
por Jorge Joury*
En Argentina hay 6 millones de personas sin baños. Pero conviene reflexionar, que en gran parte es culpa del populismo que a través de los años no hizo otra cosa que aumentar la fábrica de pobres para tener electoralmente un ejército de rehenes. No obstante, el gobierno ahora tiene que hacer lo suyo y buscar urgentemente medidas que calmen la fiebre y que el enfermo se recupere.
Los números actuales son graves, porque el índice aumentó 11,2 puntos porcentuales respecto al número de fines del año pasado. Esto indica que 6,2 millones de personas, muchas de ellas de clase media, se han sumado al peor de los dramas, es decir, comer salteado, o que haya padres que no lo hagan para favorecer a sus hijos. En nuestro país, el 66% de los niños menores de 14 años es pobre. Es decir, dos de cada tres son pobres. Esa es la magnitud de los datos.
La indigencia, en tanto, trepó a 18,1%. Otro dato a tener en cuenta, son los jubilados pobres que pasaron del 13,2 al 29,7% y la canasta básica para el sector escaló a 912 mil pesos, casi tres veces más que la jubilación mínima más el bono.
En cuanto a los niños, es decir las pancitas vacías, el informe del INDEC dio cuenta que dos tercios el 66,1% de las personas de 0 a 14 años forman parte de hogares bajo la línea de pobreza. Respecto de la medición del semestre anterior, la pobreza infantil registró un alza de 7,7 puntos porcentuales.
En este contexto, las consecuencias futuras son devastadoras. Llevan a las familias a padecer múltiples problemas como la malnutrición, analfabetismo, deserción escolar, entre otros.
Desde la política y también de los laboratorios críticos de la economía sabían que la fuerte recesión iba a causar estragos. Pero no se encontró otra herramienta para bajar la inflación. Muchos analistas discrepan y culpan a la devaluación y la alta inflación de los primeros meses del año como la que provocó una caída real de magnitud de los ingresos y, en consecuencia, la recesión, fue lo que provocó el aumento de más de 11 puntos de la pobreza.
En cualquier caso, Javier Milei, que en campaña prometió el mayor ajuste de la historia, ahora está obligado ahora a buscar el remedio. La situación social se está convirtiendo en un boomerang a la luz de los costos. Y, si bien el Presidente insiste en que “el superávit financiero no se toca y es innegociable”, queda instalada a partir de ahora la duda si el Gobierno podrá seguir avanzando implacablemente en su política fiscal sin que la calle y el malhumor social le pongan un freno de mano en cualquier momento.
En la sala de máquinas de la Casa Rosada están preocupados porque la radiografía social y generalizada de panzas vacías, el impacto de las tarifas y los bajos salarios, están provocando el descenso de los niveles de popularidad que empiezan a registrar las encuestas de imagen y opinión, hasta el momento el principal soporte de la gestión económica libertaria.
Por ahora, todo el foco del gobierno sigue puesto en bajar la inflación lo cual, probablemente influya favorablemente en la próxima medición. No obstante, no queda claro si, a falta de crecimiento o con una recuperación débil, será suficiente para inducir una mejora significativa.Frente a este escenario, el Gobierno podría quitar el pie del acelerador del ajuste y buscar un respiro a los bolsillos, En esa línea, en las últimas jornadas se encadenaron tibios indicios. El más claro, eventualmente, es la decisión de no aumentar en octubre el transporte. Así se les comunicó a las empresas de colectivos, lo que evita un nuevo impacto sobre un amplio segmento más sensible de la población, amén de restar presión al índice de precios del mes próximo.
En la misma línea, también los aumentos en las tarifas de servicios públicos se moderarán en los próximos meses. De hecho, el Gobierno apunta a descomprimir la tensión que generó entre los usuarios la llegada de las últimas boletas de luz y gas, con incrementos mayores a los previsto. El cambio de temporada hace que se reduzca el costo de generación de energía, lo que permitiría una leve baja en las facturas o, al menos, evitaría nuevas subas por encima de la inflación.
A partir de la semana próxima, en tanto, también el precio de los combustibles bajaría en promedio 3% según se anticipó desde la petrolera estatal YPF lo cual -nuevamente- quita presión al índice de inflación.
Sin lugar a dudas que se trata de medidas paliativas que no sustituyen el único antídoto indispensable contra la pobreza, que es el crecimiento económico, y que marcan los límites con los que se topa el superávit financiero del plan de mega ajuste fiscal de Milei.
Después de aquel apagón televisivo cuando Milei habló en el Congreso, se empezaron a encender luces rojas. Uno de los detonantes fue el veto a las jubilaciones y luego el asado para festejar con los legisladores que dieron su apoyo a esa medida absolutamente impopular. Ahora la promesa de vetar el presupuesto universitario, también es caldo de cultivo de la bronca. Seguramente volverá a expresarse en las calles en la marcha de repudio proyectada para el 2 de octubre para defender la enseñanza pública y gratuita.
La CGT y los dos CTA se sumarán a la protesta, lo cual garantiza que la movilización será más grande y supere al millón de personas de la última vez.
En este contexto, en las últimas horas hubo un desesperado pedido del rector de la UBA al Presidente: “Con el veto de la ley se está hipotecando el futuro del país”, dijo Ricardo Gelpi y le solicitó a Milei que revea su intención de anular la ley de financiamiento universitario votada por el Congreso. Contó además que se quedaron sin recursos para pagar reactivos y muchos profesores comenzaron a dejar la universidad en busca de otros destinos en la esfera privada.
No hay que olvidar que en las universidades habita el núcleo duro del volátil electorado de La Libertad Avanza. Milei arrasó entre los votantes sub 25, en especial en la franja de varones que son trabajadores informales recién incorporados al mercado laboral y que pertenecen a la universidad pública.
Un veto de plomo contra la ley de financiamiento educativo que, al igual que en el caso de los jubilados, atenta contra su propio electorado. Además, a diferencia del veto a la movilidad jubilatoria, el conflicto con las universidades enfrenta al Gobierno a un conflicto en la calle con otra tonicidad en el actor social involucrado y más sostenible en el tiempo.
El respaldo de los jóvenes hacia Javier Milei ha comenzado a mermar, pero según los analistas, este cambio no implica un aumento en el apoyo a Cristina Kirchner. La caída de Milei en este grupo parece estar estrechamente vinculada a la percepción de la economía.
La confianza en el gobierno de Javier Milei sufrió un marcado descenso del 15% en el último mes, según el Índice de Confianza que elabora la Universidad Di Tella.
También de acuerdo a un reciente estudio de la consultora Zuban Córdoba, dos tercios de los jóvenes entre 18 y 30 años consideran que la situación económica no ha mejorado bajo el gobierno libertario. Además, un 71,3% de este grupo admite recurrir a sus ahorros para llegar a fin de mes, lo que refleja el impacto de la crisis en su día a día.
En síntesis, en este camino de malhumor social, mayor pobreza y encima, menos recursos para la educación, el gobierno está entrando en una peligrosa pendiente. Milei también dejó pagando a los verdaderos héroes, los bomberos de Córdoba que querían saludarlo. Quedaron perplejos con las manos extendidas.Hay que decirle al Presidente que tampoco hacía falta un momento de glamour con Susana Giménez en el balcón de la Casa Rosada, en medio de este escenario de malaria extrema. Donde hay hambre, cenizas quedan.
*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información y analista político. El 22 de noviembre de 2017, el Concejo Deliberante de La Plata lo declaró "personalidad destacada en el periodismo".