
por Redacción
Sin embargo, el sistema electoral estadounidense no garantiza que el ganador del voto popular se convierta en presidente. La clave está en el número de estados y, específicamente, en el número de delegados electorales que cada candidato consiga. En este contexto, y considerando los estados donde los candidatos tienen ventaja, aunque sea mínima, la carrera está 268 a 251 a favor de Trump. Recordemos que se necesitan 270 votos electorales para ganar en el Colegio Electoral.
El estado de Pensilvania se perfila como decisivo en la noche electoral. Con un empate técnico en este estado, sus 19 votos electorales podrían dar la presidencia a Harris por un margen mínimo o asegurar el regreso de Trump a la Casa Blanca.
No obstante, la política estadounidense es compleja y estas elecciones no son la excepción. Los resultados son tan ajustados que están dentro del margen de error de cualquier encuesta. Estados como Carolina del Norte, Nevada y Georgia favorecen a los republicanos por menos de un punto porcentual, mientras que Michigan y Wisconsin se inclinan hacia los demócratas por un margen similar. Cualquier cambio en estos estados podría alterar el resultado final, ya que la norma "winner-takes-all" otorga todos los votos electorales de un estado al ganador del voto popular en ese estado.
Trump ha logrado remontar una desventaja que parecía insuperable cuando la intención de voto demócrata se disparó tras la candidatura de Harris. Ahora, serán los 'estados bisagra' los que determinen el destino de unas elecciones que, según parece, se decidirán por un margen muy estrecho y en el último momento.