18/04/2024 - Edición Nº2947

Politica

Contrapoder

La peligrosa música para mejorar la partitura de un Alberto que desafina

27/08/2021 | Hoy nadie duda que Cristina fabricó a Alberto para ganar una elección. Y ahora tiene la obligación de reciclarlo porque no quiere perder la que viene. Pero la duda es si : ¿Puede haber 8 años de Alberto Fernández y de Axell Kicillof, como lo planteó el ministro ministro de Hábitat, Jorge Ferraresi?. Parece como muy osado el intento, frente a un Presidente que se ha quedado sin gasolina y le faltan dos tramos de la carrera hacia el 2023 y un gobernador de pobre gestión, al que llenaron de recursos económicos para afianzar la base electoral más dura. Seguramente que en este contexto, la expresión de Ferraresi, un ultra K puro, lleva el sello y la bendición de Cristina en su rol de armadora y líder política con mayor caudal de votos en el universo peronista.


por Jorge Joury


“Los procesos políticos se consolidan a partir de darle continuidad a las políticas y a las personas, y los procesos de la Argentina son de ocho años, así que ese será nuestro proceso”, resaltó Ferraresi para subirle el precio a Alberto. Además, redobló la apuesta, señalando que " Alberto no es un presidente de transición". El lugar desde donde disparó sus conceptos contextualizó la idea. El ex intendente de Avellaneda es también vicepresidente del Instituto Patria, reducto ultra K por excelencia. Difícilmente se hubiera cortado solo sin consultar a la Jefa sobre la bomba que activó. Otra de las especulaciones. la de menos peso, señala que la jugada también es para sacar de la tapa de los diarios el escándalo de Olivos.
No obstante, es lógico que en el ADN de un  Presidente peronista estén  dos mandatos, aunque en el caso de Fernández él mismo se ha encargado de demoler su patrimonio.
De acuerdo a las reflexiones del ex intendente de Avellaneda, los procesos políticos en la Argentina son de ocho años. Lo único que le faltó decir que eso sucede solo cuando gobierna el peronismo. Hubo períodos hasta de 10 años, cuando gestionó Carlos Menem. Y hasta de doce, con la posta del matrimonio Kirchner.


Entendamos que nada es casual en política, pero en el entorno de Ferraresi aseguran que la declaración no estuvo consensuada con Cristina Kirchner y que no tiene nada que ver con una posible estrategia de campaña. Es más, recuerdan que ya lo ha dicho en otras oportunidades, pero que esta vez sus palabras tuvieron un rebote inesperado, sostenidas en el aire por el clima preelectoral y el Olivosgate.

Si bien es cierto que el 2023 es una meta lejana, en los laboratorios electorales del kirchnerismo hoy se trabaja a destajo las 24 horas para generar una fórmula que los saque del pozo. Quienes fabrican las alquimias están convencidos que las elecciones de medio término suelen ser plebiscitarias de la gestión y donde la figura del Presidente es influyente. Si se encuentra deteriorada, como la de Alberto, significa una piedra en el zapato para los candidatos. Hay que ir a la historia para encontrar ejemplos: el kirchnerismo no ha logrado salir airosos en las legislativas desde el 2005. Cayeron además en el 2009 con los candidatos testimoniales, 2013 y 2017. Esta vez Ferraresi, cumpliendo instrucciones del Instituto Patria, seguramente es el que ha asumido el papel de bombero de un Presidente que de manera reiterada, se ha prendido fuego en  diferentes instancias.

En lo más alto del poder los que levantan las banderas del albertismo reflexionan: si no hay 2023 para Fernández, no hay 2023 para nadie. La coalición está atada con alambre a la suerte presidencial y trabaja por la supervivencia del proyecto colectivo. El éxito en las próximas elecciones es vital para todos.

En esa dirección, el Gobierno en campaña y usando todos los recursos de la caja, se ha convertido en una propaladora de esperanzas.  A través de los spots publicitarios a cada rato brotan frases como: “Estamos saliendo”. Y encima, después que nos hicieron padecer el aislamiento más largo del mundo, ahora transmiten que la amenaza del COVID ha desaparecido. Un ejemplo es que vuelven las multitudes a los estadios de fútbol, con el partido de la Selección contra Bolivia, por las eliminatorias, tres días antes de las PASO y se relajan todas las actividades.

La jugada del oficialismo asoma como peligrosa, en momentos en que aparecen indicios de la circulación comunitaria de la cepa Delta, de elevada contagiosidad. Encima, la inmunización colectiva sigue baja (solo 27% con dos dosis de vacunas). Nadie termina de aclarar por qué razón existe una brecha tan grande entre las vacunas recibidas en la Argentina y las aplicadas. Casi 8 millones.

El infectólogo Eduardo López, asesor presidencial, adjudicó tal anomalía a la pobre gestión en la campaña. Pero inmediatamente fue corregido por el ahora candidato y ex ministro K, Daniel Gollán, que encima le tiró con un misil, señalando que no sabe nada de pandemia. Ni más ni menos, que un signo de soberbia. de quien siendo titular del Ministerio de Salud provincial acumuló en ese territorio el triste récord de más de 50 mil muertos.

La bomba albertista de Ferraresi generó diferentes repercusiones en el interior de la coalición de gobierno. “El peronismo siempre tiene proyectos de dos mandatos porque los necesita para acentuar transformaciones”, reconoció una de las espadas más filosas del Gabinete.

En la debilitada trinchera del nocturnista de Olivos, se observa un intento desesperado por quedarse  con la victoria en la Provincia de Buenos Aires de la mano de  Victoria Tolosa Paz, la preferida del profesor de Derecho. Desde el Gabinete reflexionan que Cristina Fernández perdió en 2017 contra Esteban Bullrich. "Si ahora ganamos con los candidatos de Alberto, será un golazo, ganará el presidente", disparan con desmesurada euforia. AF busca por todos los medios instalar la idea de que si llega el triunfo será gracias a la gestión y el sello Frente de Todos.

Fernández ha ratificado en varias oportunidades que le tocó ser "el presidente de la pandemia" y que le gustaría escribir un libro sobre cómo fue la experiencia e incluso titularlo: "Cómo es gobernar en pandemia". Suele expresar además que: "Pero todavía me quedan 2 años en los que vamos a crecer y vamos a volver a poner a la Argentina de pie".

El Jefe de Estado no quiere darle de comer a los que le pronostican futuro de pato rengo en lo que le resta de gestión. Pero para ello, deberá superar varios escollos. Uno de ellos es la variante Delta, las elecciones, la renegociación de la deuda con el FMI, las elecciones en la Corte Suprema y recuperar la economía para alegrar los bolsillos de los argentinos. En definitiva, el Presidente que suele rascar la guitarra en sus ratos de ocio, deberá buscar la mejor música para recuperar la fidelidad perdida de los desencantados.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la Universidad Nacional de La Plata. El 22 de noviembre de 2017, el Concejo Deliberante de La Plata lo declaró "personalidad destacada en el periodismo".