19/04/2024 - Edición Nº2948

Politica

Contrapoder

Bombas que alarman al libre pensamiento

24/11/2021 | El ataque de un grupo comando con bombas molotov contra la sede del diario Clarín debe ser un signo de alarma en democracia. La situación obliga a un repudio generalizado. Por suerte la condena se ha dado desde todos los frentes, hasta del propio Gobierno, al que nadie lo señala como responsable. Pero el hecho exige una investigación a fondo para saber de dónde proviene semejante acto de irracionalidad. Más aún, perpetrado en una ciudad como la de Buenos Aires, con severos dispositivos de controles callejeros. No es sencillo instrumentar semejante acción, que requiere de una logística que recuerda la de los años de plomo.


por Jorge Joury


La metodología de estos grupos marginales, históricamente está asociada a los sótanos de viejas y violentas ideologías. Ya hay imágenes provenientes de 20 cámaras que fueron entregadas a la justicia, donde se observa a parte de los atacantes que además utilizaron motos. Los investigadores no descartan que los responsables sean elementos anarquistas para provocar una situación de caos en vísperas del fin de año.

El hecho además preocupa, porque desde lo discursivo las dos personas más poderosas del país, el Presidente y la vice,  vienen construyendo un clima propicio para cualquier agresión contra el periodismo. Capitanich, uno de los gobernadores predilectos del paladar K, llegó a proponer una ley para regular la actividad de la prensa.

El  kirchnerismo siempre ha mostrado los dientes contra el periodismo independiente. Le resulta una piedra en el zapato. Por eso en su momento inventaron 6,7,8, un programa de un costo multimillonario, para lanzar sus andanadas de golpes bajos contra aquellos periodistas que denunciaban principalmente los hechos de corrupción. También promovieron manifestaciones multitudinarias con pancartas donde encima aparecían los rostros de comunicadores famosos. Otro hecho palpable se dio cuando el gobernador del Chaco, Jorge Capitanich, siendo Jefe de Gabinete de Cristina, rompió un diario Clarín frente a las cámaras de televisión. Ahora volvió al ruedo y es uno de los principales fogoneros contra los medios críticos. Es tanta su ceguera partidaria, que el chaqueño cree que la sociedad es tonta, vota influida por el periodismo y termina pensando lo que el periodismo piensa. Capitanich seguramente no ha leído la historia partidaria. Si lo hace, comprendería entonces que Perón ganó y llegó a la Presidencia con el periodismo en contra y perdió cuando expropió los medios y los tuvo a favor.

La función de contrapoder de la prensa es vital para mantener robusto al sistema democrático. Fundamentalmente  para cuidar los derechos ciudadanos, poner freno a los abusos de poder y denunciar cuando los dineros del Estado son dilapidados en actos de populismo o van a parar a los bolsillos de los funcionarios.

Con sus embestidas, Cristina ha dado muestras de superar a su marido ¿Se acuerdan del qué te pasa Clarín? Fue Néstor Kirchner quien inauguró el método de escrachar a periodistas y medios desde un atril en la Casa de Gobierno. Pero CFK lo multiplicó desde sus cadenas diarias y sus patios partidarios con La Cámpora. Eso explica por qué el periodismo independiente es el enemigo eterno que nunca cambia para el kirchnerismo, esté en el gobierno o en la oposición y sus fanáticos, incomprensiblemente festejan esas actitudes dictatoriales.

La vicepresidenta en esta etapa, a la que en un principio disfrazó de moderación, donde se declamaba que volvían para ser mejores, sigue convirtiendo al periodismo en su monstruo favorito y se ocupa más del frente crítico de los medios que de sus opositores.

En ese contexto, también merece un párrafo aparte Alberto Fernández, que mostraba otra cara cuando solía frecuentar al periodismo en su calidad de jefe de Gabinete y más tarde lo reforzó, cuando se pasó a la oposición a Cristina. En aquel entonces tenía un diálogo muy fluido con Clarín y principalmente con Magneto, su ceo. 

Si en aquellos tiempos los periodistas no hubieran recogido sus opiniones, no lo hubieran invitado a sus programas de radio y televisión y si los medios periodísticos no hubieran publicado sus artículos explosivos contra Cristina Kirchner, Alberto habría desaparecido como figura en el planeta política. Pero el Presidente hoy se ha transformado en otra persona. Aquel que amaba y proclamaba la libertad de prensa, hoy está parado en la vereda de la intemperancia, la misma que lo empoderó y lo terminó colonizando.

Es más, no ha tenido reparos en aceptar graves amenazas contra el periodismo en sus propias narices. Un ejemplo  fue el episodio  que protagonizó el eterno caudillo de José C. Paz, Mario Ishii. El  mismo de "las ambulancias donde los enfermeros llevaban falopa". Fue cuando dijo en un acto multitudinario que “un día el pueblo se levantará contra el periodismo, no tengo dudas”. El Presidente, que estaba a su lado, lo aplaudió.

Este disparate institucional obliga a hacernos algunas preguntas: ¿Le gusta al jefe del Estado la idea de un linchamiento contra las ideas, departe de un pueblo levantado arbitrariamente contra el periodismo? ¿Al profesor de Derecho le agrada la justicia por mano propia? 

En el ataque a Clarín con bombas molotov, a todo el periodismo se le representa de inmediato la imagen de Venezuela o Nicaragua. No es el único método que tiene algún parentesco con las dictaduras de Maduro y Ortega. En Venezuela y Nicaragua, por ejemplo, fuerzas de choque paraestatales asaltaron y diezmaron las sedes de los medios periodísticos críticos hasta lograr su virtual extinción. Eso no sucede en la Argentina, pero estas señales de ensayo, por lo menos obliga a ponernos en guardia.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la Universidad Nacional de La Plata. El 22 de noviembre de 2017, el Concejo Deliberante de La Plata lo declaró "personalidad destacada en el periodismo".