
por Fabricio Moschettoni, editor de ImpulsoBaires / Twitter @FMoschettoni
La inauguración de la obra de Plaza San Martín, admirada por el intendente Julio Alak y el gobernador Axel Kicillof, pero a la que la gente, el contribuyente, el ciudadano de a pie le dio la espalda, tuvo un agregado lamentable que terminó con una batahola impresionante protagonizada por violentos, que son “barra brava” de clubes de fútbol y también, supuestos sindicalistas vinculados con el gremio de la construcción. Como si fuera poco, el terror se trasladó al Hospital de Gonnet, en donde hubo heridos graves entre los grupos violentos, mientras profesionales, trabajadores de la salud y pacientes vivieron una de las horas más preocupantes de sus vidas.
Los hechos, en ambos escenarios, son de una gravedad sin precedentes. En el centro de salud hubo tiros y enfrentamientos cuerpo a cuerpo convirtiéndose en un baño de sangre y pudiendo matar o herir gravemente a las personas de bien que estaban en el lugar; y en Plaza San Martín se vulneró absolutamente la seguridad, y se puso en riesgo la institucionalidad, dado que estaban a pocos metros el gobernador y el intendente, además de una enorme presencia institucional.
En La Plata viene escalando la violencia de manera imparable en los últimos 15 meses. El concejal del PRO, Nicolás Morzone, lo advirtió, asegurando que en los barrios entraron los narcos, mientras que el referente social y coordinador de La Plata Solidaria, Pablo “Colo” Pérez, no se cansa de advertir que el narcomenudeo se hizo dueño de una buena cantidad de barriadas. Pero la política local no los escucha. Morzone presentó un pedido de informes al secretario de Seguridad de la gestión de Alak, Diego Pepe, luego del asesinato despiadado de la niña Kim Gómez, hace un mes en Altos de San Lorenzo, sin embargo, la mayoría de sus pares se dieron la espalda; y Pérez pidió la Banca 25 para presentar un proyecto de contención social para menores en situación de vulnerabilidad y probables presas de los narcos, y el presidente del Concejo Deliberante, Marcelo Galland, nunca le contestó.
Ayer muy pocos políticos fueron contundentes para condenar lo que ocurrió, y además para responsabilizar con nombre y apellido al gobernador y al intendente, porque ellos son las máximas figuras institucionales que tienen que garantizar el orden. Tan solo lo hizo el dirigente del PRO, Martiniano Ferrer Picado y el excandidato a intendente por La Libertad Avanza, Luciano Guma. Pero hubo un gran vacío en el ambiente. Por la noche, algunos radicales también se anotaron publicando expresiones de repudio en sus redes sociales.
¿Por qué la política local está tan ausente? El problema, cuando en la violencia se mezclan barras de fútbol siempre es el mismo: la mayor parte de los políticos platenses mantienen relación con los violentos, porque alguna vez le pidieron favores como, por ejemplo, votos para internas, o que les pinten paredones en la vía pública, o incluso que les lleven gente a sus actos. En otros casos, aunque afortunadamente los menos, siempre se sospechó de pedidos de “favores” de políticos a barras para “romper” a sus adversarios.
Los violentos en La Plata hace meses que se sienten impunes. Cuando la exgobernadora María Eugenia Vidal enfrentó a sindicalistas violentos, parte de su equipo terminó acusado por supuestas persecuciones o supuestos armados de causas por la vía de la inteligencia.
Volviendo al pedido de interpelación de Morzone a Pepe, recordemos cómo fue la votación: 5 votos por la afirmativa (Morzone y su par del PRO, Florencia Barcia, más los libertarios Guillermo Bardón, Florencia Defeo y Belén Muñoz), cuatro radicales y la concejal del Pro, Lucía Barbier, se abstuvieron, mientras que los ediles del PRO, Darío Ganduglia, Lucas Lascours y Juan Garmendia se levantaron a la hora de la votación y se retiraron del recinto, y los peronistas del alakismo votaron en contra. ¿Ahora qué tiene para decir la complicidad de radicales y amarillos que evitaron la interpelación? Los platenses merecemos saber qué se hace en materia de seguridad pública, qué pasa que nos matan como a moscas, qué ocurre que el Estado está ausente en los barrios vulnerables, pero también en los lugares más tradicionales, qué está ocurriendo que desmantelan las casillas de seguridad en espacios públicos.
En los años 1920 en Chicago se instaló el crimen organizado y la corrupción. El Estado se vio derrotado y las mafias se apoderaron del sistema institucional. La Plata no puede correr ese camino. Todavía se está tiempo de evitarlo.
Es momento de que los platenses se unan en una voz poderosa y exigente para recuperar la seguridad y la paz en nuestra ciudad. Necesitamos movilizarnos, organizarnos y demandar acciones concretas de nuestros líderes políticos. Desde encuentros vecinales hasta peticiones públicas, cada esfuerzo cuenta para presionar a quienes tienen el poder y la responsabilidad de garantizar nuestro bienestar. No podemos permitir que la violencia y la impunidad dicten nuestro futuro. Es hora de construir juntos una ciudad en la que la justicia, el respeto y la seguridad sean el eje de nuestra convivencia.
Foto de portada es ilustrativa, con la inteligencia artificial de Grok.