20/04/2024 - Edición Nº2949

Politica

Contrapoder

Paralelismos: Cristinushka y el lobo estepario

05/03/2022 | Vladimir Putin es un animal político que actúa como un lobo estepario. Sabe percibir las debilidades de sus adversarios y ataca sorpresivamente. Tal vez esa sea una de las coincidencias con el estilo de Cristina. Paradójicamente, ambos tienen patrimonios multimillonarios de dudosa procedencia, meten miedo en sus ejércitos y los dominan con látigo y billetera. Cristina es una suerte de mamushka. Puede ocupar el lugar más diminuto, según las circunstancias, hasta desaparecer si es necesario para no desgastarse. Así lo hizo durante la tragedia de Cromañón, la de Once, en la propia pandemia y durante el conmocionante incendio de Corrientes. Pero luego es capaz de subir de tamaño y emerger de manera indómita hasta asfixiar a sus propios socios. Basta recordar cuando provocó 13 renuncias de funcionarios y un tembladeral en el gabinete nacional, que le puso la gobernabilidad al palo al propio Presidente.


por Jorge Joury *


El bien llamado "Hombre de Hielo" y la vice  comparten además un cordón umbilical que los identifica: la voracidad por el poder eterno. La frialdad de Putin ha quedado en evidencia con el  descabellado plan para devolver al poder al ex presidente que ordenó la masacre de los ucranianos en 2014. Se trata de Víktor Yanukóvich, que se encuentra en Minsk, la capital bielorrusa, esperando a que el líder ruso lo necesite para cubrir las apariencias y devolverlo al poder. Sería un gobierno títere, en manos del hombre más odiado de Ucrania. Cristina también puso con el dedo a Alberto y lo maneja con sus piolines.

Como los Kirchner y Hugo Chávez, Putin empleó una táctica similar y logró engañar a muchos prometiendo limpieza y orden en la política. Pero en vez de eliminar la corrupción y a los oligarcas que se enriquecen con las arcas del estado, se unió a ellos, para luego usarlos como su “banca privada y forma de lavar sus propios fondos mal-habidos”. De esa manera se convirtió en uno de los hombres más ricos del mundo.

Los paralelismos son muchos, pero las heridas de la guerra, aunque son lejanas, esta vez harán sangrar a la Argentina. No solo han tocado las fibras más íntimas de los hijos de inmigrantes que buscaron abrigo en nuestro suelo, sino que dejaron a Alberto Fernández desnudo, vagando por la diplomacia en una zona imprecisa. Hoy el Presidente está atrapado en las profundidades del laberinto ideológico al que lo confinó su condición de mandatario puesto a dedo.  

CFK siempre tuvo en especial admiración por Vladimir Putin, una suerte de ícono en el ejercicio del poder omnímodo y autoritario.

El kirchnerismo de paladar negro lo ha subido a un altar donde lo veneran. Le aseguraron una bienvenida de puertas abiertas, le compraron vacunas y lo visitaron masivamente en el Kremlin acompañando magnetizados a Alberto Fernández.

Cristina primero optó por el silencio. Pero en las últimas horas sin condenar la invasión a Rusia, se pronunció sobre el conflicto entre Ucrania y Rusia al hablar de la doble vara que tienen las grandes potencias como Estados Unidos o Inglaterra que, por un lado, piden por la soberanía ucraniana, pero no hacen lo mismo frente a la soberanía argentina en las Islas Malvinas. En ese sentido, recordó que en 2014 Estados Unidos e Inglaterra pidieron por la soberanía de Ucrania sobre Crimea frente a Rusia en la ONU --la Argentina acompañó esa postura--, pero recordó que las mismas potencias no pidieron la soberanía argentina en las islas Malvinas cuando fue el referéndum de los kelpers, poco tiempo antes. No obstante, la vice está al día con el desarrollo de la contienda bélica. Recibe un informe diario del embajador argentino Moscú, Eduardo Zuain, que es su aliado y fue su vicecanciller en los últimos cuatro años de mandato. También mantiene en todo momento una línea directa con la Cancillería a través de Pablo Tettamanti, el vicecanciller de línea kirchnerista. Es que Cristina Kirchner desconfía plenamente de sus socios políticos, especialmente del canciller Santiago Cafiero.

Allegados a la vicepresidenta han dejado trascender a los medios que Cristina cree que el Presidente se apuró en la condena a Rusia y quedó muy alineado a las grandes potencias. Todo lo contrario de lo que piensa  Alberto.Desde el Instituto Patria o la agrupación Soberanos que lideran Amado Boudou, Alicia Castro y Gabriel Mariotto, entre otros, dejaron en claro una posición de alineamiento con Rusia.

Estos sectores creen que hay una "mirada contaminada por los medios hegemónicos" sobre el conflicto en Ucrania y cuestionan el accionar de la OTAN en la región . Se comenta que las expresiones duras del gobierno contra Rusia sin evaluar todos los aspectos del conflicto no cayeron nada bien en el entorno de La Jefa.

Además, creen que la definición diplomática contra el Kremlin significa "un desplante" a menos de un mes del viaje que Alberto Fernández hizo a Moscú para sellar acuerdos clave con Putin.

Hay datos concretos que avalan el alineamiento de Cristina Kirchner con Putin. Si nos retrotraemos al 25 de marzo de 2014, poco después de la decisión de Rusia de anexar a Crimea a su territorio, la entonces presidenta expresó un virtual apoyo al Kremlin. Así, la Argentina denunció el "doble estándar" que se aplicaba para las Islas Malvinas y para Crimea.

El entonces canciller Héctor Timerman denunció que las grandes potencias rechazaban el referéndum que los habitantes de Crimea realizaron para pedir su anexión a Rusia pero consideraban válida la consulta que llevaron a cabo los habitantes británicos en Malvinas para decidir si querían seguir siendo ingleses.

Al día siguiente a las 10, el presidente Putin se comunicó por teléfono con Cristina Kirchner para elogiar y destacar la postura que había tomado Argentina con respecto a la cuestión de Crimea.

En el comunicado oficial del Kremlin de ese día se destacó: "El Presidente ruso habló con la Primera Mandataria sobre la Cuestión de Ucrania y reconoció la postura de la Argentina sobre la Cuestión de Crimea. Putin subrayó la importancia de la posición argentina al incluir en el debate sobre dicha cuestión el doble standard de varios países con relación a los principios de la Carta de las Naciones Unidas".

Hay otra prueba de los lazos del kirchnerismo con el régimen ruso.En diciembre pasado, cuando aún el conflicto entre Ucrania y Rusia recién comenzaba a mostrar sus primeros brotes de tensión, el Gobierno de Alberto Fernández firmó con la administración de Putin un convenio para que militares argentinos puedan entrenarse en ese país, en las instalaciones de las fuerzas armadas rusas.

Así lo denunció una investigación del sitio TN, señalando que el acuerdo entre el Ministerio de Defensa argentino y el de Rusia pasó casi desapercibido, pero generó preocupación en la oposición, que requirió informes a la cartera que dirige Jorge Taiana, a la jefatura de Gabinete y a la Cancillería para conocer los alcances del entendimiento. Tras el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania por las provincias separatistas de esta última, el acuerdo hoy adquiere singular relevancia.

Los detalles del convenio y los documentos oficiales son concretos sobre cómo serán los cursos militares que tomarán los efectivos de la Armada, la Fuerza Aérea y el Ejército argentino en Rusia. Del análisis de estos papers surge que Rusia se hace cargo de todos los costos del entrenamiento y ofrece perfeccionamiento en prácticas de tiro, guerra electrónica, guerra submarina, capacitaciones para pilotos en vuelo, entre otras cientos de posibilidades.La potencia mundial aporta los uniformes y el alojamiento y hasta brinda cursos de idioma por 10 meses para los oficiales argentinos que no sepan hablar ruso.

Otro dato a tener en cuenta es que en un contexto de una enorme desproporción de poderío bélico, como si fuera David contra Goliat, Argentina mostró un enorme amateurismo en su política diplomática, para condenar tibiamente la intromisión a sangre y fuego de Rusia en el territorio de Ucrania. Contrariamente, el mundo libre coincidió en repudiar abiertamente la lluvia de misiles rusos sobre edificios de Kiev, incluso sobre colegios y jardines de infantes, donde hubo niños muertos y heridos. Son imágenes que recorren el mundo, al igual que tropas rusas atacando a ciudadanos civiles. Rusia siempre puso sus ojos voraces sobre Ucrania.En el año 30 Stalin provocó una hambruna que dejó un saldo de 20 millones de muertos.

Putin lleva 22 años gobernando Rusia bajo el terror. Lo aprendió como ex miembro de la KGB donde no le tembló el pulso para mandar envenenar a los opositores. ¿Hacen falta más argumentos para condenar estas políticas?.Seguir sumando aliados de este perfil atrasa y coloca a la Argentina en la vereda de los autoritarismos.

Por estas horas, Putin  parece dispuesto a matar a tanta gente como sea necesario. A destruir toda la infraestructura que se le ponga por delante para borrar a Ucrania como estado y cultura libres e independientes y acabar con sus dirigentes. Este escenario podría conducir a crímenes de guerra de una magnitud que no se ha visto en Europa desde los nazis, crímenes que harían de Vladimir Putin, sus compinches y Rusia como país, todos parias mundiales.

El mundo globalizado y conectado nunca ha tenido que lidiar con un líder acusado de este nivel de crímenes de guerra, cuyo país tiene una masa terrestre que abarca 11 husos horarios, es uno de los mayores proveedores de petróleo y gas del mundo y posee el mayor arsenal de cabezas nucleares de cualquier nación. Cada día que Putin se niega a parar, nos acercamos más a las puertas del infierno. Rusia tiene seis mil ojivas nucleares. De lanzar sólo una, borraría un territorio similar al de la capital federal. La guerra siempre es un paso a la nada.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la Universidad Nacional de La Plata. El 22 de noviembre de 2017, el Concejo Deliberante de La Plata lo declaró "personalidad destacada en el periodismo".

 

Fotos: Télam 2015, y sitios de Unidad Ciudadana.