25/04/2024 - Edición Nº2954

Politica

Contrapoder

La ceguera de Alberto Fernández frente al S.O.S del pueblo cubano

14/07/2021 | El Presidente otra vez prefiere mirar hacia otro lado, antes que tener que arriesgarse a condenar dictaduras que son del paladar de Cristina. Ya lo hizo antes con Venezuela y Nicaragua. Alberto Fernández esta vez dijo sin ponerse colorado, lo que en política se llama un alineamiento explícito: “No conozco exactamente la dimensión del problema en Cuba”. En la previa a una elección legislativa, Fernández eligió un camino alternativo para eludir un respaldo abierto a La Habana, como lo hacen desde la vereda del kirchnerismo más duro.


por Jorge Joury


El jefe de Estado, aludió a la no injerencia en los asuntos de otros países, principio que él mismo no practica en otros casos. Por ejemplo, cuando condenó  la represión en Colombia y más lejos, en Chile. En rigor, esa no es la cuestión de fondo. Existe, en cambio, un recorrido que muestra alineamiento doméstico y una depreciación creciente de la política exterior. ¿Necesitará el primer mandatario argentino lentes de aumento para poder ver la falta de libertades y la represión que el mundo entero presenció con estupor en las calles de La Habana?

Para entrar en el clima espeso que se vive en la isla, el grito de “ya no se aguanta más” fue lo que estalló en medio centenar de lugares donde el pueblo se levantó para clamar por el fin de la dictadura. La llama que se encendió este 11 de julio llevaba un tiempo en estado embrionario. Ya desde el año pasado se han visto chispazos sociales que hacían pensar que el descontento en la ciudadanía era tal, que podía explotar en cualquier instante. Más tarde o temprano, esta vez la situación se parece al principio del fin de la opresión.

Entender lo que pasa en Cuba para quienes vivimos en el mudo libre, no será nunca fácil. En esa geografía caribeña convive una población dividida entre los que todavía creen en el futuro de la Revolución, los que dejaron de creer y aquellos a los que no les importa y solo quieren vivir mejor. Unos y otros se conocen, conviven en un mismo espacio, comparten todo, incluso la ilegalidad de la vida diaria. No obstante, están dispuestos a escoger bandos en una hipotética guerra civil, cuyas consecuencias podrían ser terribles. A estos se suman los que se fueron del país, especialmente los radicados en Miami, que ayudan con sus aportes de remesas a los que se quedaron y que al igual que los que están en Cuba sostienen las más diversas ideas políticas.

Por estas horas, el clima social es una verdadera bomba de tiempo. Para contextualizar, jau que decir que hay 500% de inflación, falta de vacunas, insumos básicos en los hospitales y la ausencia de turistas que genera una sequía tremenda en dólares  Además, el récord de infectados y muertos por COVID-19 y las restricciones económicas impuestas el mes pasado y los persistentes cortes de energía, fueron el caldo de cultivo que desparramó la indignación: “Hay condiciones para un levantamiento”, aseguran las voces desgarradas que brotan desde el sentimiento ciudadano, cansadas de padecimientos y queriendo ver materializado ese largo sueño de libertad.

Se trata de personas que por primera vez en 62 años de dictadura, ya no tienen miedo en arriesgar sus vidas y para protestar, demandar y hacerle frente al régimen comunista post castrista del presidente Miguel Díaz-Canel.

El reinado de este dirigente, desde que Raúl Castro lo instaló como presidente en 2019 se ha caracterizado por una represión implacable contra escritores, periodistas,raperos y otros artistas. Ante la carencia de necesidades básicas  se escucharon voces de repudio como:  “Siguen construyendo hoteles para turistas mientras el pueblo se muere  de hambre”.

Hace pocos años visité Cuba. Todavía quedaban por las calles afiches de Barack Obama posando junto a Raúl Castro, el hermano de Fidel. Marcaba la primera vez que un presidente estadounidense en ejercicio había visitado la isla en 88 años. Otro hecho histórico fue el multitudinario concierto brindado por la banda británica The Rolling Stones en La Habana, el 25 de marzo de 2016 en el complejo Ciudad Deportiva, al que asistieron unos 500 mil espectadores. El concierto también marcó la primera vez que una banda de rock se presentó en la isla ante un público tan numeroso, rompiendo el récord anterior impuesto por el cantante italiano Zucchero Fornaciari, que actuó ante casi 70 mil espectadores en 2012.

Parecía el presagio de una tibia apertura al mundo democrático, pero fue solo un espejìsmo, la tiranía siguió su rumbo. No obstante, en las calles percibí que el pueblo, ya no tenía miedo de hablar a viva voz y expresar ideas contrarias al régimen. Se pedía una mejor calidad de vida. Comprendí que en la piel de ese pueblo culto y bien hablado, algo estaba germinando. Tal vez eso explique el estallido social que pone por primera vez al régimen comunista contra las cuerdas y dispuesto a ensangrentar las calles de La Habana con tal de prolongar sus privilegios.

En el actual escenario, robustas manifestaciones de ciudadanos indignados siguen brotando como hongos venenosos en varias ciudades. Aunque la información escasea y las autoridades cortaron el servicio de internet y las señales telefónicas para detener el creciente flujo de videos y fotografías que circulaban en las redes sociales, esas señales alcanzaron a llegar a las portadas de los principales diarios y las cadenas de televisión de todo el mundo.

Y ante este escenario, la diplomacia del continente levantó la vara. A diferencia de la Argentina, Chile condenó la represión : “No hay justificación para impulsar medidas que intenten acallar a los ciudadanos  cubanos”, se señaló desde el gobierno de Sebastián Piñera. En las últimas horas los presidentes de Uruguay, Luis Lacalle Pou, y de Brasil, Jair Bolsonaro, también cuestionaron los hechos violentos. El negacionismo de Alberto Fernández, sobre los graves episodios en la isla, vuelve a colocar a la Argentina en una inquietante soledad regional. Es más, ni la Selección Nacional de fútbol se le quiere acercar al Presidente para compartir su momento de gloria.¿Hacia dónde vamos?

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la UNLP.