19/04/2024 - Edición Nº2948

Mundo

Punto de vista

La culpa no es de las Redes Sociales

01/11/2020 | Esta semana en plena vísperas de la elección presidencial del 3 de noviembre en EEUU ocurrió un hecho inédito que sucede pocas veces a lo largo del tiempo: las big tech, las grandes tecnológicas como Facebook, Twitter y Google debieron pasar a testimoniar en el Senado de dicho país.


por Esteban Concia */


La anécdota que más circulo estos días es del senador republicano Ted Cruz diciéndole al director de Twitter Jack Dorsey¿Quién te crees que sos, a vos quién te votó?  Criticando asi la legitimidad de origen de las plataformas de social media para regular contenidos de usuarios y ciudadanos. 

Hay dos grandes núcleos de avanzadas y cuestionamientos sobre la acción de las tecnológicas de parte de los distintos poderes del Estados, por un lado la cuestión de práctica desleal o monopólica y por otro la cuestión de “regulación” de contenidos. 

En este caso, el Senado trabajo sobre los contenidos, en un acuerdo bipartidista, ya que llamativamente ambos partidos tenían críticas. Es que si bien es conocido el uso de Donald Trump sobre Facebook en 2016, algo que Mark Zuckerberg reconoció como un error, al permitir filtrar datos personales que permitieron agrupar y micro segmentar audiencias actualmente en el bunker republicano entienden que las tecnológicas están trabajando contra su proyecto median un “sesgo algorítmico” y mediante censura de determinadas notas y/u opiniones. 

Mientras tanto los demócratas también plantean sus posturas críticas, entienden que poco han hecho los grandes de la tecnología para frenar los procesos de fake news y circulación de teorías conspirativas en la red. Basta con citar el increíble caso de QAnon, un grupo que se diseminó con mucha fuerza por Facebook durante años, y que plantea que los demócratas son propietarios de redes de trata de menores. 

Finalmente hay un nuevo orden mundial, y las tecnológicas son un nuevo poder económico, una nueva fracción del capital en pugna con otras fracciones, pero además son actores geopolíticos. Si, como lo son los estados nación o como lo son los supraestados, las plataformas se transformaron en nuevos conjuntos de intereses al calor de su crecimiento en usuarios pero sobre todo en atención: las redes sociales son un conjunto de dispositivos, datos, mensajes, percepciones y narrativas que también construyen sentido sobre la política, sobre las ideologías, sobre los proyectos, etc. 

Esto es lo novedoso, y esto es la clave de esta citación y de las que vendrán. La necesidad de pensar regulaciones gubernamentales más teniendo en cuenta que es un fenómeno nuevo en términos históricos para la humanidad y que las reglas han deben actualizarse constantemente puesto que así de rápido corren las tecnológicas. 

De hecho una de las cuestiones que se está discutiendo fuertemente en EEUU es la sección 230 de la ley de Decencia de las Comunicaciones que data de 1996 y que expresa claramente que no hay regulación posible en las redes, es decir que los dueños de esas plataformas no tienen forma jurídica de “editor” (como la tiene el director o responsable de un diario sobre los artículos publicados) con lo que no pueden ser sujetos de denuncia y carecen de responsabilidad legal. 

Ahora bien, ¿toda la responsabilidad es de las redes sociales? No, aunque la tienen no son las principales herramientas a la hora de pensar la desinformación, las fake news, los discursos de odio etc.

De hecho los estudios como el publicado por MIT que realizó Yochai Benkler (catedrático de Harward) donde una vez más se demuestra que los medios de comunicación tradicionales y líderes políticos son los principales responsables de la circulación de desinformación, fake news y de agrietar a las sociedades. 

En nuestro país esto lo viene explicando claramente el analista político Gustavo Córdoba cuando expresa  que la sociedad argentina no es una sociedad agrietada y que los mismos ciudadanos ponen a los medios de comunicación y la “política” en el lugar de promotores de enfrentamientos y grietas. 

No buscar tanto en las redes sociales, y comenzar a buscar en las narrativas políticas podría ser un buen punto de partida para descifrar la trazabilidad de los discursos de enfrentamiento y odio. 

La desinformación en todo caso consigue en las plataformas de social media una amplificación, un poder de circulación que no tenía de antes, y esto debe indudablemente ser regulado, ahora bien son circuitos de paso no son circuitos de fundación, de fabricación de las teorías y las prácticas de desinformación. 

(*) Esteban Concia, autor del libro “Comunicados o Dominados”, asesor legislativo y creador del grupo Conversatorio ComPol