por Fabricio Moschettoni, editor de ImpulsoBaires / Twitter @FMoschettoni
La historiadora Paula Alonso comenzó su libro, Jardines secretos, legitimaciones públicas: el Partido Autonomista Nacional y la política argentina de fines del siglo XIX sugiriendo optar por el Partido Autonomista Nacional (PAN) como un panóptico para mirar la política nacional desde 1880 hasta 1892. La expresión es perfecta para definir la forma de observar la política argentina de ese momento, no ya desde un sistema político, sino desde un partido que, en realidad, era una sumatoria de expresiones partidarias o corporativas. La idea de panóptico surgió desde el filósofo y jurista británico, Jeremy Bentham, en el siglo XVIII como dispositivo de vigilancia en el diseño arquitectónico para prisiones, pero fue en 1975 cuando Michael Foucault desde Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión, lo resignificó y convirtió en una metáfora del poder moderno.
También podemos utilizar la idea de super lente para mirar desde Dardo Rocha la política nacional de esos años. El fundador de La Plata, el gobernador que comenzó su mandato en Buenos Aires y lo entregó en la nueva capital, creó esta ciudad en el marco de una apresurada carrera presidencial. En estos días se repetirán varias expresiones vinculadas al “legado” de Rocha, sin embargo, nadie va a explicar, desde su criterio, cuál fue el legado. Vamos a escuchar, por ejemplo, que La Plata fue la “prenda” de unidad nacional, pero, en realidad, fue más consecuencia que símbolo: una respuesta política a la federalización varias veces intentada pero recién lograda hacia los años 1880 (1).
En estos días previos a un nuevo aniversario de la fundación de la ciudad nos podemos formular y reformular preguntas sobre su sentido. ¿Fue un acierto elegir la nueva capital en este lugar?, ¿No eran razonables las advertencias sobre la cercanía entre dos capitales en donde una terminaría opacando a la otra?, ¿La Plata fue un signo de modernidad de época?, ¿fue prudente fundar una ciudad por una ley, aunque sin una organización previa, aunque fuera precaria?, ¿se la puede considerar un proyecto a gran escala como se la estudia desde la antropología social?
Dardo Rocha fue una de las figuras más interesantes de esa época, sin embargo, la historiografía aún le debe un estudio más profundo sobre su trayectoria. Sus ambiciones presidenciales se chocaron con la falta de confianza que su presencia despertaba en Julio Argentino Roca, la figura central del poder conservador de ese momento. ¿Fue un error de Rocha anticipar a Miguel Juárez Celman sus intenciones presidenciales ni bien comenzó Roca su presidencia?, ¿utilizó indebidamente el poderío económico y estratégico de Buenos Aires para su fin?, ¿fue La Plata un símbolo para apuntalar su carrera presidencial?
Utilizar a Rocha como un panóptico para observar a la Generación del 80 puede ser una variable interesante para considerar. Hasta ahora al orden conservador, que investigó y explicó acabadamente Natalio Botana, lo entendemos desde Roca, pero posiblemente sea hora de reformular esa apreciación, y empezar a analizarlo desde otros actores, y allí, el último gobernador que ejerció en territorio porteño para inaugurar la capital provincial tenga algo que proponer.
En cuanto a La Plata, surgió como proyecto urbano en el momento justo. El mundo del industrialismo se empezaba a reconfigurar. En 1853 el barón Georges-Eugène Haussmann modernizó Paris a pedido de Napoleón III. En 1879 Thomas Edison logró una bombilla funcional que permitió incorporar la matriz eléctrica al alumbrado público. En esos años Buenos Aires debate su implementación, con el presidente de la Comisión Municipal (luego intendente) Torcuato de Alvear y el disruptivo Domingo Sarmiento. En el medio, Dardo Rocha funda La Plata y ante la duda porteña impulsa la primera usina eléctrica y alumbrado eléctrico de Sudamérica. Todo eso desde nuestros prematuros tilos y diagonales.
Mirar desde Rocha no es reivindicar, es descentrar. Es preguntarse si el poder también se diseña, si la modernidad también se funda, y si el legado puede ser, simplemente, una ciudad que aún no termina de explicarse.
(1) La federalización de Buenos Aires fue el desenlace de múltiples intentos previos (1826, 1853, 1860, 1866), finalmente concretada en 1880 tras el conflicto entre Roca y Tejedor. La Plata surgió como respuesta institucional a esa pérdida de capital provincial.
Referencias bibliográficas
Alonso, P. (2010). Jardines secretos, legitimaciones públicas: el Partido Autonomista Nacional y la política argentina de fines del siglo XIX. Buenos Aires: Edhasa.
Botana, N. (1977). El orden conservador: la política argentina entre 1880 y 1916. Buenos Aires: Sudamericana.
Foucault, M. (1975). Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión (trad. H. Pons). Buenos Aires: Siglo XXI Editores. (Edición original: Surveiller et punir, Gallimard)
Fuente foto: Cultura.gob.ar