
por Jorge Joury *
Nadie recuerda a un presidente que haya negado un saludo. Milei acaba de erigirse en el rey de los malos modos.
Pareciera que tenemos que acostumbrarnos a la descalificación constante. Lo mismo ocurrió cuando el mismo ministro Caputo se enojó con un periodista que le preguntó por sus cuentas en el exterior.
"Es una falta de respeto, no te pases de vivo. ¡Rectificate!", le exigió al colega que comparó supuestas cuentas offshore con los dólares del colchón.
Caputo figuraría en los Paradise Papers como administrador de Noctua Partners LLC, con vínculos en las Islas Caimán y Delaware, según Página/12, y agrega que no declaró estas relaciones en su gestión anterior, lo cual constituye una omisión "ética y legal".
Además, en un país normal el gobierno no sale a discutir con un actor el precio de las empanadas. Pero aquí, el control del relato es prioridad para la vereda libertaria. Por eso sale contra cualquiera que parezca que opina distinto, como le pasó al actor Ricardo Darín con Caputo.
El ministro de Economía, trató de "estúpido" a Darín que exageró el precio de una docena de empanadas y después lo despedazaron en las redes violetas en un gesto de incivilidad pocas veces visto. La Sociedad de Actores replicó, señalando que "lo que se busca es generar miedo".
Durante una entrevista concedida al canal Neura, el Presidente retomó los cuestionamientos a Ricardo Darín y, sin que se le preguntara directamente por el actor, utilizó su comentario como ejemplo en medio de una crítica a la expresidenta Cristina Kirchner. "Es como Ricardito hablando de las empanadas, se quiso hacer el nacional y popular y terminó demostrando ser un ignorante y un operador berreta", lanzó el mandatario, repitiendo casi textualmente la frase que había usado anteriormente su ministro de Economía, Luis Caputo.
El gobierno ve también al periodismo como un cuco y quiere destruirlo. Ahora planean más restricciones para que la prensa se mueva dentro de la Casa de Gobierno, más dificultades para repreguntar o enfrentar limitaciones que antes no tenían para participar en las conferencias de prensa. Ahora se les va a exigir a los hombres de prensa una cantidad de datos respecto de qué medio representan, niveles de audiencia, etcétera. Una vocación regulatoria que contrasta enormemente con la vocación desreguladora que tienen los libertarios en el plano del comercio y la economía.
El ministro Luis Caputo dijo que "el periodismo está en vías de extinción por sus propios méritos y se comporta tan mal que está destruyendo su profesión". Entonces vale la pregunta: ¿Para qué les interesa tanto regularlo?
Al mismo tiempo, el colega Hugo Alconada Mon revela que existe un Plan de Inteligencia Nacional, donde la SIDE se plantea algunos objetivos muy imprecisos y raros por parte de los servicios de espionaje. Por ejemplo, empezarían a ser objeto de investigación, de espionaje, de persecución, aquellos que manipulen la opinión pública en las campañas electorales.
También hay que destacar que Alconada Mon sufrió un asedio peor, porque trataron de hackearle sus cuentas de WhatsApp y de X y lo vincularon falsamente con sitios de pornografía, una monumental mentira que podría tener consecuencias graves para él. Por ejemplo, si usaran esa falsa identidad para divulgar material referido a la pedofilia. Alconada Mon hizo la debida denuncia penal por usurpación de identidad. La embestida contra el destacado periodista sucedió inmediatamente después de que él difundiera el Plan de Inteligencia Nacional, de la SIDE, que establece parámetros tan vagos y ambiguos para el trabajo de los servicios de inteligencia que estos podrían terminar convirtiendo una simple crítica en un delito contra el Estado. El documento de 170 páginas señala que deben ser objeto de seguimiento "quienes erosionan la confianza en los funcionarios".
¿Los funcionarios de Milei son infalibles? Parece. También serán motivo de control quienes "manipulen la opinión pública". Los periodistas son sospechosos, desde ya. Y señala la necesidad de monitorear a actores que "generen pérdida de confianza en la política económica".
En este contexto, los libertarios no advirtieron aún la letra fina del discurso del arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, en la celebración del Tedeum por el 25 de Mayo, palabras que sonaron firmes y marcan valores supremos que habría que rescatar cuanto antes.
"En la Argentina se están muriendo la fraternidad, la tolerancia y el respeto. Y si se mueren esos valores, se muere un poco el futuro, se mueren las esperanzas de forjar una Argentina unida, una Patria de hermanos", dijo el sacerdote.
Hoy también estamos asistiendo al ataque intermitente de los que odian y justifican su desprecio a través del terrorismo de las redes.
Se han pasado todos los límites: la descalificación, la agresión constante y la difamación parecen moneda corriente. No se puede construir una Nación haciendo la guerra del odio entre nosotros.
Las palabras del arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, retumbaron en los oídos del presidente Javier Milei. Las oyó, pero no las escuchó. Quien había pasado de largo e indiferente frente a la vicepresidenta y compañera de fórmula, Victoria Villarruel y había desairado la mano que le tendía el jefe de Gobierno de la Ciudad, Jorge Macri, ignorándolo, tuiteó al cabo de la ceremonia "Roma no paga traidores", como justificativo al saludo que le negó al alcalde porteño.
Fue su respuesta al mensaje pastoral que acababa de oír, y que evidentemente decidió no escuchar.
No me asombra lo de Milei. Desde su asunción en diciembre de 2023, pronunció al menos 1.051 insultos, descalificaciones o ataques en discursos, entrevistas y redes sociales, con un promedio de 2,4 por día.
Un análisis realizado por el Centro de Datos de Chequeado sobre los términos más utilizados como insultos como "kuka, zurdo y ensobrado" muestra que los principales destinatarios de sus agravios son opositores políticos, periodistas y economistas críticos.
Para los especialistas, el insulto forma parte de un capítulo de lo que se denomina "discursos de incivilidad", que tienen que ver con el agravamiento del tono de la comunicación política.
Amparado en los logros económicos alcanzados, el Presidente no parece entender todavía que su obligación es gobernar para todos los argentinos, los que lo votaron y los que no. Los que piensan como él y le rinden pleitesía con una obsecuencia digna de mejor causa, los que acuerdan en algunas cuestiones pero no aprueban otras, o los que disienten abiertamente. Y a todos les debe respeto por igual.
Su comportamiento está en las antípodas de lo que propugnó el cura García Cuerva y de lo que millones de argentinos, hartos de tanta grieta y tanta dialéctica amigo-enemigo, ellos y nosotros. Lo que se anhela, es un diálogo constructivo, respetuoso, en paz y civilizado entre todos quienes deben sacar el país adelante. Una tarea que no es privativa, ni acá ni en ninguna parte, de algún iluminado providencial de las fuerzas del cielo, sino que se construye buscando acuerdos aún en el disenso.
*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información y analista político. El 22 de noviembre de 2017, el Concejo Deliberante de La Plata lo declaró "personalidad destacada en el periodismo".