transformación en la construcción del poder que se estaba formando.
Milei, y en algún momento lo escribimos en nuestras columnas dominicales, fue una válvula de escape para mantener el orden político y social, y así evitar que se produzca un estallido como en 2001. Es decir, fue el instrumento de millones de personas de sectores marginados y de segmentos medios para canalizar el hartazgo y la utilización clientelar que impuso el kirchnerismo/peronismo.
En las elecciones PASO de este año asomaba una señal de esa sublevación política de los sectores marginados. Por eso en circuitos políticos en donde viven gente de muy bajos recursos y en donde impera la economía informal el libertario hizo muy buenas elecciones en las primarias, y la cuestión quedó ratificada en la elección general.
El gobierno, por su parte, tenía apenas un 25% de aprobación, por lo tanto, era difícil que el candidato Sergio Massa, a la vez ministro de Economía con una inflación en crecimiento, logre imponerse, y ni siquiera la campaña del miedo, de la supuesta quita de derechos, y una exagerada utilización de recursos públicos afectados a la campaña consiguió revertir un resultado incómodo.
El rol de Massa, sin embargo, es para destacarlo. El peronismo pudo competir en la presidencial e incluso entrar primero a un balotaje por el candidato Massa, incluso fue el ministro que evitó una hiperinflación cuando asumió. De otro modo, o con otro referente, el peronismo terminaba tercero o tal vez superado por Juan Schiaretti.
Pero la falta de sintonía de lo que Milei llama “la casta”, se terminó notando como nunca. Hicieron todo mal: una micromilitancia romántica setentista que solo sirvió para tener motivada a su militancia más comprometida, asistencialismo feroz que no termina teniendo peso en medio de una economía inflacionaria; la utilización asquerosa de las universidades públicas y el CONICET para su campaña; y la incorporación de un colectivo de referentes radicales, socialistas, industriales y de sectores del campo que olían a naftalina.
Sobre este último tema, el de las incorporaciones a la postulación de Massa para la segunda vuelta, es propio hacer un análisis más profundo. La UCR, conducida por el saliente gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, y el senador porteño, Martín Lousteau, hizo uno de los papeles dirigenciales más tristes de su historia al entregarse absolutamente a Unión por la Patria. Mientras una enorme cantidad de referentes radicales con más pasado que actualidad salieron a hacer campaña contra Milei y algunos de ellos, como Federico Storani, a llamar a votar por Massa, aunque los afiliados al centenario partido se revelaron y votaron directamente al libertario.
Una anécdota que ratifica lo anterior. En la semana pasada el espacio Unión Liberal (ex UCeDé) tenía colocada una mesa en 12 y 56, y este columnista preguntó al referente de ese sector, Ricardo Bayés, cómo se comportaba la gente mayor: “para mi sorpresa, o no tanto, son los que más están pidiendo boleta, y también los jóvenes pero ese segmento era previsible. La gente más grande hace fila pidiendo boleta”. Como conocedor de esa zona y del padrón radical, no me resultaba muy difícil entender que el votante del centenario partido ya había decidido, y esa situación, además, ratificó señales que venía verificando en un grupo privado de Facebook del que participan afiliados a la UCR local y que se manifestaban abiertamente con un voto a Milei.
Los radicales en La Plata terminaron optando por retirar boletas de la cantera de Unión Liberal (ex UCeDé), y varios ingresaron a colaborar en la fiscalización a partir de un espacio que se llama Radicales por la Libertad, que trabajó en la campaña de Patricia Bullrich y que se alinea con Ricardo Ferrer Picado.
El radicalismo estuvo con tanta mala visión de lo que estaba pasando que incluso hace unos días en el Concejo Deliberante tuvo la misma posición que Unión por la Patria mediante sus tres ediles en un repudio a posiciones y declaraciones de Milei.
En La Plata también ganó Milei, aunque por algo más de 3000 votos. Allí además de la fuerte tarea de la diputada Carolina Píparo y su grupo de liberales, y de otros espacios libertarios como la Agrupación Rotas Cadenas que integran Hernán Ganzella, Juan Osaba, entre otros, se sumaron sectores del Pro como los “halcones” Ferrer Picado, Julio Irurueta, Carolina Barros Schelotto y Juan Beluardo; también el ex fiscal Marcelo Romero y el abogado Marcelo Peña; el senador Juan Pablo Allan, entre otros. Y una mención especial merece la apuesta del concejal electo Nicolás Morzone, que fue el primero con cargo institucional (es presidente del Consejo Escolar) en manifestar su apoyo al León. Dentro el espacio del intendente Julio Garro se destacaron en la fiscalización la diputada Julieta Quintero Chasman, el secretario de Cultura y Educación, Martiniano Ferrer Picado, el secretario de Salud, Enrique Rifourcat, y el presidente del Concejo Deliberante, Darío Ganduglia.
Pero volviendo al análisis de fondo, en una primera impresión Milei no solo retuvo el caudal propio de las elecciones generales que fue de 30 puntos, sino que además sumó prácticamente la totalidad de los 24 puntos logrados por Bullrich y al menos la mitad de los obtenidos por Juan Schiaretti, el peronista cordobés que la vio venir y e hizo declaraciones antikirchneristas unos días antes.
El colectivo de la naftalina que condujo Massa no solo cargó a referentes radicales, sino que también hizo lo propio con un sector del socialismo santafecino, y hasta con el presidente de la Sociedad Rural, Nicolás Pino, además de gran parte de la conducción industrial.
Ese colectivo con olor rancio era imposible que llegue a buen puerto, porque la sociedad reclamó otra cosa.
El discurso de anoche de Milei fue justo. No se quedó festejando su aplastante victoria sobre Massa sino que convocó a más sectores. Agradeció al constructor Macri y a la experimentada Bullrich, quienes serán un buen auxilio para su gobierno, pero además avanzó y pidió a todos los sectores que no lo apoyaron, y que están dispuestos a colocarse la camiseta del cambio, a integrarse en la misión reformadora.
El gesto valioso de Milei fue anticipado por el legislador porteño, Ramiro Marra, quien llamó a más sectores del arco político, a industriales, comerciantes y a medios de comunicación a entrar en sintonía del nuevo modelo.
Efectivamente lo que sucedió fue un cambio de paradigma. El paradigma anterior está vencido, el nuevo tiene a sus adherentes fundadores y posiblemente en los próximos tiempos será referido a más sectores.
De todos modos, los desafíos que deberá enfrentar Milei son inmensos. Llegó con una propuesta radicalizada como dolarizar, terminar con el Banco Central y tener una visión de libertad económica a la que el país posiblemente no esté acostumbrado. Sin embargo, en los últimos tiempos incorporó momentos para lograr transformaciones y habló de cambios de primera, segunda y tercera generación.
Milei llega con un respaldo en las urnas histórico. Es el presidente electo que más votos consiguió en la historia moderna de la Argentina, pero sin embargo va a tener que gobernar con un Congreso difícil, con gobernadores que lo van a acompañar, pero sobre la base de obtener cuestiones ligadas a sus provincias, y con la provincia de Buenos Aires como último reducto kirchnerista.
En Buenos Aires, Axel Kicillof ganó por escaso margen de votos, y un armado libertario – Pro es posible que tenga chances concretas en las próximas contiendas. Allí, Carolina Píparo quedó con un enorme poder, y hay que ver el papel que pueda jugar el diputado del Pro, Diego Santilli, de muy buena imagen pública y uno de los jugadores que terminó apostando por el León en los últimos tiempos. En tanto, referentes del Pro más jugados en la causa libertaria, como Cristian Ritondo y Martín Yeza, serán piezas indiscutidas para cualquier armado bonaerense.
Se vienen tiempos difíciles para la política de Argentina. Tiempos en donde Milei tendrá que mostrar los números exactos de lo que fue la administración lamentable del peor presidente de la historia democrática: Alberto Fernández. Habrá que conocer con profundidad qué pasó con el manejo de la pandemia (contratos de proveedores de vacunas, métodos de implementación de programas, entre otras cuestiones), cómo se articuló la obra pública, cómo se distribuyeron los recursos de las pautas publicitarias (¿se financiaron medios nada más?), el papel de la AFI, la inteligencia en general; y además se creó un estupendo clima para saber quienes son los implicados en el caso “Chocolate” de la Legislatura bonaerense (¿son peronistas nada más, o hay de otros partidos?), y por supuesto saber mucho más acerca del escándalo del espionaje.
Milei debe ser muy claro. No caer en el error que asumió Macri en no contar a la población todo el inventario que en ese momento le dejó de herencia Cristina Kirchner. El nuevo presidente tiene que promover todas las investigaciones posibles para saber si hubo corrupción y mostrarla a la sociedad. Es para aplaudir que se maneja con ocho o diez ministros, y esa misma actitud debe imponerse para los estados subnacionales como son las provincias y municipios, en donde en muchos casos deberán acompañar el esfuerzo nacional. La luna de miel del pueblo con el nuevo mandatario será breve, y si no la aprovecha así como se impuso puede bajar raudamente en la consideración popular.
Varias encuestadoras se reivindicaron, aunque en muchos casos no lograron ver la magnitud del fenómeno. Uno que lo advirtió fue Aníbal Urios, de DC Consultores, que publicó una encuesta unas horas antes de la veda para sondeos en donde el libertario estaba cerca de 6 puntos por encima del candidato del gobierno. En los días de veda, Urios dijo a este columnista: “parece que los indecisos se están decidiendo, y también parece que son opositores”.
Otros encuestadores, sin embargo, no solo mostraban empate técnico o triunfo de Massa, sino que además en plena veda hicieron campaña con algunas consignas a favor del ministro de Economía.
Llegan tiempos para conocer, tiempos para ir a fondo por un cambio en donde todo quede expuesto. ¡Que el cambio también sea ético!.