20/04/2024 - Edición Nº2949

Politica

Punto de vista

La Iglesia Católica y la defensa de la Vida

13/12/2020 | Un artículo que leí recientemente escrito por un amigo, me llevó a reflexionar sobre los cuestionamientos y ataques que recibe continuamente la Iglesia Católica en nuestro país.


por Marcelo Leguizamón Brown


Quienes nos dicen por los medios “este es un estado laico” a fin de relativizar o ignorar la opinión de la Iglesia,   parecen ignorar la importancia de lo dispuesto por nuestra Constitución Nacional al respecto, la cual en su artículo 2 establece: “El Gobierno Federal sostiene el culto católico apostólico romano”.

Nuestra Constitución, no es un texto entre otros, sino que es una decisión colectiva, política y fundamental, dotada de autoridad y trascendencia. No se pueden ignorar sus normas, más allá de que a algunos no les gusten. 

Se trata de una disposición de nuestro texto fundamental que rige desde 1853 y que fue mantenida en la reciente reforma constitucional de 1994 y que, vale recordarlo, se fundamenta en el protagonismo relevante que tuvo la Iglesia Católica tanto en la lucha por la emancipación, como en la etapa de la organización de nuestra Patria.

Ahora bien, últimamente este ataque se intensificó con el argumento de que la Iglesia y el Estado, deben estar separados. Pero lo cierto, es que la separación de la Iglesia y del Estado ya fue garantizada en el texto constitucional de 1853 y se profundizó aún más en la reforma de 1994.  La Iglesia Católica en cuanto tal, no cumple ninguna función gubernamental.

En realidad, lo que se pretende es excluir a la Iglesia Católica del debate público sobre la legalización del aborto, debido a su encendida defensa del derecho a la vida desde la concepción. Sin embargo, es un error sostener que la defensa de la vida desde la concepción se basa en una razón exclusivamente religiosa.

Concretamente, en lo que respecta a la defensa de la vida desde la concepción, existe una convergencia y armonía entre los argumentos científicos y los religiosos. No puede válidamente sostenerse que la defensa de la vida es una cuestión de meras creencias religiosas. La Academia Nacional de Medicina expuso que la vida humana comienza con la fecundación, que es un hecho científico con demostración experimental; que no se trata de un argumento metafísico o de una hipótesis teológica. Pues, en el momento de la fecundación, la unión del pronúcleo femenino y masculino dan lugar a un nuevo ser con su individualidad cromosómica y con la carga genética de sus progenitores. Sólo voces aisladas niegan esta verdad científica.

Personalmente, recuerdo la profunda emoción que experimenté cuando en su semana 6 escuché el latido del corazón de mi hijo y advertí que estaba en presencia de uno de los acontecimientos más notables y significativos en la vida de un hombre o una mujer.

Es por la defensa indeclinable del derecho a la vida desde la concepción, que actualmente la Iglesia Católica recibe tantos cuestionamientos. Más aún, quienes defendemos el derecho a la vida desde la concepción, fuimos calificados de hipócritas. La realidad es que hipocresía significa “deseo de esconder de los demás motivos reales o sentimientos”, y justamente los que defendemos la vida no escondemos ni los motivos reales, ni los sentimientos que nos animan en esta tarea, todo lo contrario.

En relación a esta cuestión, grupos minoritarios, pero con intensa presencia en los medios de difusión, cuestionan y tergiversan el aporte económico que recibe la Iglesia Católica por parte del Estado. Sabemos -como ya señalé más arriba- que en realidad lo que buscan es descalificar la presencia de la Iglesia Católica en el debate público, pero de todas formas es importante precisar esta cuestión.

Así pues, el decreto ley 21.950, del año 1979 -que fue ratificado por los sucesivos gobiernos constitucionales- establece "una asignación mensual equivalente a un porcentaje (80 por ciento para obispos y 70 por ciento para auxiliares) de la percibida por el juez nacional de primera instancia"; esto significó en el año 2019 la suma de 126 millones de pesos. Ese es el aporte que el Estado hace en sueldos a la Iglesia católica y que la misma Iglesia pidió revisar para dejar de percibirlo.

En cuanto a lo referido en materia educativa, la presencia de los colegios católicos más que un gasto para el Estado, es una verdadera colaboración, pues a través de los mismos se educan decenas de miles niños y jóvenes en donde las instituciones de la Iglesia financian infraestructura, personal y servicios, solamente en nuestra Ciudad son más de 40000 niños.

Se trata de un claro ejemplo de funcionamiento del principio de subsidiariedad, pues ni el Estado Nacional, ni los provinciales se encuentran en condiciones de garantizar esas miles de vacantes, muchas de las cuales provienen de sectores vulnerables de la sociedad.

Si además de esto, consideramos toda la tarea social que realiza la Iglesia Católica, principalmente a través de Cáritas, resulta evidente que en realidad, el Estado no sostiene a la Iglesia Católica, sino que lo hacen los fieles, y que son muchos los servicios que esta institución le presta a la sociedad. Son los fieles los que sostienen el culto católico, cualquier intento de descalificación a la Iglesia por este motivo, carece de sustento real.

Ahora bien, entrando en la cuestión del aborto propiamente dicha, la Argentina tuvo en el año 2018 un debate que participaron todos los actores sociales, políticos, académico, culturales del País. El resultado: NO FUE LEY.

El régimen legal Argentino protege la Vida desde la concepción.

Hace 3 días volvieron a insistir y con todo tipo de presiones solo consiguieron 2 votos más de los que obtuvieron hace 2 años en diputados 

Nuestro País atraviesa una de las crisis más importantes de su historia. Más del 40% de pobreza, 11% de indigencia y el 60% de nuestros niños son pobres.

Argentina tiene otras prioridades, para los que se creen revolucionarios y dicen que el aborto es progresista, les recuerdo que Eva Perón afirmaba que “el vientre de la mujer es la cuna sagrada donde se genera la vida”. 

La vida NO se debate, se defiende.
 

* Marcelo Leguizamón Brown. Peronista. Católico. Secretario de Gobierno de la  Municipalidad de La  Plata

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ESTADOIGLESIA CATóLICA