
por Fabricio Moschettoni, editor de Impulso Baires. Twitter @FMoschettoni
Este año que termina, el presidente Javier Milei manejó la agenda de la política, y el resultado fue su consagración para acceder a la primera magistratura del país. Las grandes estructuras que dominaron la escena en las últimas dos décadas no entendieron las demandas sociales del momento y cayeron en las trampas del liberalismo libertario.
Milei por momentos fue entendiendo el mundo de la volatilidad, la ambigüedad, la incertidumbre y la complejidad, pero esa cuestión la desempeñó muy bien en campaña electoral, aunque luego, una vez que entró a Casa Rosada, se llenó de naftalina y se volvió determinista. La sociedad sigue mostrando alteraciones disruptivas en su marcha, y eso Milei lo absorbió bien durante todo el año, pero ahora cambió y cree que las cosas van a pasar por una necesidad lógica.
Posiblemente las “fuerzas del cielo” lo llevaron a volverse dogmático, o tal vez en el fondo siempre lo fue, pero esa situación es la que hoy enciende luces amarillas intensas en la evaluación de la opinión pública.
Al cerrar la semana Impulso Baires publicó dos encuestas que se dieron a conocer. Una, dirigida por Aníbal Urios desde DC Consultores, y la otra presentada por Zuban Córdoba mediante su director, Gustavo Córdoba. Son trabajos diferentes, pero nos ayudan para sostener nuestra hipótesis que destaca la volatilidad de la sociedad y el estancamiento presidencial.
Por ejemplo, Zuban Córdoba muestra una línea de tiempo desde agosto a la actualidad en donde refleja cómo se desempeñó la imagen de Milei. Precisamente en agosto tuvo dos momentos, primero con una imagen negativa de 47.5% y una positiva de 46%, y luego se revirtió pasando la positiva a un 49.6% y la negativa un 43.4%; en primera parte de septiembre volvieron a modificarse los porcentuales y la positiva bajó a 46.8% mientras la negativa escalaba a 47.4%. A partir de la segunda medición de septiembre Milei creció significativamente en su imagen negativa con 53.8% hasta llegar al máximo de 58% para octubre; y luego de las elecciones generales empieza a disminuir hacia el balotaje, precisamente cuando lo dejan como una de las dos opciones y recibe la afluencia de apoyos de Juntos por el Cambio “halcón” mediante su excompetidora Patricia Bullrich y el expresidente Mauricio Macri. En el balotaje baja a 50.4% de negativa, situación que mantiene hacia su asunción presidencial, pero en una segunda medición y luego de disparar el paquete de medidas económicas y políticas el rechazo se disparó nuevamente a 55.5% de negativa.
Ese indicador es muy valioso para ir observando cómo se mueve la opinión pública en pequeños períodos de tiempo, y además asegura que el actual presidente siempre tuvo un gran rechazo, aún en su mejor momento.
Milei no debería olvidarse que fue electo por uno de cada tres electores, y en balotaje casi duplica ese porcentual por el valioso apoyo del tándem Bullrich – Macri, pero esa porción electoral es posible que pueda cambiar de rumbo si observa demasiado ruido y falta de un bienestar a corto plazo.
En una instantánea de la muestra de Zuban Córdoba en donde se pregunta acerca de la aprobación del gobierno nacional, el 51.9% lo desaprueba de manera total, el 38.6% lo aprueba de manera absoluta, el 5.3% aprueba algo, y el 3.5% desaprueba algo, mientras que apenas un 0.6% no saben.
En cuanto al polémico DNU 70/2023, el 56.1% dice que el Congreso o la Justicia lo deben derogar, mientras que el 39.8% lo percibe constitucional y está de acuerdo con su entrada en vigor.
Un título importante lo da el nivel de desaprobación de la gestión, porque el 54.3% cree que el país va en rumbo incorrecto, y el 43.5% lo entiende como manera correcta.
Gustavo Córdoba percibe que el presidente Milei va perdiendo imagen positiva a razón de casi un punto porcentual por día desde que asumió: "Es uno de los presidentes más débiles, porque no tiene la territorialidad ni la presencia legislativa necesaria para pararse de esta manera tan autoritaria en el centro de la escena política", dijo el consultor a LV12 de Tucumán.
Para rematar, y ante el desafío de una consulta popular que lanzó el presidente si es que sus paquetes de medida no se ven truncas por el Congreso o la Justicia, el 54.6% votaría en contra, mientras que el 41.4% lo haría a favor, y el resto se divide entre no sabe o no votaría.
Unas horas antes, entre el 27 y 28 de diciembre, la firma DC Consultora, dirigida por Aníbal Urios, hizo una medición nacional sobre 1970 casos mediante la modalidad de dispositivos móviles. En ese trabajo se pueden observar también los efectos de la volatilidad de la opinión pública, aunque desde otra óptica.
Por ejemplo, se le brindó a los consultados un menú de temas y se pidió que indiquen cuál consideran más importante del DNU, y allí se corta solo la reforma laboral, con 56.7%, seguido por la ley de Alquileres, con 15.2%, la medicina prepaga y obra social, con 11.4%, y luego otros ejes mucho menos ponderados.
Pero una parte importante es cuando se pide que contesten si están de acuerdo o no con la privatización de una serie de empresas o entes estatales, y allí se puede crear una radiografía de la opinión pública de ese momento. El 64.8% está de acuerdo con la privatización de Aerolíneas, mientras el 35.2% la rechaza; el 59.3% rechaza la privatización del Banco Nación, mientras el 40.7% la aprueba; el 72% rechaza privatizar el sistema jubilatorio, y el 28% lo aprueba; el 51.3% está a favor de privatizar YPF, y el 48.7% lo rechaza; el 65.9% está a favor de privatizar AYSA, mientras que el 34.1% está en contra; el 60.5% considera positivo privatizar ferrocarriles, mientras que el 39.5% está en contra; el 70.2% avala la privatización de la TV Pública, mientras el 29.8% la rechaza.
Es decir, allí se puede percibir un criterio ciertamente de cuidado mayoritario de lo que usa a diario la mayor parte de los entrevistados, y así se ve con el rechazo de una privatización del Banco Nación o del sistema jubilatorio, evidentemente son cuestiones que le dan confianza para tener tranquilo su futuro.
Una diferencia interesante entre el estudio de Zuban Córdoba y el de DC Consultores se da en cuanto al plebiscito, porque ante la misma pregunta la consultora de Urios mostró que el 59.6% votaría a favor y el 40.4% en contra.
El gobierno de Milei posiblemente sufra más pérdida de imagen positiva en la medida que se vean los efectos de la desregulación económica, como por ejemplo altísimos incrementos en el transporte público de pasajeros del AMBA (entre 45 y 50%), continuidad en la suba del combustible, aumento de la energía, y un continuo incremento de los precios en góndola. Paralelamente los despidos del sector público y privado, las suspensiones y pases a disponibilidad de trabajadores, y una pérdida de poder económico tanto en trabajadores como en jubilados es altamente probable que agraven la calificación del actual gobierno.
El planteo económico hacia las fuerzas productivas está recibiendo rechazo, y eso se verifica en el malhumor de las economías regionales por las retenciones y falta de crédito, la apertura de importaciones que puede detonar la industria nacional, la suspensión de programas de fomento a la actividad comercial como los Ahora 6, Ahora 12 o Ahora 18, la desarticulación de la industria pesquera, entre otras cuestiones.
En el plano internacional, la canciller Diana Mondino tuvo un auspiciante comienzo, pero luego entró en un camino sinuoso al incidir en el rechazo de la invitación para formar parte del bloque BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), y así desaprovechar el área económica de mayor futuro, como también privarse de tener una poderosa herramienta para negociar posiciones con mayor entereza tanto con Unión Europea como con EE.UU.
Milei está preso de sus propias acciones, en donde plantó la cultura de cambios vertiginosos y acelerados, y la reacción de la opinión pública ante eso también es inmediata. Por esa razón ya no se habla más de una luna de miel de un gobierno recién asumido: la agenda vertiginosa del gobierno tiene respuestas y cambios de humor en el electorado de manera constante.
Los desafíos y menosprecio de Milei hacia la política no lo ayudarán en momentos de debilidad, y eso está implícito en acciones tanto de gobernadores, intendentes y del propio Congreso. Sin política no hay red de contención.
¿Qué hay después de Milei?, es la pregunta que más se repiten en la política tradicional. Un fracaso del liberal libertario va a poner a prueba al sistema político que desprecia pero que como último recurso buscará de aliado para sostenerse.
En Unión por la Patria se aceleran los tiempos, y el ex ministro de Economía Sergio Massa presentará un libro en marzo sobre su paso por el Palacio de Hacienda, mientras que el gobernador bonaerense Axel Kicillof busca concentrar fuerzas y quedarse como el adversario directo de su colega economista que por este tiempo ocupa la Casa Rosada.
En Juntos por el Cambio la potencia está en manos de sus diez gobernadores. El alcalde porteño, Jorge Macri, busca concentrarse en la gestión y no entrar en rispideces políticas, el radical santafecino Maximiliano Pullaro quiere resolver temas estructurales de la Provincia y ser uno de los que definan la política nacional, los mendocinos con Alfredo Cornejo buscarán potenciar más a la región de Cuyo en la mesa de definiciones, y el entrerriano Rogelio Frigerio aparece como un gobernador cuidadoso de los fondos públicos.
En tanto, ante un fracaso del liberalismo libertario y sus aliados, el flamante presidente de la UCR nacional, Martín Lousteau, empezará a trabajar su potencialidad como presidencial, mientras que el ex alcalde porteño, Horacio Rodríguez Larreta, buscará reinstalar las líneas generales de su campaña presidencial demostrando que tenía razón en sus planteos dialoguistas.
Milei precipita la agenda, y todos juegan alrededor.