
por Sebastián Álvarez *
Ahora bien, quiero hace foco en los últimos 20 años de la Argentina, donde 16 años gobernó el kirchnerismo y 4 años la alianza de cambiemos, conformada por el PRO, los radicales, entre otros. La decadencia de nuestro país, se da un marco donde la generación que hoy es conformada por los jóvenes, estuvo sometida al deterioro de la calidad de vida de sus padres, donde crecieron en algunos casos con necesidades básicas restringidas y otros en plena vulnerabilidad, a la deriva de nuestro territorio nacional.
No es para nada una sorpresa el apoyo de la juventud a una fuerza que les propone libertad y desarrollo, porque ya conocen lo que no quieren volver a vivir y sentir en carne propia. Cabe mencionar que existe un status quo con una fuerte ideología política de imposición en el marco social sobre todas las cosas. El hartazgo de los jóvenes no solo fue producto de un mal desempeño de los funcionarios públicos, sino también del mal funcionamiento de un sistema que imponía las condiciones de la libertad de expresión, los temas que estaban establecidos como dogmas ideológicos y cuestiones que tienen que ver con el desarrollo y la formación del ser humano, por ejemplo, en el caso de la educación, donde se enseñaba solo una versión de la historia.
El desgarro que fue generando esta técnica de imposición a ciertos pensamientos, resquebrajó un sistema que había sido pensado a la perfección, donde por medio del engaño y el miedo, buscaban coartar el pensamiento crítico sobre la historia y el control exhaustivo de lo que sucedía en el presente.
El conflicto social que marcó un antes y un después, fue la promulgación de la ley del aborto legal en el año 2018, donde se polarizó completamente la sociedad. A partir de esto, todos los debates que giraban dentro de una temática social marcaban el rumbo de una sociedad, cansada de ser guiada por una minoría que solo tenía como objetivo imponer. El aparato del Estado sirvió como canalizador de respuestas a estos “temas de interés” que solo terminó siendo una bomba a contrarreloj que tarde o temprano, iba a estallar. Le dijeron a la juventud lo que tenían que ser, como tenían que pensar, como tenían que actuar, incluso como debían hablar, guiando los corderos de un status quo que solo amedrentaba la libertad individual.
El romper con un sistema que venía destruyendo todo tipo de racionalización crítica y un estilo de vida que solo marcaba la decadencia, fue lo que supo canalizar el liberal libertario en sus propuestas y dichos, donde logró representar a estos jóvenes cansados de un sistema que solo los limitaba y no les generaba garantía de nada. El 19 de noviembre, los jóvenes lo demostraron no solo en las urnas, sino también fiscalizando con coraje para que este sistema que tanto los avasallo, se termine.