29/03/2024 - Edición Nº2927

Politica

Contrapoder

La peligrosa vuelta del que se vayan todos

04/04/2023 | Observamos absortos como afloró la ley de la selva, la expresión de una sociedad definitivamente indignada, donde turbas enfurecidas casi matan a un ministro. Las imágenes que todos vimos por la tele, cargadas de una violencia que asusta contra el titular de Seguridad, Sergio Berni, son la expresión del hartazgo de miles de vecinos que no quieren más muertes como la del colectivero Daniel Barrientos, un hombre de trabajo al que le quedaban pocas semanas para jubilarse.


por Jorge Joury *


El grito de "que se vayan todos, que no quede ni uno solo" que pronunciaron los choferes, nos retrotrae a las protestas populares, piquetes y cacerolazos que caracterizaron a la crisis de diciembre de 2001 en Argentina. La consigna expresaba el desencanto completo de la población respecto de sus dirigentes, exigiendo la renuncia masiva de los gobernantes. Encuestas y análisis políticos concluyeron que en esos días el 70 % de la población apoyaban la consigna "que se vayan todos", algo que puede volver a ocurrir hoy frente a un gobierno que está tocando fondo. Hasta el Presidente tuvo que suspender un acto en el conurbano, por temor a que se repitan sucesos de estas características.

Berni no debió exponerse al haber ido solo. Y el kirchnerismo debe tomar nota seriamente de este episodio, ya que quedó demostrado que sus dirigentes de ahora en más no pueden pisar la tierra del clientelismo sin tomar recaudos. Es el mismo territorio que ellos mismos abonaron con dádivas que ya no alcanzan y donde abrevan sus votos. 

El caso de Barrientos, el chofer de la línea 620 que murió de un tiro en el pecho en medio de un tironeo entre policías y ladrones no es el único. Paradójicamente, es el tercero ocurrido en los últimos tiempos en La Matanza. Es el corolario de una larga lista de terribles crímenes que ocurren todos los días en el conurbano profundo y que nos enteramos a cuentagotas. Allí hay zonas liberadas, donde narcotraficantes y delincuentes de la peor calaña, hacen estragos en medio de la connivencia policial. Y esto ocurre ante un gobierno nacional, provincial y municipal, que miran hacia otro lado y después prometen soluciones temporales hasta la siguiente víctima fatal.

Nada exime del repudio a los agresores de Berni. No hay justificativos válidos, pero el episodio expone a cielo abierto la dimensión de un problema que está debajo de las trompadas y la lluvia de  pedradas y objetos contundentes. 

Es ni más ni menos que el grito de una sociedad que está harta de las promesas y que  además de la inseguridad, observa a diario como desciende hasta el sótano  su calidad de vida, con un sueldo que se le escurre, mientras las privaciones crecen.

Los indicadores económicos de pobreza están cerca de 1989, pero no tanto de la crisis del 2001 cuando colapsó entero el sistema. Pero la Argentina a este ritmo en poco tiempo camina en dirección al precipicio.

Lo que ocurrió a metros de la General Paz, en el límite entre La Matanza y la ciudad de Buenos Aires representa un cisne negro que puede impactar fuertemente en las elecciones y donde el oficialismo se puede llevar la peor parte. La falta de seguridad aterra, pero cuidado, porque puede convertirse en el disparador de un desastre social.

No es de hoy lo que ocurre en La Matanza, una tierra de violencia, desidia y vergonzoso clientelismo.

 Un informe de opinión pública que difundió el Instituto Estratégico para el Desarrollo Local (IEDEL) recientemente determinó a través de una compulsa, que el 87% de los consultados está disconformes con la seguridad en el municipio que gobierna hace 17 años el señor feudal Fernando Espinoza. Ese trabajo, incluso, reveló que el 51,8% se siente inseguro en el transporte público o cuando esperan tomarse el colectivo o el tren. Ese temor lo sufren más las mujeres que los hombres.

“El 85,5% afirma que es frecuente el robo o hurto de pertenencias en la vía pública en su barrio y el 60,4% el robo o hurto de vehículos o partes”, estableció el informe que se realizó sobre seis encuestas realizadas entre 2100 personas.

La Matanza es además un territorio donde las carencias abundan. La falta de viviendas, agua potable y cloacas, son totales, además de las cifras escandalosas de pobreza, de inseguridad, donde la ausencia del Estado es total. 

Y no es porque falten recursos, porque la comuna tiene miles de millones de pesos depositados en el sistema financiero y presenta superávit fiscal todos los años, pero eso no llega a los vecinos, sino que sirve para engordar el sueldo de funcionarios. Según un estudio de los equipos técnicos del diputado Alejandro Finocchiaro, a septiembre del año pasado, tenía 29 mil millones de pesos inmovilizados.

No obstante, Kicillof está obligado a poner los pies sobre la tierra y actuar de una vez por todas, ya que el clamor por más seguridad no es sólo de La Matanza. Encabeza, por debajo de la inflación, todos los sondeos de opinión en casi todo el conurbano. La figura espectral de lo que acabamos de ver en el límite del distrito más rico de la Argentina y uno de los más pobres del  Gran Buenos Aires dejó un mensaje terminal: el hartazgo social puede desencadenar el peor de los escenarios. Los funcionarios, principalmente el gobernador, deben entender que esto no da para más.

*Jorge Joury es licenciado en Ciencias de la Información, graduado en la Universidad Nacional de La Plata. El 22 de noviembre de 2017, el Concejo Deliberante de La Plata lo declaró "personalidad destacada en el periodismo".