
por Fabricio Moschettoni, editor de ImpulsoBaires / Twitter @FMoschettoni
El presidente Javier Milei planeó ser una estrella disruptiva en un mundo con escasos movimientos sobresalientes. Así lo fue planteando desde que ganó la elección y empezó con sus giras mundiales: la luz azul de la nueva derecha mundial levantando pueblos y naciones. Sin embargo, la llegada a la presidencia de Estados Unidos de Donald Trump lo cambió todo, y el argentino quedó en posición adelantada, lento y sin margen para reacomodarse.
El aislamiento diplomático de Milei
Milei pensó en dos aliados excluyentes cuando llegó a la presidencia: Estos Unidos e Israel, y montó un esquema diplomático deslucido en donde desarticuló el oficio de la diplomacia nacional. Planteó un mundo demasiado escueto, con un solo polo, sin prever movimientos para cobrar fuerza y negociar mejor.
BRICS: La mesa que no ocupamos
Por eso, tal vez, pegó un portazo en la invitación del BRICS y no quiso acceder a la mesa de la potencia económica que forman Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Ese bloque económico representa un comercio integrado por más de 3.500 millones de personas, o sea, el 45% de la población mundial, y el Fondo Monetario Internacional tenía previsiones sobre que ese espacio podría representar el 33.6% de la producción mundial hacia 2028.
MERCOSUR y las oportunidades perdidas
A la vez, Milei debilitó lazos de integración del MERCOSUR, sobre todo por las sistemáticas agresiones al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula Da Silva, como también la falta de madurez política para visitar en su asunción al presidente uruguayo, Yamandú Orsi. Si bien el mercado común del sur está algo debilitado, es el instrumento para un correcto entendimiento comercial con la Unión Europea, o incluso para tener más potencia a la hora de negociaciones sobre condiciones de comercio exterior con otros bloques.
Argentina debe fortalecer su compromiso con el MERCOSUR en lugar de reducir su participación. Para lograrlo, es fundamental que el país, a través de su cancillería y sus parlamentarios del Parlasur, establezca una agenda clara con prioridades bien definidas en temas clave de gobernanza. Entre los principales ejes a abordar se encuentran: la estrategia para relacionarse con otros bloques económicos, el desarrollo conjunto de ciencia y tecnología aprovechando las oportunidades que ofrece la inteligencia artificial, y la creación de programas orientados al crecimiento y modernización de las ciudades.
Una diplomacia zombi
La diplomacia comercialista de Argentina es un contundente fracaso. Se eliminan barreras comerciales para presentar hacia afuera un formato de país libre comercio, pero, en realidad, se deja ingresar una enorme cantidad de productos importados para bajar los precios internos, sin entender que el disminuido aparato productivo nacional está a punto de tener una caída histórica, incluso mayor a la de épocas de pandemia.
Milei jugó sus cartas a una salvación de Donald Trump. Pero comenzado abril, todavía hay incertidumbre sobre un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, los desembolsos y la tasa de interés. Quizá, en la errónea diplomacia comercialista, Argentina quiso replantear su relación con China buscando auxilio de último momento, y esa situación afectó considerablemente la relación con los principales socios del máximo prestamista internacional.
Además, ni siquiera Trump tuvo una consideración mayor con Argentina, y la dejó anclada con aranceles al 10%, que, si bien son de los más bajos, resultan iguales que los que tienen Brasil, Uruguay, Chile o Colombia. Es decir, estar bajo el paraguas de Trump destilando odio al “salvaje comunismo” tuvo mal resultado porque el país consigue el mismo tratamiento que nuestros vecinos, despreciados por los libertarios argentinos por considerarlos “salvajes comunistas”.
Hace unos días, el presidente francés, Emmanuel Macron, mostró un fuerte gesto de apoyo a la Argentina ante el FMI. Sin embargo, este respaldo parece responder más a la protección de los intereses franceses en el país. Esta relación comercial, que se inició alrededor de 1875, consolidó a Francia como el segundo mayor inversor en suelo argentino durante la década de 1880, solo por detrás de Inglaterra.
Milei se encuentra aislado en un mundo que ha reconfigurado sus dinámicas. Las grandes potencias, tras la avanzada de Trump protegiendo los intereses de su nación, han adoptado un proteccionismo extremo para resguardar sus economías. En contraste, el presidente argentino, conocido como el León libertario, sigue apostando por un modelo de libertad comercial absoluta, un enfoque que resulta desfasado y poco efectivo en el contexto actual. Mientras el mundo se protege hasta en el más mínimo detalle para enfrentar la tormenta económica, Milei parece operar con un chip antiguo, incapaz de adaptarse a las nuevas reglas del juego global.
Los errores de Javier Milei no son simples desaciertos; representan un desconocimiento profundo de las dinámicas globales actuales. El mundo ya no funciona bajo los principios de un comercio libre y absoluto, sino que evoluciona hacia bloques estratégicos, proteccionismo y un enfoque colaborativo en medio de una incertidumbre económica global. Argentina, bajo su liderazgo, se encuentra desarticulada y aislada, sin aprovechar las oportunidades que ofrecen espacios como BRICS y MERCOSUR para fortalecer su posición internacional.
El geo poder en el juego de alianzas y el pragmatismo
El futuro de la nación dependerá de su capacidad para adaptarse y reconfigurar su estrategia diplomática. Es imperativo que el gobierno argentino entienda el "geo poder" como un juego de alianzas, diversificación y pragmatismo, en el que las decisiones impulsivas y excluyentes ya no tienen cabida. Solo con un enfoque renovado, basado en la realidad del panorama mundial, podrá Argentina salir del callejón sin salida y recuperar su relevancia como actor global.
Argentina enfrenta tiempos críticos que requieren más que decisiones impulsivas o ideológicas: necesitan estrategia, pragmatismo y visión global. El desafío para Milei y para cualquier liderazgo futuro será abandonar la ilusión de un modelo antiguo y adaptarse a las nuevas dinámicas del geo poder. Solo a través de la colaboración inteligente, el fortalecimiento de alianzas y la integración productiva podrá Argentina recuperar su relevancia en el escenario internacional y transformarse en un verdadero actor global. La historia no se escribe desde el aislamiento, sino desde la capacidad de entender y liderar los cambios.