26/04/2024 - Edición Nº2955

Politica

Contrapoder

Los tiburones de Massa y una corrida que está latente

20/08/2022 | Sergio Massa y los poderosos empresarios que lo merodean, representan un enorme signo de interrogación que empieza a provocar los primeros ruidos en la vereda del kirchnerismo duro. La irrupción del misterioso estanciero de San Andrés de Giles, Daniel Guerra, junto a Mauricio Filiberti, conocido como el "Rey del Cloro", sumados a Daniel Vila, José Luis Manzano, Eskenazi, Marcelo Midlin, Jorge Brito y el sindicalista José Luis Lingieri, conforman una paleta de colores con diferentes matices que van del gris a la tonalidad más oscura. Detrás de ellos, hay una cadena de negocios que levantan olas. El flamante ministro, promete no salir a pescar en ese mar plagado de tiburones. Pero Cristina, que no come vidrio, ya mandó a vigilarlo con Axel Kicillof. Quiere saber cada uno de sus movimientos frente a esos voraces cazadores de millones.


por Jorge Joury *


Según reveló el periodista Carlos Pagni, Cristina le dijo a Alberto Fernández cuando empoderó a Massa:"yo no me olvido que este hijo de puta me quiso meter presa, pero ahora lo necesitás". Eso marca de cuerpo entero la matriz de un modelo en descomposición, donde todos sospechan de todos y que va camino a un fin de ciclo. Mientras la clase política se revuelca en su lodo y se muestra indiferente ante una sociedad agobiada, lo que crece es la sensación de que no hay futuro. En  el sector empresario tampoco creen que haya un margen grande para que empiecen a florecer los resultados de la nueva gestión económica. “No hay 100 días, hay 30 y la corrida en el mercado  está latente″, sentenció con gesto adusto, un hombre de negocios, que cree que el nuevo ministro vino solo a estirar la mecha por pedido de Cristina.

El actual escenario es preocupante. Por ejemplo, en apenas dos semanas, La Cámpora cambió su ofensiva judicial para defender a su Jefa, con amenazas concretas hacia la justicia. Ya no se trata de consignas de apoyo a Cristina, sino de una campaña del miedo, con una advertencia abierta a los jueces, una señal casi mafiosa desde un espacio de poder político que debería estar siendo revisada por fiscales. La vicepresidenta sabe que la causa Vialidad se le viene encima y puede quedar tapada con las tres toneladas de expedientes con pruebas irrefutables. Como nunca, el oficialismo expone un estado de fisuras preocupante. Alberto Fernández se mueve en la orfandad de un segundo plano, casi como un mutante, mientras Olivos busca vestir de estrategia. Y Sergio Massa ocupa el lugar central frente a la crisis, como una suerte de primer ministro.

Es la postal de un país pata para arribas, donde se da la triste paradoja que el gobierno defiende a una corrupta como Milagro Sala, condenada por la justicia y la pone en el papel de víctima. O  encubre al avión del terrorismo iraní disfrazado de venezolano, al que nuestro propio embajador en Caracas califica la retención de la nave como un acto de injusticia.  

Con sus acciones, siempre orientadas hacia el populismo, el oficialismo aturde. Pero por el lado de la oposición, también hay carencia de ideas. El  huracán Carrió sirvió para poner a cielo abierto que en Juntos existen graves fracturas internas, sospechas de corrupción y miserias de la vida íntima de las personas, que aparecen como preocupantes analogías con el kirchnerismo. Queda en claro, que todos corren detrás de la zanahoria, pero sin ofrecer siquiera un plan.

Mientras tanto, la deuda pública bruta nacional marcó a fines de julio un nuevo récord: escaló hasta el equivalente a 380.760 millones de dólares, es decir, creció en unos a US$2262 millones en el último mes (+0,6%) y en US$17.537 millones respecto de los US$363.223 millones a los que había cerrado el año anterior. 

Aunque hay nuevo ministro de Economía, hoy no se sabe hacia dónde nos llevará. Por lo que se percibe, la idea de Massa es surfear hacia el 2023, con el objetivo de tranquilizar un poco las aguas. Habla de generalidades, lo cual está lejos de empezar a curar las heridas de una economía agonizante que pide a gritos que se la cautericen.

Quienes hemos tenido la oportunidad de conocer al ministro, sabemos que todo lo que hace o anuncia es marketing puro. Es tal su ambición de ser Presidente, ha tomado el riesgo de entrar en el túnel de la picadora de carne que maneja Cristina. Disfruta del poder. Lo hace sentirse el eje de todas las consultas. "Hay que hablar con Sergio'', es la consigna que por estas horas resuena en el gabinete, frase que endulza sus oídos.

En medio de la complicada trama en la que está metido, hasta tiene en mente hacer campaña con su esposa a quien postulará para la intendencia de Tigre, solo para jugar la interna del pueblo chico, donde ha perdido el poder y parte de la credibilidad de los vecinos. Hoy aferrado a enderezar el Titanic, está convencido que con la gestión va a recuperar algo de crédito que lo sume a la pelea presidencial. No sabe si en el 2023 o en el 27, depende como llegue con los números. Su juventud lo ayuda y si se quedaba en Diputados, se lo iban a terminar devorando las pirañas del descrédito. Por eso, apostó a jugar la última bala.

Massa sabe que hasta el año próximo tiene tiempo con las 100 medidas que tiene en carpeta, pero que en definitiva son solo analgésicos, aunque no sirven para detener al cáncer que avanza sobre la estructura parasitaria del Estado.

Empresarios, entre funcionarios y dirigentes políticos, en la asunción de Massa. Crédito Captura TV

Massa destila siempre una sonrisa de dos plazas. Disfruta del poder y promete lo que pocos creen : que le va a pedir al Presidente que firme un decreto separándolo de los temas de su gestión donde puedan estar involucrados intereses de sus poderosos amigos empresarios, como Marcelo Mindlin, Vila, Manzano, Jorge Brito hijo, Eskenazi, Filiberto, y otros.

Resulta algo imposible de creer, ya que Massa tiene manejo directo del área energética y en el diseño de las políticas bancarias donde estos personajes están acostumbrados a jugar a la mancha con los aviones. Sería imposible que no se involucre. Pocos imaginan a Massa pateando hormigueros donde se cocinan las grandes fortunas de sus amigos.

El periodista Carlos Pagni acaba de sumar otra cuenta en el rosario de sospechas. Dijo que un íntimo amigo de Massa, Daniel Guerra, compró una coqueta estancia por 8  millones de dólares. Se trata de La Vanguardia, en San Andrés de Giles. En el pago chico la llaman “Lo de Massa” y se han viralizado muchos audios de pobladores locales. Sin embargo, nadie puede asegurar que la historia sea verdad, pero el río suena. Lo concreto, es que al paradisíaco lugar entraron camiones para una gran obra de una empresa que se llama CyE, que paradójicamente también está contratada en el municipio de Tigre y en AYSA. A esa firma la llaman “La empresa de José Luis Lingeri”. Este dirigente gremial tiene una relación muy estrecha con Massa y además es el sindicalista de AySA, empresa de la que es presidenta Malena Galmarini.
Y como todos los caminos conducen a Roma, el mandamás de Obras Sanitarias, José Luis Lingieri, es amigo del único productor local de cloro, Mauricio Filiberti, titular del Grupo Transclor, el nuevo partner en la distribuidora eléctrica más grande del país y un amante de los yates.

Marcelo Mindlin el dueño de Pampa Energía vendió Edenor a Daniel Vila (dueño del Grupo América) y a José Luis Manzano ex ministro menemista y socio de éste. Y la sorpresa, es que también apareció sumándose al grupo, Mauricio Filiberti, que es el dueño de Transcolor, la única productora de cloro del país y la principal proveedora de ese producto a la estatal Aysa. Filiberti es amigo de Lingieri y hasta comparte apodo con él, ya que al sindicalista le dicen Mister Cloro y al empresario El Rey del Cloro. Demasiadas coincidencias.

Pero Massa avanza, es un gran diseñador de nubes de humo. Sabe que tiene muy poco para ajustar porque todos los funcionarios y los gobernadores, están dispuestos a defender con su vida la zanahoria de donde comen, pero pretende mostrarse como un Shimon Pérez. 

Entre las piedras que aparecen en el camino de Massa, una medida audaz de Batakis, que consistía en una reforma de la ley de Administración Financiera que le daba al Ministerio de Economía atribuciones extraordinarias en el manejo del gasto, no prosperó. Es decir, Batakis extendía el control del Ministerio de Economía hacia zonas políticamente inquietantes o sensibles como Aerolíneas, el PAMI, Anses y AySA, la mayoría, cajas de La Cámpora . El tigrense sabe que si toca ese cable, se electrifica. 

Por el momento el achicamiento del gasto público son promesas. ¿No hubiese sido más práctico en un gesto patriótico, haber bajado el sueldo en un 20% a todos los funcionarios del país de director para arriba y a los legisladores, anular choferes, cargos de asesores para amigos, subsidios innecesarios, pasajes, viáticos y horas extras dibujadas por doquier, apagar de noche las luces de los edificios públicos, entre otras medidas?

De esa manera, Massa hubiera avanzado más rápido y se ganaría los aplausos con medidas palpables. Pero no, evidentemente, la de ellos es sagrada y no se toca. Es casi obsceno lo que se gana hoy en un Estado quebrado y en muchos cargos altos se supera lo que se paga en el sector privado.

Massa ya tomó nota que no tiene manos libres. Cristina le puso a Kicillof de vigilante. Sigilosamente y sonriente, el gobernador ejercerá sobre él monitoreo ideológico. Principalmente por sus simpatías declaradas con el mundo empresario y su llamativa obsesión por motorizar rápidamente el negocio del litio.

La prueba de fuego para el tigrense llegará cuando la semana que viene inicie su viaje a Washington. Allí se verá cara a cara con el enemigo de Alberto Fernández, a quien quería derrocar en el BID. Se trata de Mauricio Claver Carone, a quien el Gobierno le imputó haber sido el cómplice de Macri para darle el famoso crédito que iba a impedir que gane el kirchnerismo. Ahora Massa, que es un encantador de serpientes y de buena relación con Carone, construida en el pasado, irá a convencerlo de que abra la billetera y le entregue los 800 millones de dólares de un préstamo del BID. Esa millonada está congelada, porque no saben todavía si estamos dentro del programa con el Fondo o si el programa ya se cayó. Aunque exigua, si Massa consigue esa suma para regar la sequía verde, se colgará su primera medalla en la solapa.

Massa además tiene que hablar con Ilan Goldfajn, el hombre fuerte del Fondo. Por lo tanto, necesita de un lugarteniente que sepa de macroeconomía. Marina Dal Poggetto dijo que no, que piensa distinto el momento económico de como lo piensa el ministro. Convocaron a Martín Rapetti, otro economista muy serio, muy prestigioso y también se negó. Ahora vuelve a  sonar Gabriel Rubinstein. Massa tiene que suplicar el indulto de Cristina para Rubinstein. Ella está furiosa por los tuits que le dedicó este economista. Rubinstein está ligado a Roberto Lavagna. Como profesional es muy calificado y para muchísima gente es muy competente. Menos para Cristina. ¿Por qué necesita ese macroeconomista Massa? Porque la semana que viene tiene que hablar y discutir de macroeconomía con Ilan Goldfajn, en el Fondo.

El periodista Marcelo Bonelli sostiene que Massa tiene graves escollos en su gira. "Los documentos que circulan son del JP Morgan, UBS, Credit Suisse y el Morgan Stanley plantean lo peligrosa que es la actitud demagógica de la vice. También califican la situación como grave: La corrida está latente. Sus textos afirman que Cristina avala a Massa por “miedo” al abismo. Que se le quemaron los papeles a su relato populista".

El tiempo vuela y  Massa tiene que empezar a llenar la canasta del Banco Central con dólares, el tránsito hasta la primavera puede ser largo y la paciencia social se está agotando.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la Universidad Nacional de La Plata. El 22 de noviembre de 2017, el Concejo Deliberante de La Plata lo declaró "personalidad destacada en el periodismo".