
por Jorge Joury *
"Odio" y "libertad" a simple vista parecen el agua y el aceite en el lenguaje político, pero extrañamente parecen convivir con persistencia en el discurso presidencial.
Por ejemplo, hace horas Milei llevó al extremo su pelea con el Grupo Clarín, al que acusó de avanzar con una serie de "carpetazos y mentiras" en su contra. "Me están apretando para que ceda en entregarle las comunicaciones", dijo en alusión a la compra de Telefónica.
Virtualmente furioso por una nota de ese medio que reveló un supuesto pacto con Carlos Rovira por Ficha Limpia, el libertario negó contactos con el misionero y atribuyó esa versión al grupo que lidera Héctor Magnetto.
"Milei está negociando políticamente, por eso ya no habla de casta política sino de casta periodística", dijo Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría.
La constante provocación de Milei a la prensa es otro capítulo del odio en la política. Es probable que el Presidente haya elegido ese enfrentamiento como una estrategia electoral porque sabe que tales berrinches tendrán una repercusión asegurada. Pero el líder libertario cruza cualquier límite cuando denuncia penalmente a periodistas, entre ellos al columnista de La Nación Carlos Pagni, por cosas que éste no dijo. O cuando trata a Jorge Fernández Díaz y a Joaquín Morales Solá de "ñoños republicanos". Lo hizo en un programa por streaming que conduce Alejandro Fantino y en el que habló tediosamente durante seis horas, como si no hubiese nada que hacer en la Casa Rosada.
El Presidente recurre a la denuncia a los periodistas como si estuviera en una cruzada espontánea por la verdad. Pero sigue un libreto escrito de su asesor Santiago Caputo y de la nueva derecha internacional, cuyo auge coincide con una ola de descontento social. La demonización de las élites, entre las que se incluye a los medios de prensa, está en la primera página del manual.
Caputo es quien impulsa a Milei a tener estallidos de furia minuciosamente administrados. En otras palabras, la batalla ya no es contra la casta, sino contra la prensa, a la que el idioma libertario califica como "basura".
El Instituto Tecnológico de Massachusetts, en una investigación sobre redes sociales, detectó que un mensaje falso tiene un 70% más de probabilidades de circular que uno verdadero. Lo falso atrae más, porque lo falso suele ser insólito, y lo insólito obviamente atrae más que lo convencional. Además, un mensaje agresivo se reproduce seis veces más que uno moderado.
Por ejemplo, al hablar de la caída del proyecto de Ficha Limpia, el presidente llamó a Mauricio Macri, un aliado estratégico que lo llevó al poder: "ladrón", "mediocre" y "carente de ideas".
Frente a este marco de violencia verbal, el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) alertó que el gobierno libertario cometió 179 agresiones contra la prensa en 2024, un 53% de crecimiento en relación con el año anterior. Es la segunda peor marca desde que se realiza el relevamiento, sólo superada en 2013, durante el gobierno de Cristina Kirchner.
El monitoreo de Reporteros Sin Fronteras también describe al contexto argentino y lo define como la "deriva autoritaria". Además, señala que Milei estigmatiza a los periodistas y desmantela los medios públicos.
Como todos los años, también Reporteros Sin Fronteras (RSF) que releva la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, dio un monitoreo de la situación a nivel global y en ese informe Argentina aparece con un fuerte retroceso. Nuestro país cae 21 puestos y se ubica en el lugar número 87 del reporte que señala "a la agresiones físicas contra las periodistas" como el aspecto más visible de las vulneraciones aunque no el único.
Por el lado de FOPEA, señaló que algunos de los periodistas apuntados por los dardos del poder tienen nombre y apellido. Fueron Jorge Lanata, Jorge Fontevecchia, Jorge Fernández Díaz, Joaquín Morales Solá, Marcelo Longobardi, María O'Donnell, Ernesto Tenembaum, Sofía Diamante, Mónica Gutiérrez, Fabián Waldman, Silvia Mercado, Luisa Corradini, María Laura Santillán, Alejandro Alfie, Marcelo Bonelli, Alejandro Borensztein, Ignacio Ortelli, Víctor Hugo Morales, Delfina Celichini, Nacho Girón, Cecilia Boufflet y Romina Manguel, entre otros.
La mayoría de los analistas ven en esta campaña sucia, la mano oscura del asesor presidencial Santiago Caputo.
La prensa observa y anota, ante esta obsesión de Milei en acusar a diversos periodistas de ser "ensobrados", "pauteros", "esbirros manipuladores" y "cómplices de los verdaderos violentos", entre otras agresiones que compartió en redes sociales, a lo largo del año, junto con reiteradas diatribas contra el periodismo al que llamó a "odiar" socialmente con todas las fuerzas.Le dedica tuits casi diarios contra el ejercicio de la tarea de prensa, casi todos ellos acompañado con “No odiamos lo suficiente al periodismo” como frase final.
En este contexto, también se llegó al delirio de que uno de sus seguidores, el influencer libertario Daniel Parisini,conocido como "El Gordo Dan", haya pedido que el Presidente "meta preso a algún periodista por decreto como hizo Raúl Alfonsín", en alusión a lo ocurrido durante el gobierno radical en octubre de 1985.
El comentario generó controversia y respuestas inmediatas que desmintieron su versión de los hechos. La afirmación distorsiona los antecedentes históricos: si bien Alfonsín firmó el decreto 2049 en el que ordenó la detención de 12 personas por su presunta participación en un complot golpista, no se trató de una medida orientada contra periodistas por su actividad profesional, sino de una acción de emergencia en el marco de un estado de sitio por una serie de atentados con bombas y amenazas contra autoridades.
En esa lista estaban el general retirado Guillermo Suárez Mason, cinco militares más y seis civiles, entre ellos el analista político Rosendo Fraga, el periodista Jorge Vago (de Prensa Confidencial) y Daniel Horacio Rodríguez, del diario La Prensa.
Por algunos de esos episodios contra la libertad de prensa, iniciaron acciones judiciales Jorge Lanata y Jorge Fontevecchia contra Milei.
Los datos fueron presentados en el informe anual de Libertad de Expresión de FOPEA, titulado "El asedio al periodismo debilita la democracia".
El escritor y periodista Sergio Sinay define al discurso de odio ejercitado reiteradamente desde el poder, viralizado a través de las redes y convertido paulatinamente en una forma naturalizada y aceptada de comunicación en todos los ámbitos de la vida social, como el discurso de la Sombra. Y agrega que Carl Jung, el padre de la psicología arquetípica, explicó que en la Sombra, que es el reducto más profundo del inconsciente, anida todo aquello que rechazamos y negamos de nosotros mismos".
Para el director del diario Perfil, Jorge Fontevecchia: "El odio está relacionado con la deshumanización del otro, lo que así autojustifica la violencia. Por eso fue tan utilizado como generador de guerras y hasta genocidios. No es ese el caso en la Argentina actual pero cuando cualquier ideología se vuelve extrema y dogmática emerge el odio, que es el sentimiento más antidemocrático que pueda existir porque en el fanatismo el otro es la encarnación del mal. No hay posibilidad de diálogo en el odio, que destruye cualquier posibilidad de consenso al normalizar la violencia como forma de resolver el disenso".
FOPEA especificó que un tercio de las agresiones especificadas fueron protagonizadas por el presidente y sus funcionarios.
"Sólo el Presidente concentra 56 episodios en el último año y 11 más algunos de sus funcionarios", advirtió Fernando Stanich, que analizó los datos de la Comisión de Monitoreo de Libertad de Expresión de FOPEA.
De hecho, uno de los capítulos del informe de FOPEA está dedicado a Lanata, quien en junio del año pasado -seis meses antes de su fallecimiento- participó de un encuentro virtual organizado por FOPEA, donde se refirió a los embates de Milei contra el periodismo y a las acusaciones personales que enfrentó en sede judicial. "Yo no soy un ensobrado, no puedo dejar que me digan cualquier cosa, sea quien sea. Para él son todos ensobrados", dijo Lanata en aquella oportunidad, cuando caracterizó al Presidente como "autoritario".
El informe anual de FOPEA destacó que el “discurso estigmatizante” y las “restricciones al acceso a la información pública” fueron los dos ítems que más crecieron, al pasar de 23 a 76 casos y de 14 a 21 eventos, respectivamente.
Durante 2024, se relevó "un crecimiento sostenido de discursos estigmatizantes hacia periodistas, provenientes -en su mayoría- del propio Poder Ejecutivo Nacional y de sus entornos digitales. La agresividad se manifiesta en declaraciones públicas, posteos y réplicas en redes sociales que configuran un ecosistema tóxico donde el periodismo crítico es deslegitimado, agredido y presentado como enemigo del pueblo o de la libertad, sostuvo Paula Moreno, presidenta de FOPEA.
Ricardo Gil Lavedra, presidente del Colegio Público de la Abogacía, aseguró que los "insultos, epítetos humillantes y agravios" de Milei, "exceden la protección constitucional a la expresión y al ser efectuadas desde el cargo más alto de la República, constituyen una censura por medios indirectos que restringen el libre flujo de ideas, aspecto central en una democracia".
En 2024, hubo 121 casos de violencia estatal (67,6%), frente a 53 del año anterior. Si se suma la “violencia paraestatal”, el porcentaje suma el 80% de los ataques contra la prensa. "Si bien la presidencia de Javier Milei catapultó el ritmo de las agresiones, los problemas son de arrastre", planteó Fernando Stanich.
Se trata de una tendencia que se potenció durante el gobierno de Alberto Fernández y se profundizó durante el primer año de gestión de Milei, cuando alcanzó niveles similares a los registrados en el peor momento del gobierno de Cristina Kirchner.
Es que los ataques contra la prensa crecieron un 53% interanual en 2024; un 103% de aumento, en relación a 2022; y supera el 300% de incremento, en comparación con 2019, último año de presidencia de Mauricio Macri.
Los 179 casos de 2024 se ubican apenas por encima que una década atrás, cuando FOPEA relevó 178 casos en 2014, que era la segunda peor marca desde que se realiza este informe -en 2008-, después de los 194 casos que se registraron en 2013, cuando las elecciones de ese año tiñeron una gran cantidad de acciones contra medios y periodistas promovidas por el gobierno de Cristina Kirchner.
Para la presidenta de FOPEA, Paula Moreno, "en los últimos años, pero con algunas características específicas desde la asunción de Javier Milei como presidente de la Nación, la libertad de expresión y el ejercicio periodístico en Argentina fueron puestos en jaque por un fenómeno cada vez más evidente: la imposición de un discurso polarizante desde la más alta esfera institucional, acompañado por un aparato digital organizado que abona el hostigamiento y el descrédito".
"El periodismo profesional está siendo blanco de una ofensiva sistemática por parte de la principal línea política del país. No es un debate: es una estrategia. Y frente a ella, el silencio de distintos sectores emparenta la pasividad con la complicidad", dijo Moreno.
Entre otras cosas añadió: "También nuestra organización fue y es hostigada de manera constante desde los mismos sectores. FOPEA eligió un camino, no relativizar. No da lo mismo. Por eso fuimos a la Justicia donde intentamos explicar que el tono y los dichos no son equiparables a un juego de niños, que la principal voz institucional del país no es equiparable a ninguna otra y que la asimetría es real con cualquier ciudadano".
Paula Moreno se refería a la denuncia judicial que presentó FOPEA contra Daniel Parisini (Gordo Dan) por "hostigamiento digital". Lo acusan a Parisini de hostigar en redes sociales a FOPEA, su presidenta y a otros de sus integrantes, como el vicepresidente Claudio Jacquelin, a partir de la difusión de información falsa y ataques que fueron potenciados por personas vinculadas al área de comunicación del gobierno, el presidente Milei y sus seguidores en la red social X (exTwitter).
Se trata de un caso testigo sobre los límites legales de las fake news y el hostigamiento digital en redes sociales, donde se presentaron como amicus curiae del tribunal las organizaciones Poder Ciudadano, Transparencia Internacional y Amnistía Internacional.
Milei hace gala de su motosierra pero gasta indiscriminadamente para tomar el pulso de la opinión pública a través de las tradicionales encuestas. Por ejemplo, en los últimos dos meses, signados por el lanzamiento de la candidatura porteña de Manuel Adorni, el Gobierno contrató seis trabajos a dos consultoras por más de $ 117 millones.
Pero la preocupación lo embarga. Hoy los sondeos señalan que el gobierno precisa hacer un ajuste en su relato porque está agotado y tal vez la llave que encontró Santiago Caputo es embestir contra la prensa, a la que considera "
El mejor momento de popularidad del presidente libertario fue antes de fin de año, cuando su aprobación tocó 51,7 por ciento, y la desaprobación, apenas 40,1 por ciento.
El verano, con su desubicado discurso de Davos, el “Libragate” y todos los desatinos a los que llevó el escándalo de la criptomoneda libertaria, más los repuntes inflacionarios de los últimos tres meses fueron una "tumba" para la imagen con la que llegó el mandatario al fin de 2024. Medido de punta a punta, Milei perdió 20 puntos entre aprobación y rechazo. Tal vez haya que buscar la respuesta de lo que le pasa al Presidente en otro lado, cerca de sus disparates que ofenden a gran parte de la ciudadanía y lejos del periodismo.Matar al mensajero, es pegarse un tiro en los piés.
*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información y analista político. El 22 de noviembre de 2017, el Concejo Deliberante de La Plata lo declaró "personalidad destacada en el periodismo".