26/04/2024 - Edición Nº2955

Politica

El día que Duhalde imitó a Carrió y tomó por el camino del apocalipsis

25/08/2020 | Si algo le faltaba al espinoso momento de desencuentros ideológicos que vive el país, es el banquinazo de Eduardo Duhalde sobre la posibilidad de un golpe institucional o militar. Si Duhalde con esa frase trató de instalarse en el centro de la escena, flaco favor le hizo a la democracia, mostrándola frágil a 37 años de su renacimiento. Usó el método Carrió para plantear un futuro apocalíptico y armó un gran revuelo. Absolutamente innecesario frente la emergencia sanitaria y los padecimientos que vivimos los argentinos.Y encima, marcó a fuego que "cuando el deterioro social llega a un límite de anarquía", las cosas toman "olor a sangre". Y reiteró que para él, no va a haber elecciones legislativas, "porque Argentina es la campeona de las dictaduras militares". Luego se arrepintió y reconoció que tal vez haya exagerado. Pero tarde pió el hombre de Lomas de Zamora, porque ya está a las brasas en las parrillas de todos los medios.


por Jorge Joury *


Lo que además logró, es que periodistas peso pesados lo sacaran del radar y hasta pusieran en duda que esté en su sano juicio para opinar. Marcelo Longobardi, por ejemplo, usó el látigo de tientos: "el doctor Duhalde debiera hacer silencio, digamos, y verse por un médico , si me permiten el consejo. Perdón por lo hostil del comentario, pero yo presumo que el doctor Duhalde no está bien. Acá habría que ver cuánto tiene que ver con el estado de salud de Duhalde. Perdón por lo que estoy diciendo, yo le tengo cierta consideración y lo he conocido muy bien, pero no me parece que no está en su sano juicio", disparó.

En la misma línea, Jorge Asís, también cuestionó la salud mental del ex gobernador. "Muchachos, antes de dramatizar acepten, con cierta indulgencia, que tal vez el ex presidente no se encontraba en las mejores condiciones fisico-espirituales para ser entrevistado", publicó el escritor en su cuenta de Twitter. 

El periodista Jorge Rial también lo tomó en tono irónico y replicó: "A Duhalde hay que armarle un partido homenaje". Hasta el propio jefe de Gabinete, Santiago Cafiero se vio obligado a salir a aclarar que el año próximo habrá elecciones primarias.

Tal vez lo que quiso haber Duhalde, fue intentar buscar consensos entre oficialismo y oposición. Pero con el desatino, lo que logró fue cerrar momentáneamente la grieta, ya que tanto desde el kirchnerismo como de la oposición coincidieron en repudiar sus dichos.   

Lamentablemente, la Argentina está viviendo la pandemia de las frases altisonantes que dinamitan los puentes de convivencia. La de Alberto Fernández: "a la Argentina le fue mejor con el coronavirus que con Macri", fue una floja comparación. En ese paracaidismo sin red, Alberto también pasó por alto los números que alumbran sus primeros nueve meses de gestión. Un 13% de caída en la actividad económica; más de un millón de despidos y suspensiones, y un nivel de pobreza que antes de fin de año va a superar el 50%. No es casualidad entonces que Cristina omita cualquier referencia a las consecuencias de una pandemia que, con más 7.300 muertos, ya despegó a la Argentina del club de los países que mejor combatieron al virus.

Era de cajón que Macri le iba a contestar, negando haber dicho eso. Si bien es cierto que el líder del PRO dejó un país patas para arriba. No es felíz comparar la situación, con el dolor que se vive  por la ola de muertes que se cobró el implacable virus en nuestro país. Estas conmsideraciones, no hacen otra cosa que enojar a los sectores medios que votaron al Presidente esperanzados en la llegada del tiempo de la moderación. 

Alberto debería retomar el discurso que lo llevó al poder y dejarse de lidiar entre los banderazos externos y explícitos, especialmente de una clase media a la cual el laboratorio político aún no le dio respuestas. Y los problemas internos (léase suelta de presos, Vicentin, enmienda Parrilli) también explícitos y desgastantes.

Si la sociedad política que llevó a Alberto Fernández y Cristina Kirchner a gobernar Argentina en el 2019 fuera de carácter comercial, ante resultados notorios como caída en las encuestas, se impondría un cambio de estrategia o de agenda. Pero esto no está ocurriendo y el Gobierno insiste en instalar temas que irritan, como la reforma judicial  que a primer golpe de vista apunta a lavar delitos de corrupción.

Al oficialismo no le conviene romper los lazos con los sectores medios. No solo por el importante peso subjetivo que tiene este espacio para un país con aspiraciones, sino porque es el diferencial del Presidente dentro del Frente de Todos. Alberto tiene capacidad para lograr hablarle al fragmento más escurridizo y rebelde de la sociedad argentina y no lo está haciendo. 

Al jefe de Estado la movilización lo benefició en un detalle sobre el que los medios no hicieron hincapié: no se le recordó al Gobierno en las calles que hay 6 de cada 10 niños pobres. Y que en diciembre casi tendremos medio país en la situación de mayor miserabilidad de la historia. No es culpa de Alberto Fernández, pero sí de las políticas equivocadas de quienes gobernaron en las últimas décadas.

Lejos de los calores y del apasionamiento distante entre montescos y capuletos, la escritora Beatriz Sarlo consideró que la masiva marcha fue una "movilización espontánea de gente". Dijo que vio una ausencia completa de canales organizativos, como pasa cuando sindicatos o partidos políticos llevan a las personas. Explicó que los participantes de la protesta se movilizaron por sus propios medios. Y lo más notable, es que se observó a una "orfandad política absoluta" en la marcha por las acusaciones de corrupción contra el kirchnerismo. Y consideró entre otras cosas, que ni el radicalismo ni el expresidente Mauricio Macri, que se encuentra en Suiza, "no pueden movilizar nada".

También es cierto que en esta oportunidad algunos dirigentes del PRO intentaron capitalizar el evento, así como Macri envió su saludo desde el exterior, emulando a un Perón en el exilio, lo que facilitó otra contestación peroniana pero dicha por Fernández: “No nos van a doblegar los que gritan, los que gritan suelen no tener razón”. En este sentido se observa el comienzo de una nueva etapa de la polarización con el macrismo. Como siempre acontece en toda movilización la cantidad de personas que participan es escueta en relación al electorado, sin embargo, provoca un efecto para el resto, que pueden acompañar o no mentalmente.   

Más que pelearse ahora con el Grupo Clarín, el Presidente debería emplear su energía para que la Argentina no termine este año con peores indicadores macroeconómicos y sociales que buena parte del resto de la región y otras zonas del mundo afectadas por la pandemia.

¿No será hora de comenzar a construir políticas de Estado y dejar de lado las peleas estériles?. En la movilización del 17 hubo carteles con la frase: "Que se vayan todos". No sea cosa que el 2001 esté a la vuelta de la esquina y los políticos no lo estén viendo.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP y analista político. Para consultar su blogs, dirigirse al sitio: Jorge Joury De Tapas.