03/05/2025 - Edición Nº3327

Politica

Nuestro propósito

El primer mandatario se debe a los mandantes, y no puede arremeter contra ellos

16/02/2024 | La utilización de primer mandatario y mandantes puede tener varias acepciones, pero en nuestro caso presidencial esa figura se debe al pueblo que lo eligió. Javier Milei se debe a los mandantes, al pueblo, y debe protegerlos, no maltratar a los ciudadanos.


por Fabricio Moschettoni, editor de Impulso Baires. Twitter @FMoschettoni


Si bien es cierto que los términos mandatarios o mandato son de naturaleza jurídica, no menos lo es que en estos casos de presidencialismos se los utilice para definir la relación entre el “Jefe de Estado” como “primer mandatario”, y el pueblo que es quien tiene la soberanía y lo elige, y por ende se transforma en su “mandante”.

El primer mandatario tiene las responsabilidades y facultades que la Constitución le otorga, pero no puede adoptar fuera de ella ningún poder extraordinario, y por otra parte debe ser cuidadoso de su relación con los mandantes, que son ciudadanos, y que merecen un trato de cuidado especial, como también lo establece nuestro espíritu constitucional.

En el caso de la última polémica protagonizada por el presidente Javier Milei con la ciudadana Mariana Espósito, conocida muy popularmente por sus habilidades artísticas como “Lali” Espósito, hay una relación asimétrica, porque la figura presidencial tiene mucho más poder, en este caso por el rol público que ocupa.

“Ella empezó primero”, o justificaciones de esa naturaleza no eximen al presidente de la falta grave de haber apuntado contra una ciudadana de la República y condenarla a sufrir insultos, padecer potenciales escraches, o agresiones significativas que podrían afectar no solo a su profesión sino también a su vida cotidiana.

El enorme poder de un presidente en un régimen ultra presidencialista como es el nuestro no puede ser utilizado para apuntar a ciudadanos, porque pueden convertirse en reiterados hechos propios de regímenes autoritarios con marcadas tendencias fascistas.

Marcar a alguien, apuntarlo, colocarle una cruz,  decir ´eso dijo, y es nuestro enemigo´, es una pésima señal de la máxima autoridad del país porque está instigando a sus fanáticos a que ´vayan por quien está en contra de nuestra ideología´.

El presidente no es liberal. O por lo menos no practica un liberalismo respetuoso de todos los integrantes de una sociedad, un liberalismo clásico. Liberales somos quienes nos recostamos en el espíritu del liberalismo como herramienta reformista, para romper con quien intentan dominarnos, como antes fue el feudalismo, el colonialismo, y ahora son los pequeños autoritarios que abusan sistemáticamente del poder. Liberales somos los que buscamos una sociedad tolerante, pluralista y en donde se proteja al ciudadano de cualquier abuso de poder. 

El liberalismo que algunos entendemos está emparentado con el humanismo, porque el propósito es una sociedad que se desarrolle en paz, que busque mecanismos de resolución de conflictos por medio del diálogo y la convivencia, que elija una gobernanza fomentando la asociatividad y el trabajo en conjunto.

Milei es un tecnócrata, uno más entre tantos economistas que pretenden imponer por cualquier vía una receta de ajuste tradicional sin entender o ser parte de la sociedad.

La agresión a la ciudadana Espósito nos debe motivar a todos los ciudadanos y a todas las ciudadanas de la República, porque en estos días fue por ella, y en los próximos momentos puede ir por cualquier otro u otra, incluso contra quienes no tienen notoriedad pública.

El presidente tiene frentes abiertos con las provincias, pero los gobernadores también son poderosos y tienen mecanismos para defender sus intereses; tiene conflictos con los intendentes, pero también esos hombres y mujeres en función pública tienen herramientas para responder; está en guerra con el Parlamento, pero en ese poder hay filosas espadas para hacerse valer. Mucho más grave es cuando el presidente agrede a una ciudadana, cuando festeja que muchos argentinos tengamos que vender dólares o vender bienes producto de ahorros de largo tiempo para equilibrar nuestras cuentas y llegar a fin de mes.

¿Hasta cuándo se puede aceptar tanta humillación?, ¿hasta cuando seguiremos tan mansamente soportando que el látigo de quien debe representar nuestros intereses en lugar de protegernos de los de afuera nos castigue?.

El caso de la ciudadana Lali puede hacernos reaccionar. Gratamente hubo aliados del presidente que lo cuestionaron. 

La agresión a Lali debe ser el motivo para que una ciudadanía reaccione, y pida autoridad y respeto al funcionario que se le dio el mandato para que nos represente.

Tener un propósito en la vida, levantarnos y buscar desarrollarnos, darle motivo a nuestra existencia puede ser la lucha por la libertad con igualdad y solidaridad. Nuestro propósito: un liberalismo humanista para el desarrollo material y espiritual.