
por Fabricio Moschettoni, editor de ImpulsoBaires / Twitter @FMoschettoni
La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) fue creada en 1950 por el presidente Juan Domingo Perón como parte de un proyecto de fortalecimiento científico local. En ese contexto, se buscaba que, en lugar de importar tecnología nuclear, el país desarrollara recursos propios. Perón fue un visionario, porque el desarrollo lo pensó en pleno momento de Guerra Fría. Claramente, el presidente apostó a que Argentina tenga dominio de conocimientos atómicos y no dependa de potencias extranjeras.
Si bien el trayecto estuvo signado de idas y vueltas, el semillero de la investigación científica fue vanguardista. En 1994, el Estado nacional creó Nucleoeléctrica Argentina Sociedad Anónima para operar las centrales Atucha I, Atucha II y Embalse, mientras que la CNEA se encargó de la investigación y el desarrollo. Sin embargo, Nucleoeléctrica heredó el legado técnico y la impronta política del plan nuclear peronista, basado en la soberanía energética como política de Estado.
Durante los gobiernos kirchneristas, tanto de Néstor Kirchner como de Cristina Fernández de Kirchner, el plan nuclear se reactivó, y se finalizó Atucha II, se extendió la vida útil de embalse, se impulsó el reactor CAREM y se firmó el contrato para Atucha III con la aplicación de tecnología china.
En las últimas horas, según el portal especializado Post Energético, el Gobierno oficializó el inicio de la privatización parcial de Nucleoeléctrica Argentina, la empresa estatal que opera las centrales nucleares. El presidente Javier Milei firmó el decreto que autoriza la venta del 44 por ciento y la entrega a los trabajadores del 5 por ciento de las acciones de la compañía, en la que el Estado quedará con mayoría y la acción de oro para decisiones estratégicas.
Mediante el decreto 695/2025, la gestión libertaria busca desprenderse de parte de la compañía, presidida por Demián Reidel, que tiene a su cargo Atucha I -parada por extensión de vida-, Atucha II y Embalse.
Uno de los cambios respectos a los borradores que se habían filtrado es que la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) conservará el paquete del 20 por ciento de las acciones que posee y todos los papeles que se venderán corresponden a NASA.
El proceso estará a cargo de la Agencia de Transformación de Empresas Públicas, una unidad bajo la órbita del ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, que comanda el mendocino Diego Chaher, reseña la mencionada fuente informativa.
Nucleoeléctrica Argentina tiene dos obras clave en marcha: la extensión de vida de Atucha I y un almacenamiento de elementos combustibles. En el sector existen dudas sobre la continuidad de esos proyectos en caso de que ingrese un privado.
Fuerte oposición para detener la privatización
En la noche del lunes, mientras Milei ponía la firma en el decreto que autoriza la venta de parte de las acciones de Nucleoeléctrica, en la sede nacional del Partido Justicialista, el senador José Mayans confirmaba que van a impulsar una Ley que prohíba la privatización de la compañía estatal, destacó en otra nota el Post Energético.
El senador formoseño y presidente del bloque justicialista cerró el encuentro diciendo: “el rol del sector nuclear en el desarrollo nacional”, organizado por la secretaría de Energía del PJ, que conduce Guillermo Moser, secretario general de FATLYF, que también estaba en la mesa.
Mayans recordó que el proyecto para frenar la venta de las centrales se presentó en ambas cámaras del Congreso y agregó: “estamos viendo si podemos sacarlo sobre tablas, que fue el compromiso de los presidentes de otros bloques”.
Asimismo, el senador remarcó que el sistema nuclear es “estratégico” y llamó a defenderlo porque si no “la oligarquía lo va a destrozar”, al tiempo que consideró que el gobierno de Milei se pregunta “para qué queremos un proyecto nuclear si podemos comprar enlatado” porque tiene una “visión de hacer negocios”.
“Es necesario más que nunca que trabajemos para tener poder político”, finalizó Mayans y expresó en ese sentido que las elecciones del 26 de octubre son fundamentales para defender al sector nuclear.
Por su parte, José Luis Antunez, quien fue uno de los artífices de la finalización de Atucha II, calificó la venta como “innecesaria” además de ser un “atentado al patrimonio nacional”. También remarcó que la compañía no da pérdida ni tiene deuda.
El especialista explicó que la compañía “no es solo una operadora de centrales” es también dueña de los diseños, diseñadora de las centrales, propietaria parcial del ciclo de combustibles y tiene dos centrales funcionado “muy bien” (por Atucha II y Embalse) y otra en extensión de vida (Atucha I), que la va a llevar a una vida útil de 80 años.
Sobre qué hacer a futuro, Antunez pidió recuperar el plan elaborado en 2021 por el Estado Nacional y comenzar por la construcción del “proyecto nacional”, una central con tecnología CANDU de uranio natural que nuestro país puede replicar y luego evaluar financiamiento de origen chino o con recursos propios. La ventaja de esta iniciativa es que podría dar un gran impuslo a la industria nacional, o afectada por el freno a las obras.
En esa línea, el ex ejecutivo consideró que el uranio enriquecido se encuentra en una situación conflictiva a nivel internacional por lo que sería más conveniente retomar una tecnología con un combustible que nuestro país domina el ciclo completo. No obstante, Antunez recordó que los acuerdos entre Argentina y China siguen vigentes porque tienen fuerza de Ley.
El panel se completó con la ex presidente de CNEA Adriana Serquis, el ex vice de ese organismo Diego Hurtado y la diputada nacional Agustina Propato. También participó la ex diputada Teresa Gacía, mientras que la moderación estuvo a cargo de Federico Basualdo.
Un retroceso irreparable en la actualidad mundial
El mundo de este tiempo está articulando mecanismos para la transición energética. La Cumbre de Energía Nuclear realizada en Bruselas en marzo de 2024 fue un hito en donde más de treinta países empezaron a buscar formas de energía sustentable, y la cuestión nuclear empezó a tener mayor relevancia, sobre todo a partir de la construcción de reactores móviles y otros dispositivos. La privatización parcial de NASA es un dato desalentador para la carrera hacia un futuro sustentable y una soberanía plena de la cuestión energética en esta materia.
Si bien el gobierno no se desprende de la mayoría del paquete accionario y de la acción de oro, por lo tanto, se podría pensar que no habrá interés real del sector privado, la cuestión debe despertar máxima atención porque puede ser el puntapié inicial para desarmar por completo la investigación científica y el desarrollo en materia nuclear para fines pacíficos.