31/05/2025 - Edición Nº3355

Politica

Libertad de expresión

Entre la ´feliz experiencia´, y los palcos cerrados a la prensa en el Senado bonaerense

30/05/2025 11:38 | La decisión de la vicegobernadora Verónica Magario de cerrar el acceso de periodistas al palco de prensa del Senado no se ajusta a nuestra práctica republicana y liberal, surgida desde la década de 1820 con las reformas rivadavianas. La distancia entre el pueblo y sus representantes, la falta de vigilancia de los actos públicos constituye un daño al sistema institucional, cuestión que el plenario de legisladores debe tener presente.


por Fabricio Moschettoni, editor de ImpulsoBaires / Twitter @FMoschettoni


El Senado se quedó sin palco de prensa. Según los periodistas acreditados en la Cámara de Senadores, en la sesión del jueves pasado no pudieron entrar a los lugares habituales desde donde siguen las sesiones, que son públicas, y de esa manera reflejar el comportamiento de cada senador, los juegos legislativos, y la forma de enfrentar los diversos puntos del orden del día.

El jueves pasado se trataba la aceptación de pliegos de alrededor de 130 funcionarios judiciales, pero las versiones, que son muchas, apuntan en su mayoría a que se intenta cancelar un seguimiento de la sesión del próximo martes, en donde, entre otros temas, podría tratarse las re-relecciones de legisladores e intendentes, una cuestión que el propio bloque oficialista tiene discrepancias entre los tres senadores que responden al gobernador Axel Kicillof, y la mayoría que se enrola con la expresidenta, Cristina Kirchner.

La construcción de los diferentes parlamentos viene de la década de 1820, con las reformas liberales de Bernardino Rivadavia inspiradas en la obra “Táctica, de las Asambleas legislativas” *, del filósofo Jeremy Bentham, en donde, entre otras cosas, el pensador propone que, ante posibles tentaciones del poder político, debe imperar un principio de publicidad para el control, y que en ese marco “la vigilancia del público es el más constante y universal de todos ellos”. Rivadavia, en sus reformas, pensó una Sala de Representantes, atendiendo una construcción con formato de hemiciclo, para permitir esa relación directa entre los parlamentarios y el pueblo.

Bentham, con su idea de panóptico, era comprensible que tuviera valores relacionados con la vigilancia muy incorporada en sus acciones. En este caso, se trata de un panóptico invertido, con el pueblo vigilando a las autoridades, y en ese sentido se potencian todos los principios de publicidad. Otros de esos principios, planteados en el mismo caso, están relacionados con asegurar la confianza del pueblo y su consentimiento en las resoluciones legislativas; proporcionar a los electores la facultad de obrar con conocimiento de causa; y proporcionar a la asamblea la facultad de aprovecharse de las luces del público.

La Sala de Representante se creó en Buenos Aires en plena crisis de 1820. Primero fue una sala electoral para designar gobernador, y luego tomó una innumerable cantidad de funciones siendo en los años de la “feliz experiencia” una clave para modernizar el funcionamiento del Estado. A la Sala de Representantes, Rivadavia le dio un reglamento, inspirado en la Táctica de Bentham. A todo esto, los recintos debían ser con formato de hemiciclo teniendo como punto de vista la holística para que todos los representantes se puedan ver, y, además, los palcos aseguraban la presencia del público y de los periódicos, que cubrían exactamente lo que iba sucediendo y de esa manera se aseguraban los principios de publicidad.

La historiografía nos presenta amplias investigaciones al respecto, tanto mediantes libros, ensayos o valiosas tesis universitarias que aseguran el surgimiento de ese modelo de republicanismo que después se fue afianzando, años más tarde, en lo que sería la conformación de la Nación.

Ese modelo de hemiciclo también se inspiró en la Asamblea Nacional Francesa, al relacionarse con las ideas de igualdad y participación, alejándose de las estructuras monárquicas y coloniales. En ese concepto de igualdad y participación, está el control, y se ejerce a partir de la prensa.

La herencia que nos queda de esas reformas rivadavianas son la promoción de la educación y la formación ciudadana, y en ese sentido la prensa juega un papel clave en el proceso. Es bueno reiterar que se publicaban artículos explicando las nuevas leyes y sus impactos, ayudando a la población a comprender cambios institucionales.

Por eso que la medida de cerrar el palco de prensa en el Senado provincial va a contramano de los principios de publicidad, y de vigilancia de nuestros representados. Tampoco es republicano tener cerrados los palcos a asesores y colaboradores de legisladores. Y mucho menos si efectivamente el palco, como instrumento que facilita el acercamiento del pueblo a los representantes, está cerrado para el ciudadano.

Se podrá argumentar que los tiempos cambiaron, y que hoy una transmisión en vivo de las sesiones por parte de la propia Casa legislativa es suficiente. Sin embargo, una de las funciones del periodista es ser atento observador de gestos de los legisladores, diálogos entre ellos mientras habla un orador, o movimientos que se van registrando y que luego inciden en la votación de una resolución. Por otra parte, una transmisión oficial puede ser sesgada, cuestión que la libre observación del periodista desde el palco no lo es. 

La resolución debe tener un tratamiento más serio porque está afectando a la libertad de prensa, y también le está impidiendo al ciudadano contar con todas las herramientas suficientes como para ejercer su rol de contralor de sus representantes. Por otra parte, se está negando la posibilidad de desarrollar el pensamiento crítico. Aún se está a tiempo de corregir. ¡Que vuelva la luz para iluminar los actos públicos!

* Bentham Jeremy Tácticas de las Asambleas legislativas. Imprenta de Don Tomas Jordán. Madrid (1835)