25/04/2024 - Edición Nº2954

Politica

Análisis

Que se replique hasta el cansancio: ¡la economía, estúpido!

11/03/2022 | Es la frase que más fantásticamente define el quiebre de un orden político existente representado por un referente, o un grupo de referentes, y la necesidad de surgimiento de uno nuevo. “La economía, estúpido”, “la economía, estúpido”. También es la frase que en Argentina debería hacerse carne en una dirigencia política que está atornillada, que no le creen y que son los responsables absolutos de la decadencia moral, política y económica actual. Nadie se salva (hasta ahora).


por Fabricio Moschettoni, editor de ImpulsoBaires Twitter @FMoschettoni


“La economía, estúpido” (the economy, stupid), era un cartelito que pegó en la puerta de la campaña del Partido Demócrata en 1992 el asesor de comunicación James Carville, durante el desarrollo que culminó con la elección de Bill Clinton como presidente de los Estados Unidos.

Es la economía, estúpido”, se terminó popularizando para dar más fuerza a su significado. Recordemos el momento, el Republicano George H. W. Bush (padre) era exitoso en política militar y exterior en Estados Unidos, ya que lideraba en tiempos de la caída de la prolongada Guerra Fría y en los sucesos de la Guerra del Golfo.

Con un Bush sumamente popular como pocas veces antes se había visto en un presidente de EEUU en una instancia clave, Carville enfocó bien y pidió atender los asuntos de la vida cotidiana del americano, o sea la economía.

¿Pero qué es la economía?. Miles de formas de definirla, pero simplemente todo atiende a la escasez de los recursos, y redondeando la idea: “(es) el estudio de cómo la sociedad administra sus recursos que son escasos”, decía Gregory Mankiw.

Considero que en Argentina se hace más fácil explicar un asunto económico, que uno político. Los políticos argentinos son difíciles, pero los unifica un solo concepto: no entender la vida cotidiana, no comprender el complejo sistema que representa un ser humano y su simple vida en sociedad.

Así que tenemos hasta aquí un par de definiciones: 1 – “es la economía, estúpido”, y 2 – los políticos argentinos no entienden la vida cotidiana. Las dos cosas se unifican en una sola palabra: catástrofe (iba a poner caos, pero el caos es otra cosa).

Desde pasado el mediodía del jueves hasta entrada la madrugada del viernes hubo una sucesión de discursos que representan la desconexión de la política con la vida cotidiana, y se vieron en el tratamiento en la Cámara de Diputados del complejo proceso de acuerdo entre el Gobierno argentino con el Fondo Monetario Internacional para saldar la deuda que se tomó como estado nación que participa a su vez de ese organismo de la post Segunda Guerra.

Una postura de la vieja política, la del diputado del Frente de Todos Daniel Arroyo. Él propone desatar los precios internacionales de los locales, y es una locura económica, simplemente propone resignar del comercio exterior, o sea que según su postura si nos desconectamos del sistema terminaremos no viendo un dólar real ni por casualidad. Otro, el “revolucionario” Javier Milei, que embarulló con supuestas proyecciones de falta de crecimiento, o crecimiento de intereses dolarizados pero que extremó una posición que lo asimila con la izquierda que se opone siempre a todo y queda en la marginalidad absoluta: un auténtico populista de derecha. Otra, la del diputado radical Mario Negri, que parece un figurón sacado de un museo de la política, y solo piensa en discursos con tono bonachón atribuibles a la política comiteril radical de los Ochenta.

Así varios. Discursos sin contenido real, pero sobre todo sin entender lo que pasa en cada hogar.

Y ni siquiera me preocupa la actitud del diputado Máximo Kirchner, que a esta altura es un personaje menor, alguien sin trascendencia.

Será por eso, tal vez, que a DC Consultores, la empresa de opinión pública que dirige Aníbal Urios, le da en rojo cada pregunta que se hace sobre credibilidad del público en la política, o recientemente un informe de la disruptiva Taquión que mostró que ni uno de cada diez argentinos confía en los políticos.

Para los políticos argentinos todo se basa en ver cómo no se hace lo que la economía determina para empezar a tener un mejor manejo de la escasez de sus recursos. Entonces vemos que en los últimos años el único empleo que creció en términos reales proviene del sector público, en la creación de 150 mil puestos, o cómo se emiten billones (sí, billones) de pesos para solucionar el déficit, o cómo se coloca una mordaza en el productor rural para que no grite a los cuatro vientos que lo están robando con retenciones (ahora habrá más aumento de retenciones a soja y maíz, por ejemplo), o al ciudadano de clase media que trabajó toda una vida para tener una o dos propiedades y ahora le quieren complicar la existencia aumentando su valuación fiscal para así recaudar más.

Vean acá, entonces, dos casos de desconexión de la política con la vida cotidiana. Uno el que enumeré antes, el toqueteo de las valuaciones fiscales de un inmueble para asimilarlas con las de mercado y así recaudar más, en donde van a generar un “crash” en la clase media porque terminarán todos quebrados o sin poder pagar impuestos; y la otra fue hace un tiempo con repercusión en la actualidad, y es la inentendible legislación sobre alquileres que hicieron los diputados y que se le atribuye al legislador de Juntos, Daniel Lipovetzky, por haber sido presidente de la Comisión que le dio despacho, pero en realidad no es el único responsable ya que el parlamento es un cuerpo colegiado.

Los dos casos que utilicé tienen que ver con los hogares, con los inmuebles, con el hábitat. Y qué increíble porque también tienen que ver con la falta de sentido común de los políticos, o el no entendimiento de la vida cotidiana.
Entrando en alguna oficina de un joven funcionario platense vi una taza que representa perfecto a la política argentina y es una frase del actual diputado y ex presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó: “Reivindico la rosca”. Eso es la política actual: rosca pura, pura rosca.

El problema ya no es tanto las mañas de los políticos adultos, los que tiene pocos pelos o en caso te tenerlos está llenos de canas, el tema es que muchos jóvenes, que tienen cargos de responsabilidad ya sean tan rosqueros y estén orgullosos de esa condición.

Así como empecé con la frase de Carville tan famosa, sobre la economía en función de la vida cotidiana y la política, cierro con otra, también muy fuerte y de un demócrata estadounidense, Barack Obama: “Hope”. Esa frase, vinculada con la esperanza o cambio, fue estampada sobre una remera con el rostro del político y la empezó a hacer caminar el artista Shepard Fairey.

“Hope”, “esperanza”, necesidad de creer en un cambio. Si la entendemos bien puede venir desde la política, pero para empezar a entender la vida cotidiana, la vida de la gente.

Un abecé de nuestra inversión lo plantea la administración de recursos escasos, o sea la economía, y es lo que tenemos que hacer para salir del estancamiento:

-    Reforma impositiva
-    Reforma laboral
-    Reforma previsional

Se animará “la rosca”?.