
por Fabricio Moschettoni, editor de ImpulsoBaires / Twitter @FMoschettoni
El gobierno del presidente Javier Milei no pasó el examen político en la Casa Blanca. El gobierno de Donald Trump está dispuesto a hacer un fuerte y contundente apoyo a la economía nacional, pero, sin embargo, busca previsibilidad local. En ese contexto, el gobierno libertario está lejos de poder llevar rendimiento político óptimo.
En la Casa Blanca esperan más del presidente Javier Milei. Observan que el clima político argentino presenta complicaciones severas, sobre todo por la falta de articulación y diálogo entre el gobierno federal y los gobernadores, pero también la falta de sensatez en el Congreso. Los escándalos sucesivos en la Cámara de Diputados, en particular motivados por diputados libertarios, la falta de trámites ordenados, y la baja performance oficialista en el Senado, preocupan.
En ese plano, las elecciones de medio término que se realizan el 26 de octubre de 2025 son una mala señal para la política internacional, y esa situación quedó evidenciada ayer en Washington D. C., pero también es la misma percepción que están teniendo inversores internacionales y de la región. El problema argentino preocupa al presidente Trump, sobre todo porque una caída de la economía local pueda tener efectos de contagio en el Mercosur y en la región en general, escalando hacia el resto del continente.
La ayuda de la Casa Blanca está, pero el pedido de mayor articulación política no se hace esperar: es una condición innegociable. En tanto, el gobierno de Milei tiene puntos muy débiles en su estructura interna. La mala relación entre varios ministros, los signos de agotamiento en la jefatura de Gabinete representada por el dialoguista Guillermo Francos y los desmanejos reiterados en cancillería, son malos síntomas. En tanto, después de las elecciones provinciales del 7 de septiembre en provincia de Buenos Aires, el gobierno ensayó reeditar el ministerio del Interior, aunque la figura del ministro Lisandro Catalán no logró tener un rol destacado en el diálogo con gobernadores, y apenas consiguió algunas reuniones aisladas con mandatarios que ya estaban en la órbita del oficialismo nacional.
En tanto, la tarea más fuerte para el gobierno de Milei, luego de las elecciones que tendrán lugar en diez días, será buscar puentes de contacto sólidos y algún esbozo de políticas de Estado con los gobernadores de Provincias Unidas, espacio que tiene gran potencial de crecimiento y que por el momento tiene como puntales visibles a Ignacio Torres, de Chubut; Maximiliano Pullaro, de Santa Fe; Martín Llaryora, de Córdoba; Gustavo Valdéz, de Corrientes; Carlos Sadir, de Jujuy, y Claudio Vidal, de Santa Cruz. De todos modos, se espera que otros mandatarios se suban al colectivo federal. Además, hay otro punto en cuestión, y está relacionado con los partidos de la oposición que podrían tender un diálogo de agenda de Estado, y en ese sentido se enrola el PRO, presidido por Mauricio Macri, y la Unión Cívica Radical, que podría ser liderada en breve por el correntino Valdéz, además de partidos provinciales y del Encuentro Federal que preside en Diputados, Miguel Pichetto.
La oposición madura, o sea la de Provincias Unidas, el PRO o Encuentro Federal, podrían ayudar a la gobernabilidad de la administración Milei, aunque todos piensan en no mezclar Estado con acercamientos o confusión políticos. Si la elección del próximo 26 de octubre es como lo anticipan las encuestas, o sea muy desfavorable para Milei, el gobierno deberá pensar en un staff político de primera línea para tener diálogos sensatos con la oposición, de lo contrario entrará en un callejón sin salida.
En tanto, el sentimiento argentino sobre el presidente Donald Trump es negativo en su mayoría. Una encuesta de Zuban Córdoba, de hace algunas semanas, marcaba un sentimiento de lejanía de los consultados sobre Estados Unidos y su presidente de alrededor del 63%, contra un 32% de proximidad.
La Casa Blanca ofrece respaldo económico, pero exige algo más que convicción ideológica: pide Estado, diálogo y previsibilidad. Si el gobierno argentino no logra construir puentes con gobernadores y opositores, el apoyo internacional quedará en pausa. El reloj corre hacia el 26 de octubre, y con él, la oportunidad de reordenar la política local antes de que el callejón se cierre. Porque en diplomacia, como en gobernabilidad, no hay margen para la soledad estratégica.