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Los talibanes insisten con que cayó el foco de resistencia y demoran el nombramiento de un Gobierno

06/09/2021 | La compleja situación que atraviesa Afganistán, en manos de los talibanes desde mitad de agosto, pareció repetir hoy la postal informativa de la semana pasada: los insurgentes reiteraron que ya controlan la provincia de Panjshir, la resistencia lo negó y los insurgentes volvieron a demorar el anuncio de un nuevo Gobierno, aunque prometieron un futuro de “libertad y prosperidad”.


por Télam


Los talibanes aseguraron que controlan todo Afganistán, tras insistir con que capturaron el valle del Panjshir, último gran bastión de resistencia armada, donde el jefe Ahmad Masud llamó a "levantarse" contra el nuevo régimen.

Tras su fulminante victoria sobre las tropas gubernamentales en agosto y la retirada de Estados Unidos hace una semana tras 20 años de guerra, los talibanes fueron por la resistencia parapetada en el montañoso valle del Panjshir, a 80 kilómetros al norte de Kabul.

El Panjshir era la única de las 34 provincias de Afganistán que no había caído en manos de los insurgentes, que declararon haber dado por terminada la guerra, por segunda vez en dos meses.

"Con esta victoria, nuestro país salió por completo de la ciénaga de la guerra. La gente vivirá ahora en libertad, paz y prosperidad", afirmó el principal vocero del movimiento islamista, Zabihullah Mujahid, en un comunicado, citado por la agencia de noticias AFP.

Sin embargo, las fuerzas de resistencia local, dirigidas por Ahmad Masud, desmintieron los informes sobre la caída de la región a manos de los talibanes.

Histórico bastión antitalibán, el valle de Panjshir, famoso a fines de los años 80 gracias al legendario comandante Ahmed Shá Masud antes de su asesinato por Al Qaeda en 2001, alberga al Frente Nacional de Resistencia (FNR), formado tras la caída de Kabul el 15 de agosto de este año.

La región no había caído ni durante la ocupación soviética ni en el primer gobierno talibán (1996-2001).

Ahmad Masud, hijo del comandante Masud, respondió a los talibanes con una exhortación a "levantarse por la dignidad, la libertad y la prosperidad" de Afganistán.

Si bien el FNR reconoció fuertes bajas en combates durante el fin de semana y pidió un alto el fuego, afirma retener "posiciones estratégicas" en la zona y "continuar" con su lucha.

En una conferencia de prensa en Kabul, el vocero de los talibanes advirtió ante nuevos intentos de insurgencia y llamó a los antiguos efectivos de las fuerzas armadas a integrarse en las tropas de su régimen.

Imágenes publicadas en redes sociales mostraban a los talibanes en las oficinas del gobernador de la provincia de Panjshir y banderas del movimiento islamista ondeando por todos lados.

Mientras tanto, los talibanes todavía trabajan en la confección de su Gobierno tres semanas después de entrar a Kabul.

Su anuncio estaba previsto el pasado fin de semana, pero se hace esperar.

Mujahid explicó hoy que la formación de un Gobierno "interino" se anunciará "en los "próximos días", una vez que se resuelvan algunas "cuestiones técnicas".

En repetidas ocasiones prometieron un Ejecutivo más "inclusivo" y representativo de la variedad étnica que durante su primer régimen, basado en una interpretación ultrarrigurosa de la ley islámica. Aún así, la inclusión de mujeres es poco probable.

Durante el primer mandato talibán, sus derechos fueron severamente laminados, sin la posibilidad de estudiar ni trabajar ni salir a la calle solas.

A las manifestaciones de mujeres de la semana pasada, se agregó hoy otra protesta, esta vez en la cuarta ciudad más grande del país, Mazar-e-Sharif, donde las ciudadanas reclamaron ser integradas en el futuro nuevo gobierno y que se mantengan los derechos adquiridos durante los 20 años de ocupación estadounidense.

Las imágenes de la manifestación de mujeres, alzando pancartas con mensajes como "la sociedad de un solo sexo apesta", fueron reportadas por el medio local Tolo News.

El responsable de educación talibán afirmó que a las mujeres se les permitirá ir a la universidad si las clases están segregadas por sexos o separadas por una cortina.

Las estudiantes también deberán vestir abaya negra (un largo velo que cubre todo el cuerpo) y un nicab que tape el rostro, pero no será necesario burka, que solo tenía una redecilla a la altura de los ojos.

La promesa no pareció funcionar, al menos el primer día, porque las universidades privadas de Kabul estuvieron hoy prácticamente vacías, en el primer día de clases tras el triunfo de los talibanes.

Mientras en algunos establecimientos no asistió ni un solo estudiante, autoridades y profesores de otras casas de estudios contaron que la presencia había sido muy baja.

La asunción del poder lleva aparejada múltiples desafíos para los talibanes, incluyendo las necesidades humanitarias de gran parte de la población que requerirán asistencia internacional, lo que parece obligarlos a gestos y promesas.

El enviado humanitario de Naciones Unidas, Martin Griffiths, llegó a Kabul para reunirse con el comando talibán, que prometió ayudar.

"Las autoridades aseguraron que la seguridad del personal humanitario y el acceso humanitario a las personas necesitadas estarán garantizados, y que los trabajadores humanitarios (tanto hombres como mujeres) tendrán garantizada libertad de movimiento", dijo en un comunicado el vocero de la ONU, Stephane Dujarric.

Además, el movimiento talibán hizo pública hoy una invitación a la canciller alemana, Angela Merkel, a viajar al país asegurándole una cálida bienvenida, según prometió el vocero Zabihullah Mujahid.

"Queremos un entorno absolutamente seguro aquí, en Afganistán, uno que sea aceptado por todos los países del mundo y en el que crean los jefes de Estado y Gobierno. Deberían visitarnos, y Angela Merkel será recibida de manera especialmente calurosa. Estaríamos muy felices de verla", dijo Mujahid en una entrevista realizada por el tabloide alemán Bild.

En tanto, el secretario de Estado estadounidense Antony Blinken abrió hoy una visita de tres días a Qatar, un actor clave en la crisis afgana, que alberga una importante base militar estadounidense, donde se les permitió hacer escala a 55.000 personas sacadas de Afganistán, casi la mitad de los evacuados por las potencias occidentales.

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