19/03/2024 - Edición Nº2917

Politica

Punto de vista

Reelecciones: “son los ciudadanos, estúpidos”

24/12/2021 | En los últimos días se reavivó el debate acerca de si los funcionarios provinciales o municipales pueden ser reelectos para un nuevo período o no, luego de su segunda reelección. La ley, de épocas de la ex gobernadora María Eugenia Vidal, se reglamentó a las apuradas además de ser pésima, y hoy las consecuencias pueden ser adversas para la decisión final del elector. Los ciudadanos somos los que ponemos límites, no los burócratas aventureros que se cambian de distritos dentro de la Provincia y entre jurisdicciones.


por Fabricio Moschettoni, editor de ImpulsoBaires / Twitter @FMoschettoni


Hay que decir claramente, al menos desde este punto de vista, la ley que pretendía limitar reelecciones para intendentes, concejales y legisladores provinciales nació del oportunismo, y como tal se quedó trunca. Es una ley mala con una reglamentación peor.

La lucha de esos días, entre la ex gobernadora María Eugenia Vidal y el diputado Sergio Massa por un “purismo” republicano de maquillaje terminó con legislaciones tan malas como todo lo que surge del marketing, y ahora hay una “guerrilla” subterránea por su interpretación. 

Los intendentes peronistas, más rápidos que la luz, abrieron el paraguas y varios de ellos pidieron licencia o renunciaron unos días antes de empezar la segunda mitad de su período ya reelecto por si acaso, y la intención pícara es indiscutible: tienen la llave para volver a presentarse. Eso ocurrió porque la reglamentación de la ley, hecha por Vidal, se los permitió.Ahora el Senado va a tratar un proyecto de los senadores de Juntos, Juan Pablo Allan y Joaquín De la Torre, pero es difícil que semejante mamarracho vidalista pueda ser corregido aunque se esmeraron y tuvieron la mejor intención y voluntad, porque es cierto que hoy hay intendentes que no apelaron a la chicana y posiblemente corran en desventajas porque no podrán ser reelectos. El problema ya está planteado.

El colmo de los colmos fue cuando la semana pasada Vidal, -que siempre hay que recordar que empezó su carrera política en funciones en la Ciudad de Buenos Aires, luego pasó a Provincia para ahora volver a Capital Federal y dejar su slogan de “orgullosamente bonaerense” (un slogan más y van…)-, reunió a algunos legisladores provinciales del Pro y salió a batallar por la vigencia de su ley. ¿Pero si cambió de distrito una vez más por qué no se queda atendiendo los asuntos de porteños, que es a quienes ahora representa?, ¿por qué no deja que los problemas de los bonaerenses los arreglemos entre bonaerenses?.

Para los bonaerenses la madre, el padre y los abuelos de todos los problemas está en la manipulación recurrente que la dirigencia porteña hace en Provincia. Se meten en todo. Por eso Carlos Ruckauf la gobernó, y si en esa elección perdía se convertía en gobernadora Graciela Fernández Meijide, de Avellaneda pero de trayectoria y compromiso porteño, al tiempo desembarcó el porteño Daniel Scioli por dos períodos, siguió la porteña Vidal, y sigue el porteño Kicillof. ¿Por qué tanta desgracia junta?, ¿por qué los bonaerenses no tenemos un gobernador o gobernadora de verdad “orgullosamente provinciano”?.

La ciudadanía, es como cuando aquellos que nos gusta la economía y preferimos tendencias más liberales la analizamos desde el punto de vista del mercado, cuando una economía es más libre los riesgos son menores y la tranquilidad para la proyección de la vida de los individuos es auténtica, y por el contrario, cuando se mete el Estado a regular lo inexplicable se van al diablo todas las variables y se enloquece el sistema y con tiempo hay inflación, desocupación, pobreza y desinversiones.

En las democracias liberales tiene que ocurrir lo mismo, cuanto menos se aplaste al ciudadano con leyes y reglamentaciones difusas, ridículas y manipuladoras mucho mejor.

Los ciudadanos somos pensantes, sabemos que cuando un intendente o un legislador hace las cosas más se merece un castigo en las urnas.

Los platenses somos grandes testigos de eso. Los dos primeros intendentes de la democracia recuperada fueron Juan Carlos Albertí y Pablo Pinto, pero en ese momento el radicalismo (año 1987 y 1991) tenía una cláusula interna ridícula que para poder ser candidato a una reelección sus representantes necesitaban el 66.66% de los votos de los afiliados, y obviamente el pueblo platense se quedó sin poder decir si los ratificaban o los rectificaban. Pero más claro fue el ejemplo de los peronistas Julio Alak y Pablo Bruera; el primero se cansó de ganar elecciones hasta que un día sus vecinos le dijeron que por un tiempo tenía que dejar el lugar y eligieron a Bruera, y más adelantes también fueron los electores que le retiraron el apoyo mayoritario a su boleta, y lo eligieron a Julio Garro.

El ciudadano es un ser pensante, los ciudadanos somos racionales, tenemos pensamiento crítico, no nos dejamos llevar de las narices, y si un intendente quiere seguir gobernando y lo hace mal sabemos mandarlo a descansar desde nuestra voz en las urnas, la única voz todopoderosa.

Si nuestros representantes quieren ser mejores que empiecen a representar al territorio de los ciudadanos que los eligieron. Y eso va para todos. Basta de “orgullosamente bonaerense” cuando les conviene, u “orgullosamente porteña” cuando lo prefieren, y basta también de todos los legisladores y todas las legisladoras que se pasean por las distintas secciones de la Provincia el día de cierre de listas para ver por donde logran colarse. Es un panorama patético ver cómo andan con el documento en la mano para dejar y firmar una aceptación de candidatura de una Sección que muchas veces ni pisaron, total la Constitución se los permite. 

Si queremos más calidad institucional reclamemos que los que nos representan nos representen en serio. La verdad es que uno se siente mal votando implantados, y supongo que alguien se puede sentir peor si el implantado que alguna vez votó en una sábana después se muda.

“¡Son los ciudadanos, estúpidos!”. Somos los ciudadanos los que premiamos y castigamos en la urna y con nuestro voto, y somos nosotros los únicos que ponemos límites.

 

Crédito fotografía ilustrativa


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