por Redacción
Joury añadió que "es un disparate festejar ese evento cuando falta gasoil en medio país y habría que ver el gasto millonario que insumió. La empresa hoy vale un 30% menos que cuando se la estatizó y enfrenta dos juicios internacionales de acreedores que podrían mandarla a la quiebra. La salida de Kulfas, instalando la sospecha de corrupción con la licitación del gasoducto Néstor Kirchner, ya generó una denuncia en la justicia por parte de la oposición. Por esta razón, difícilmente la obra sea terminada en tiempo y forma.
También la salida de Kulfas es la desintegración del Grupo Callao y debe ser leído como un cimbronazo para los amigos del Presidente. Ser más albertista que Alberto no estaría siendo suficiente escudo protector. Al contrario, empezaría en esta incipiente tregua a ser peligroso. Justamente Kulfas hizo una lectura tan errada del momento político que aconteció ante sus propios ojos que se inmoló a lo Bonzo", aclaró el analista.
"Esos 563 kilómetros de gasoductos que unirán Neuquén con Buenos Aires son para Alberto el pulmotor que necesitaba su gobierno. Más en un mundo de creciente demanda energética donde el gas es el combustible de transición hacia las energías limpias.
Es lo que fue a “vender” a Europa en su último viaje. Y de lo que piensa hablar en el próximo año y medio que le falta de mandato.
En el acto de YPF Cristina no se metió esta vez con las injusticias sociales, sino que fue de lleno a su preocupación central en términos económicos: la evaporación de los dólares del banco central.
Tiene que ver con los 200 millones dólares “baratos” o a precio oficial que la empresa que proveerá los tubos del gasoducto tiene pensado gastar, para traerlos de su planta de Brasil. Para tener dimensión de lo que significa, a la industria automotriz entera se le autorizaron sólo 150 millones para todo el año.
El pedido de renuncia a Kulfas y su reemplazo por Daniel Scioli, procesado por el presunto manejo de cajas negras y dueño de un "doctorado" en recibir humillaciones de parte del kirchnerismo, no es casualidad. Junto con la reincorporación de Agustín Rossi al gabinete, a cargo de la AFI, forman parte de una definición política contundente de Alberto para terminar su gestión en paz de cara a 2023. De esta manera, Fernández logra airear algo su gabinete. Suma hombres de confianza, de espalda política y, sobre todo, de tolerancia al kirchnerismo.
También hay que decir que Scioli acepta el desafío, pensando en su eventual candidatura presidencial en las próximas elecciones.
En la lectura final, significa el intento de recomposición de un frente quebrado y la búsqueda de fortalecimiento de una gestión visiblemente sacudida por las internas. Pero en definitiva, es una noticia alentadora para el peronismo que busca la supervivencia en las elecciones del año que viene. No obstante, hay que leerla como la muerte del Albertismo, lo cual es una verdadera desgracia para quienes le pedían a Fernández tome la lapicera y que se imponga frente a Cristina.
Pero el margen de acción que tiene es mínimo. Aunque haya tenido razones de peso, entregarle a Kulfas a Cristina es casi como haber firmado su acta de rendición", finalizó el analista.