17/06/2025 - Edición Nº3372

Politica

Ley Bases

Milei dilapidó el llamado a sesiones extraordinarias, y tendrá que decidir si acuerda con la República o la desafía

07/02/2024 | La increíble falta de manejo político del gobierno de Javier Milei hizo naufragar una enorme oportunidad para contar con las herramientas legislativas necesarias para una gobernanza efectiva. La barrabasada en la decisión de volver a comisión el proyecto de Ley Bases fue responsabilidad plena de un oficialismo aficionado.


por Fabricio Moschettoni, editor de Impulso Baires. Twitter @FMoschettoni


Ayer en dos oportunidades, una en la mañana y otra al mediodía, desde Impulso Baires anticipamos que el Gobierno no tenía los votos necesarios para avanzar con el tratamiento parlamentario en particular de la Ley Bases. Al principio de la mañana no llegaba a 90, y durante el día se agregaron algunos más pero siempre lejos de los 129 compromisos claves.

No hay un solo motivo para explicar el fracaso, sino que fue una constelación de impericias desde el mismo momento de la asunción presidencial. No entender que Argentina se gobierno mediante un sistema republicano fue su primer error, y el hecho más ilustrado estuvo al dar el discurso de asunción de espaldas a un Congreso que es imprescindible para tener una gobernanza efectiva.

El oficialismo tiene una mínima expresión en Diputados, con 37 o 38 legisladores, y es casi testimonial en el Senado, con 7 u 8 expresiones que están comprometidas con el presidente libertario, y el resto depende de aliados múltiples porque ni siquiera con el Pro le alcanza para avanzar en un océano repleto de tiburones y pirañas.

El ex presidente Mauricio Macri, diputados como Cristian Ritondo y Diego Santilli, o la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, jugaron todas las fichas para que el paquete de herramientas que necesitaba Milei pueda salir lo más limpio posible, y también lo hicieron los diez gobernadores de Juntos por el Cambio, en donde tuvieron que trabajar con un equilibrio científico para poder defender los intereses de sus provincias y acercarle la mayor cantidad de apoyos a un gobierno federal que los maltrata.

El experimentado presidente del bloque de Hacer Consenso Federal, Miguel Pichetto, lo advirtió todo el tiempo, y en las últimas horas no se cansó de pedir más diálogo y consenso al presidente Javier Milei, incluso en TN contó que los expresidentes Carlos Menem y Néstor Kirchner se tomaban el paciente trabajo de hablar uno por uno con los gobernadores para buscar su respaldo.

Milei agredió a los aliados, bastardeó al radicalismo al punto de darle un like a un mensaje de un tuitero anónimo que habla de guerra y que los representantes del centenario partido son “putitas del peronismo”. 

El presidente no cree en el sistema republicano. Busca todo el tiempo diferenciar al Congreso de sus planes, e incluso desde su gobierno ya se empezaron a cuestionar resoluciones judiciales con un tono en el que no se trata a jueces o fiscales. Ante eso, Milei que se cree abanderado de la libertad desató una furiosa guerra con la prensa libre, y solo contempla “voceros” y “aplaudidores” del régimen que quiere instalar.

El “mileismo” quiere parecerse al “roquismo” que imperó en el país desde 1890 y hasta la llegada de la Ley Sáenz Peña. Existe la búsqueda constante de transformarse en un gran elector y de un presidente con centralismo imponente, pero en lugar de absorber el apoyo de los gobernadores para transformarlo en poder propio los enfrenta, y ahí está uno de los errores garrafales.

Decíamos que no hay una sola causa para el fracaso evidenciado ayer con el pase a comisión del proyecto de Ley, sino varios. Y en ese marco debemos inscribir la impericia de un advenedizo presidiendo la Cámara de Diputados, como es el caso de Martín Menem, el que no supo y no sabe coordinar un plenario bravo; también las torpezas del jefe de bloque de La Libertad Avanza, Oscar Zago, que ni siquiera conocía el Reglamento del Cuerpo que integra y dejó impresas en sus manifestaciones que actúa más como un puntero de una parroquia porteña que como líder parlamentario, y para corroborar eso nos podemos remitir al viernes pasado cuando cerró la lista de oradores antes de la votación en general, oportunidad en la que le recuerda al diputado de UxP, Leopoldo Moreau, que alguna vez y hace mucho “le puse 1500 fiscales y lo votaron la mitad”.

Párrafo aparte se lleva el ministro del Interior Guillermo Francos, que a pesar de buscar darle una relación política a su cargo no tuvo el manejo de las herramientas necesarias para mejorar las relaciones con las Provincias, y el poder lo terminó manejando el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, uno de los responsables del naufragio en el que se encuentra por estas horas el Gobierno.

Hay referentes experimentados del radicalismo, como por caso el ex ministro del Interior, Federico Storani, que dijo ante un grupo de correligionarios que su fuerza debe prepararse porque considera que Milei va por más, o sea que es posible que intente una especie de consulta popular para buscar en el pueblo un apoyo extra y así presionar sobre la incómoda situación.

En rigor, un modelo plebiscitario constante es imposible mantener en el tiempo, sería una locura más de un gobierno improvisado e irrespetuoso. Y hasta en algún punto también puede estar alejado del texto constitucional. 

Milei busca instalar un modelo caótico creyendo que a un sistema con esas características lo podrá manejar, pero se equivoca de principio al fin porque la volatilidad y la incertidumbre son inmanejables por naturaleza misma.

La democracia líquida no es la salida, al menos por ahora. Por el contrario, la democracia y el consenso es lo que debe imponerse, y eso se hace mejorando la salud de las instituciones.