25/04/2024 - Edición Nº2954

Economía

Punto de vista

Argentinidad: Por bancar a funcionarios tibios y timoratos somos lo que nos merecemos

28/02/2020 | ¿Por qué vivimos de fracaso en fracaso?, ¿por qué Argentina es uno de los peores países del mundo para vivir?. El gasto público, la clase política y el Estado bobo plagado de funcionarios inútiles que comandan legiones de zombies calienta sillas son algunas de las respuestas. Pero hay más.


por Fabricio Moschettoni, editor de ImpulsoBaires / Twitter @FMoschettoni


Hoy leyendo algunos informes del Foro Económico Mundial encuentro notas que me invitan a reflexionar sobre algunos temas de políticas públicas. Una de ellas dice que Ámsterdan quiere convertirse en una ciudad de peatones y por eso eliminará 11.200 plazas de aparcamiento para el 2025.  Sigo mirando y encuentro que Francia aprueba una ley contra el despilfarro que prohíbe a las firmas de moda destruir los productos no vendidos. 

Y después de varias notas sobre hechos de sentido común que se producen en distintos lugares del mundo, me choco con la realidad nuestra, y encuentro algo que nos involucra mal: “Quién es el responsable de la enorme deuda de Argentina (la más grande de América Latina), pública Verónica Smink para World Economic Forum con colaboración de BBC Mundo.

Ese contraste noticioso, separado de algunos minutos entre pasar de un artículo a otro, muestra la realidad del mundo actual, pero sobre todo nos recuerda el papel que tenemos como Nación: triste, lamentable y fracasado.

Hace unos días leía en El Cronista una de las mejores notas de este verano “Alberdi, los argentinos y la deuda”, del historiador y profesor de UCEMA, Alejandro Gómez, en donde habla de escritos de Alberdi y la relación de los argentinos con los endeudamientos, en querer vivir con lujos pero con fondos prestados, y dejando de lado una receta básica como es trabajar y ahorrar.

Sobre ese tema entrevisté al doctor en historia Ricardo López Göttic, -además un vecino platense-, pero también le pregunté acerca del origen del otro mal que nos aqueja, y que en cierta forma igualmente es producto del endeudamiento, como ocurre con la inflación. Me decía que data de 1945 o 1946, o sea que todo empieza en los primeros tiempos del peronismo, en donde el populismo comenzaba a ser la guía.

Fáciles y haraganes

Los argentinos la hacemos fácil. Queremos vivir gastando como europeos produciendo como africanos. Entonces, como con lo nuestro no alcanza vamos y pedimos, y cuando no nos prestan más nos ofendemos, volvemos a lo nuestro e inventamos alguna falsa causa nacionalista, la envolvemos con la bandera y hacemos dos cosas de manual: recargamos impositivamente a los que trabajan y emitimos papel falsificado. La consecuencia es vivir endeudados y con inflación de manera recurrente.

Volviendo a López Göttic, me decía dos cosas importantes. Una, que la República Federal Alemana entendió que una de las causas del surgimiento del nazismo fueron los problemas económicos y la hiperinflación de 1923, entonces hicieron un acuerdo para tener estabilidad monetaria mediante el Banco Federal, que convirtió al marco alemán en una moneda de referencia en Europa. Y la otra cuestión que aportó es la necesidad de hacer un amplio acuerdo argentino para establecer pautas monetarias sólidas.

Roberto Cachanosky, economista, me decía también hace unos días que la emisión monetaria no va a parar y que terminaremos en un proceso inflacionario agudo, y apuntó al gasto público como problema fundamental, y en realidad ese es uno de los grandes dramas de los fracasos argentinos.

Los ejemplos del principio, con Amsterdam superando sus propios logros en materia de cuidado ambiental y aumentando la calidad de vida de su gente, y en cierta forma también Francia con reutilizar parte del desecho de la moda, no son casuales, y tienen que ver con la calidad dirigencial en países en donde les va bien, y la que tenemos nosotros, en donde nos va cada vez peor. Nuestra agenda de hoy es hablar de las contradicciones del pasado, de los años setenta como si fueran lo único que nos ocurrió en la historia y encima con un debate cerrado, de tener líderes políticos que hacen anuncios alocados como si fuesen revolucionarios y magníficos, como por ejemplo la barrabasada del presidente no elegido por la gente, Eduardo Duhalde, y su iniciativa de ´venta a granel de alimentos´, o el hiperkirchnerismo que ve en el ´trueque´ una herramienta anticrisis.

Un drama bien nuestro

El problema argentino está entre argentinos. Está en los endeudamientos constantes para financiar el gasto público y servicios para una elite que sigue pensando que se puede sostener una universidad gratuita con una educación primaria y media desfinanciada, que la salud pública debe ser derroches presupuestarios sin optimización de recursos, o que se debe premiar a los más amigos con empleos públicos costosos e ineficientes.

Así no vamos a ningún lado, o mejor dicho así vamos a parar al infierno. Una elite conservadora que se cree vanguardista pero pretende que el Estado financie su status, que pague su universidad con recursos que provienen hasta del señor que junta cartones y paga IVA al litro de leche mientras sabe que sus hijos jamás pisarán esas aulas, que quiere subsidios del Estado para pagar el gasto de tener tres o cuatro equipos de aire acondicionado, o decenas de ejemplos similares.

Pero claro, de este lado, con esta forma de pensar nos encontramos los reaccionarios, los que según ellos le hacemos un altar al mercado en cada esquina. No somos eso, solo somos esforzados contribuyentes que nos cuesta llegar a fin de mes aún viviendo en una austeridad total que nació alguna vez en un hogar de trabajadores que se esforzaban y siempre con la frente alta siendo honrados, sensibles y felices.

Almafuerte

Un 28 de febrero como hoy pero de hace 103 años moría Pedro Bonifacio Palacios, -el gran poeta popular “Almafuerte”-, en su casa de avenida 66 entre 5 y 6 de La Plata. En sus tiempos él sí que era un revolucionario, porque arriesgó su carrera periodística, artística y sobre todo política diciendo lo que pensaba y actuando de acuerdo a sus dichos. Y eso último se llama coherencia. Entre otras cosas, Almafuerte de esos primeros años del siglo pasado, remarcaba algo fundamental y fenomenal cuando elevaba ácidas críticas a quienes vivían a expensas de los impuestos que se cobra a la gente.

Alberdi antes, Almafuerte después, y tantos otros nos demostraron que el fracaso está aquí porque así lo decidimos, porque vivimos pidiendo y castigando con impuestos en lugar de ser auténticos, trabajadores y productivos.

No dan ganas de nada

Si miramos hoy la función pública da ganas de colocar la cabeza bajo la tierra, o sumergirse en una rebeldía eterna manifestándose en contra de ese mal. Funcionarios que calientan sillas, que cobran por no hacer, por no dirigir, por ser tibios y timoratos con tal de cuidar su status quo, de acumular años en la función pública pensando en su jubilación, de no estudiar ni capacitarse, y de dirigir a una legión de zombies que tuvieron la suerte de ingresar al Estado no por un concurso sino por cebar mate en un local partidario o tener amigos en el poder.

La función pública en Argentina está plagada de malos ejemplos. Desde arriba, que es lo más visible, a líneas intermedias como directores que se sienten todopoderosos por tener un sello, un escritorio, tres secretarias y una firma. Eso es el gasto público, el maldito gasto público que solo se resuelve “a la argentina”, aumentando impuestos, emitiendo, y si nos presta algún banco tomando deuda que en el futuro el pobre contribuyente debe pagar.

Tibios y timoratos, lo reitero una vez más para describir a nuestros funcionarios públicos. No se animan a tomar decisiones por las dudas de no afectar intereses, o no lo hacen porque no quieren equivocarse y perder su lugar, piensan en el corto plazo, no tienen ideas ni son soñadores. Tibios y timoratos, así son y lo seguirán siendo porque en este país mientras existan contribuyentes o papel falsificado se va a seguir manteniendo un estado bobo repleto de vivos que lo exprimen.